Las clases habían ido bien, mucho mejor de lo que esperaba en realidad. Al ser mi primera semana no tenía muchos trabajos que hacer, y desearía que se mantuviera así por un tiempo.
En cuanto a Brandy, ella me acompañó todos los días y nunca me quitaba la mirada de encima. Me confesó que se sentía como una madre en el primer día de escuela de su hijo. Me pareció adorable. Cada día nos volvíamos más unidos, sentía que podía confiar en ella a pesar de todo, tenía una chispa en su mirada capaz de incendiar un bosque entero.
Pasé mucho tiempo con los amigos de Brandy, Brandon y Callie, a los que ahora también podía llamar mis amigos. Eran chicos increíbles, fieles y leales, nadie podría pedir nunca algo mejor.
Recibí muchas miradas el primer día, sobretodo por el hecho de andar colgado del brazo de la chica "odiosa y ricachona" como escuché que la llamaban. Ella me pidió que simplemente lo ignorara, y lo hice, lo único que buscaban en sus patéticas y despreciables vidas era atención a causa del sufrimiento ajeno, y ni ella ni yo íbamos a permitir que ocurriera con nosotros.
Vi como agachó su cabeza mientras íbamos avanzando tratando de no mirar a nadie a los ojos, no me gustaba verla así. Así que sólo pasé mi brazo por sobre su hombro y la atraje hacia mi, mi cuerpo levantándose unos cuantos centímetro por sobre ella, su cabeza a la altura de mi cuello. Su brazo se posó en mi cintura y se pegó a mi costado, sonreí con superioridad al pasar junto al grupo que podrían prácticamente botar chispas de la rabia, sus cuchicheos cesaron de repente, y sabíamos que lo habíamos logrado.
Con la sonrisa aún plasmada en mi rostro, los miré por sobre mi hombro con sorna, una de las chicas se cruzó de brazos claramente ofendida. Nadie iba a arrastrarnos hasta abajo, por supuesto no iba a permitirlo. Luego la miré a ella que sonreía tan tímidamente con sus mejillas sonrosadas ¿Cómo alguien que se veía tan dura de dañar por fuera, por dentro resulta ser todo lo contrario?
—¿Que pasó con el Samuel tímido que tu padre dijo que eras? —dijo burlona.
Me acerqué a su oído y susurré: —No creas todo lo que te dicen.
Lo mejor de ese día fue que su cuerpo y el mio no se despegaron en ningún momento hasta llegar a casa, y por supuesto, mi corazón no se tranquilizó hasta llegar a casa.
[...]
Viernes por la tarde, el fin de semana llegó tan rápido y a la vez tan lento como se había ido la semana anterior. Tan rápido como un pestañeo, tan lento como cuando cuentas los segundos que tardas en no pestañear. Caminaba con paso apurado mirando por milésima vez la hora en mi reloj. Iba tarde.
Mierda. Iba a ganarme el regañón de año.
Sentía las botas húmedas y tenía el presentimiento de que me dejarían en el suelo en cualquier momento, suspiré resignado, otra cosa más que añadir a la lista de las cosas que necesitaba urgentemente.
Pero mi ánimo subió increíblemente cuando crucé la esquina y la vi acostada a mitad de la carretera. Me apresuré a llegar a ella y me tumbé de lado junto a su cuerpo bañado por la luz resplandeciente de la luna para poder observarla mejor. Sus ojos estaban cerrados, sus pestañas llenas de máscara negra reposaban delicadamente sobre el inicio de sus pómulos, las tenía muy largas y delgadas. Llevaba su chaqueta negra con las mangas estiradas lo más posible, y sus manos apoyadas sobre su vientre.
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Samson
RomanceÉramos como estrellas perdidas tratando de iluminar la oscuridad, pero al final terminábamos ahogándonos en nuestras propias lágrimas.