Capítulo 2

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John y Linda se alejaron mutuamente mientras uno de los dos se les ocurría un buen pretexto y argumentar
porque estaban juntos en el baño, era algo indecente, inmoral, y sobre todo, mal pensado. Así que Linda se le ocurrió la idea pensando.

—Nunca subestimes el poder de la negación. — le susurró y después abrió la puerta.

Al ver las miradas tan elocuentes y confundidas de sus respectivas parejas, ella dijo:

—Oh, lo siento, pero es que John se sentía mal, entonces tuve que atenderlo medicamente, entonces por eso, usábamos el botiquín.

—Sí, es verdad. Linda me estaba ayudando.

—Cariñito...— dijo Yoko fingiendo ternura. — ¿Por qué no me lo dijiste a mí? Sabes que siempre te puedo curar de todo lo malo que te pase.

—Es que no quería incomodarte, amor.

—Bueno...— Yoko se mostraba evidentemente molesta y celosa. — Paul, creo que el vuelo a Londres es largo y atareado, están trabajando en un nuevo disco entonces supongo que nunca han de tener tiempo libre ¿No? Gracias por venir. — en pocas palabras, los corrió.

—Sí, tienes razón Yoko. — dijo Paul entendiendo su obvia despedida. — Ya tenemos que irnos, vamos Linda.

—Sí cariño. — lo tomo del brazo.

—Nos vemos John, feliz cumpleaños.

—Gracias Macca.

—Pásatela bien John. — Linda por su parte, le dio un abrazo para después susurrarle. — No olvides lo que te dije, negación total.

—Está bien, gracias Linda.

—Nos vemos, no tardaremos en regresar. Cuidan al pequeño Sean. — dijo Paul cuando ya estaba fuera del departamento.

—Adiós. — finalizó Yoko y les cerró la puerta en la cara.

John y Yoko se sentaron en el sofá, uno en cada extremo, como solían hacerlo, entonces ella se le acercó de una manera bastante brusca y después saco su navaja, aquella con la que estaba tan acostumbrada a amenazar a su marido.

—Dime la verdad ¿Qué hacías con Linda en el baño?

—Nada...— dijo John después de ver el filoso cuchillo sobre su cuello. — Ya te dije, solamente me curaba, tenía una fiebre terrible.

—Claro, como no...— Yoko acercó más la navaja. — Solamente recuerda que... si me estás engañando, te demandaré hasta por lo que no tienes.

—No te engaño, porque nunca te he amado.

—Síguele John y pronto tu hijito Julian conocerá personalmente a su abuelita Julia ¿Entendiste? ¿Así que porque no mejor subes y le das las buenas noches a Sean?

—Muy bien. — las lágrimas de John no tardaron en salir. — En un momento subo.

—Gracias. — guardó la navaja y le dio un beso en la mejilla. — Recuerda que te amo.

Yoko subió perversamente hasta las escaleras y de ahí se dirigió a su enorme y prolongada habitación, mientras que John no dejaba de lamentarse el porqué de su vida tan lamentable y patética, se quitó los lentes solamente para que sus lágrimas corrieran sin propósito alguno.

"¿Por qué me dejaste?" Se preguntaba en cuanto veía la fotografía de su ex mujer, Cynthia.

(...)

El vuelo número 43 a Londres pronto partiría y los McCartney estaban listos para irse y regresar a casa. Durante toda la espera, Paul no tomo ni bebió nada, necesitaba que su voz se encontrara fina y dispuesta para poder cantar aquella canción que siempre le daba dificultad "I'm Carrying". Así que no probó ningún alimento, ni siquiera cuando estuvieron ya dentro del avión.

El tercer hijo de John LennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora