Caminamos los cuatro juntos, con nuestros hombros rozándose, tratando de absorber en lo más posible el calor del otro y mantenerlo a salvo. Nos estábamos convirtiendo en el mejor equipo del mundo, éramos inseparables. Sólo nosotros contra el mundo y todo lo demás que viniera también.
En mis anteriores años nunca fui el chico más aceptado por el simple hecho de andar siempre con expresión seria y ser de pocas palabras, y por primera vez me sentía a gusto en un grupo. No éramos muchos, pero éramos todo lo necesario para darle al mundo ese cambio que necesitaba.
Las personas tendrían que pararse un momento y observarnos, dejar de hacer oídos sordos a lo que teníamos que decir y aceptar lo innegable, el futuro de la humanidad estaba en las manos de la juventud. En las manos de esos mismos que son humillados y tratados como niños sólo por pensar un poco diferente.
Porque lo que la mayoría no entiende es que hay que incrementar el significado de las palabras y no el tono en que lo decimos para que el mensaje llegue, sólo así lograremos el cambio que tanto estábamos esperando.
Tomados de la mano y riendo tontamente nos adentramos en una tienda con un gran letrero con palabras de neón en su entrada, donde claramente podía leerse tattoos brillando aún más que la luz de la luna.
Pues si, sin pensarlo siquiera, decidimos que íbamos a tatuarnos.
Al principio no estaba muy cómodo con la idea, pero llegué a la conclusión de que si iba a estar en esta vida una sola vez, iba a disfrutarla al máximo. Iba a tatuarme, a lanzarme de un paracaídas, bañarme desnudo en un lago congelado y comer todo lo que no debería comer después de las seis de la tarde.
—¿Todos ustedes, niños, son mayores de edad? —El tatuador preguntó con semblante serio, sosteniendo un cigarrillo en sus dedos—. Porque ya saben, no quiero tener a padres enojados armando un escándalo en mi tienda —dijo sin importancia.
Brandy sonrió entusiasmada. —A partir de ahora, cuatro de octubre a exactamente doce de la madrugada, soy oficialmente mayor de edad. ¡Vamos a tatuarnos, joder! —Chilló luego de chequear la hora en su reloj, lanzando sus brazos al aire.
Esperen, ¿era su cumpleaños? ¿por qué no lo sabía? Mieeerda.
Todos estaban muy emocionandos mientras yo temblaba de miedo. ¿Que pasaría si el dueño del local llegase a descubrir que no soy mayor de edad? Obviamente Brandy y el resto del grupo lo sabían y jamás dejarían que me metiese en problemas muy graves, pero el sentimiento de pánico siempre estaba allí, extendiéndose por todo mi pecho y cada fibra sensible de mi ser.
De acuerdo, quizás no era la primera vez que hacía algo completamente ilegal por ser menor de edad, pero así se sentía.
Tomó mi mano fuertemente cuando la aguja hizo contacto con su piel pero su rostro no mostraba ninguna emoción, y entonces supe que ella era más fuerte de lo que cualquiera podría pensar o llegar a ser jamás.
En su cadera derecha quedó grabado un pequeño corazón de no más de un centímetro de ancho, y en la mía izquierda, tan solo una flecha que si me colocaba junto a ella apuntaba justamente a su nuevo corazón.
¿Tendría para ella el mismo significado que tenía para mi?
Brandon y Callie se grabaron el nombre del otro, la chica en la nuca, y el chico en un gran diseño en las costillas, rodeado de flores y estrellas impresionantes. Me intrigaba la fuerte conexión que tenían ambos chicos, y como su amor podía casi palparse en el aire, y por un momento casi sentí celos de ellos.
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Samson
RomanceÉramos como estrellas perdidas tratando de iluminar la oscuridad, pero al final terminábamos ahogándonos en nuestras propias lágrimas.