Capítulo 18 | Travesuras de medianoche.

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        Brandy me jaló de la mano con esa salvaje sonrisa tirando de sus rojizos labios, entrelazó sus dedos con los mios y me acercó más a ella. Brandon y Callie seguían nuestros pasos luego de dejar a la pequeña Rosie dormida en la habitación de huéspedes al final del pasillo, pasó el brazo por sobre los hombros de su novia y le besó la cabeza. Recordaba con claridad aquellos tiempos donde sentía envidia de ellos y la preciosa relación que mantenían, como podían abrazarse y besarse donde sea y cuando sea, sonreí por lo mucho que había cambiado todo hasta ahora. Si sentía algo por ellos, definitivamente ya no era nada de envidia, sino un cariño increíble, porque todo lo que imaginaba al verlos por fin lo tenía para mi.

Giré mi cabeza al frente para volver a ver a Brandy, quien me guiñó un ojo coqueta, la notaba aún más vivaz de lo que ya de por si era y todo desde que habíamos pronunciado aquellas palabras. Me encontraba tan hipnotizado por su mirada azulada que no noté cuando su cuerpo chocó contra uno unos cuantos centímetros más alto que ambos. Se giró rápidamente, sus dedos soltando los mios. Observamos a la alta figura que se cernía con superioridad sobre nosotros.

—Hola papi —sonrió la pelinegra con inocencia.

Su padre se cruzó de brazos, para luego darnos una rápida mirada al resto de nosotros. —¿A donde van, princesa? Ya es tarde.

—Saldremos a jugar un ratito, ¿me prestas tu camioneta? —No podía ver su rostro pero casi juré que le estaba haciendo ojitos lindos a su padre para convencerlo.

Me miró receloso, su mascara de supuesta comodidad conmigo se estaba cayendo, lo pensó varios minutos y luego cedió. —De acuerdo —tanteó sus bolsillos hasta encontrar las llaves y entregárselas a su hija.

Ella chilló emocionada tomándolas de su mano, dando pequeños saltitos y poniéndose de puntas para plantar un beso en la mejilla del señor Williams. —Pero por favor, vuelve antes de la media noche, las calles se ponen peligrosas luego de esa hora.

—De acuerdo, vamos chicos —sonrió y empezó a caminar a través del salón, haciendo señas con sus manos para que la siguiéramos.

Di dos pasos hasta que la mano de Christian tomó fuertemente mi brazo, observó como Callie y Brandon pasaron por nuestro lado siguiendo a Brandy sin darnos mucha importancia, luego habló: —Recuerda lo que te he dicho —gruñó en un tono bajo, mirándome amenazadoramente.

Aparté su mano de mi de un tirón y lo miré con las cejas fruncidas. —Pero que poco le duró toda esa fachada de padre bondadoso ¿no?

Respiró hondamente y entrecerró sus ojos. Sonreí con falsedad y di un paso adelante. —Con su permiso, mi novia me espera para hacer algunas travesuras en las calles, y quizás si me portó bien, podré como recompensa tenerla desnuda en mi cama. —Me miró con furia, la vena de su cuello quedando completamente marcada, sus puños apretándose—. Buenas noches, señor Williams.

Le di una última mirada por sobre mi hombro y me largué de allí. Mentalmente me di un premio y una palmadita en la espalda. Cuando alcancé a los chicos en el garage la imagen que tenía me hizo silbar. Brandy sentada sobre él capó de esa brillante camioneta plateada de doble cabina, mientras mordía su labio y jugaba con su cabello. Santo Dios. Necesitaría un momento para recuperarme de esa imagen.

El castaño y la rubia entraron en la parte de atrás del vehículo ignorando por completo nuestra presencia. Observé a la pelinegra de nuevo, mis ojos corriendo por sus largas piernas, su mano lentamente levantando la falda de su vestido. Se echó a reír cuando abrí mis ojos de par en par y suspiré abanicando mi rostro con mi mano.

—¡Hey, chico malo! —rápidamente miré su rostro sintiéndome aturdido—, ¿sabes manejar?

Asentí y caminé hacia ella con las manos en los bolsillos. —Ryan nos enseñó a Finn y a mi el verano pasado, presenté la prueba un par de meses antes de llegar aquí, pero dudo mucho que mi licencia sea válida aquí en Estados Unidos.

SamsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora