Desperté al escuchar el melodioso cantar de los pájaros en la mañana. La habitación ya se encontraba bastante iluminada por los rayos del sol, por lo que calculé eran un poco más de las seis.
Traté de removerme entre las sábanas, pero me quedé estático cuando sentí un cuerpo enredado con el mío.
Vi ondas oscuros y piel blanca como el papel descansando a mi lado. Sentí el calor de su cuerpo arroparme y su respiración cálida chocando contra la piel de mi cuello. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, desde mi cabeza hasta la punta de mis pies, cuando empezó a moverse un poco y su brazo rodeó mi estómago. La estreché fuertemente en mis brazos, tan a gusto con tenerla a mi lado.
La vista que tenía en estos momentos de ella jamás había sido tan deslumbrante. Tanto que te robaba el aliento.
Se había retirado todo rastro de maquillaje la noche anterior con una pequeña toallita húmeda antes de recostarse a mi lado, dejando a la vista su suave y rosada piel.
¿Cómo una persona puede causar tantas emociones, una completa montaña rusa, en alguien más?
Con delicadeza aparté algunos mechones de cabello de su rostro, tan suaves que sentía que podían deshacerse entre mis dedos. Dejé de respirar cuando su frente se frunció un poco, lo que menos quería era despertarla. Ultimamente pocas eran las veces en que ella se encontraba de una manera tan pacífica y relajada, y quería aprovecharlo en lo más posible, ya que su tranquilidad era la mía también.
No podía pensar con claridad si sabía que esos ojos, pozos de agua azul clara escondían algún tipo de preocupación tras ellos.
Me incliné y besé su frente antes de levantarme y dirigirme al baño del pasillo, asegurándome de cerrar la puerta con sumo cuidado.
Eché un breve vistazo a la cocina para verificar si mi padre ya estaba despierto, pero no había rastros de él por ninguna parte.
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Samson
RomanceÉramos como estrellas perdidas tratando de iluminar la oscuridad, pero al final terminábamos ahogándonos en nuestras propias lágrimas.