Capítulo 8

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N/A

La razón por la que re-subí los capítulos es que a penas me dí cuenta que el capítulo número 5 ya no estaba, así que si tú olvidaste leerlo, o los nuevos lectores, puedan leer y darle la continuidad a la historia.

Este es el capítulo que sigue n.n
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El vuelo que había tomado Paul McCartney había tardado más de lo normal, pero aun así regreso a su destino primordial, Londres. Así que saliendo rápidamente de la sala de abordar y tomando su equipaje, intentó esquivar a todos los malditos reporteros que siempre lo acechaban.

Preguntas como ¿Dónde está Linda? Sonaron por su cabeza infinidad de veces, no lo dejaban pasar y ni siquiera los guardias de seguridad eran suficientes. Caminaba molesto, quitando a todas las personas, empujándolas e intentando pasar desapercibido para los demás, pero hasta el flash de la cámara lo apuntaba firmemente.

No solo aquella pregunta, sino otras, los rumores de un posible divorcio entre los McCartney se hacían sonar cada vez y mucho peor, pero él no quería pensar ni siquiera en eso.

Finalmente logró entra a su automóvil, donde su chofer especializado ya lo esperaba.

—Señor McCartney. — dijo mientras conducía. — ¿Y su mujer?

—Eso no te importa. — respondió furioso mientras se ponía sus lentes negros.

Ese chofer no fue el único que sufrió de los malos tratos de un enojado Paul, ya que él también con la demás servidumbre se desquitaba, las empujaba o sencillamente no quería hablar con ellas, cargo sus maletas de mala gana para aventarlas en el piso de la habitación, cerró con seguro, procurando que ninguno de sus hijos lo hubieran visto peor que una fiera.

—Maldita sea. — exclamó. — ¡MALDITA SEA! — pateó lo primero que encontró.

¿Cómo es que Paul podría dormir en la misma cama donde había compartido tan buenos como malos momentos con su esposa? No quería divorciarse, ni siquiera se le había pasado por la cabeza eso, lágrimas de odio comenzaron a salir, cerró las cortinas de su casa y se sentó en el piso, en la total y absoluta oscuridad de la noche, ni la luz de la luna podía pasar en ese pequeño espacio, donde el mismo Macca se había confinado.

Pero sus hijas no eran tontas, así que las pequeñas Stella, Mary y la respectiva Heather corrieron emocionadas, habían esperado a sus padres ausentes desde hace varios días.

— ¡Papi! ¡Papi! — dijeron las niñas Mary y Stella, golpeando la puerta con alegría.

—Dejen a papi solo...— susurró entre llanto.

— ¿Papá? — Heather, que ya era la mayor, podía comprender el estado en el que su padre se encontraba, más que nada por el escándalo que había provocado momentos antes.

—Váyanse niñas...— su dolencia se escuchaba al máximo. — Por favor.

Heather McCartney convenció a las niñas de que era mejor jugar a esperar la llegada de su padre, las mantuvo entretenidas con una película mientras ella aprovecho para intentar hablar con su padre, ella también tenía 16 años, por lo tanto su vida, las enseñanzas de su madre y lo que había tenido que pasar, la hicieron más madura a su edad y lo suficiente para poder comprender cualquier situación que pasaba.

— ¿Papá? — volvió a tocar la puerta. — Soy solamente yo, Heather.

—Vete, no te preocupes... hija, todo esta bien. — dijo con el tono más falso posible.

El tercer hijo de John LennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora