Contado por Alek
-Leo, espera -lo alcancé justo antes de que llegara al pasillo donde está la entrada a su casa- Necesito hablar contigo.
-¿Qué sucede? -me preguntó dejando de caminar. Me quedé observándolo por un momento, lucía cansado y tenía el rostro demacrado, las ojeras bajo sus ojos eran sumamente notorias indicando que no había dormido.
-Venía a avisarte que en una hora iremos a la biblioteca para iniciar el trabajo que tendremos que presentar en clase -comenté sin despegar mis ojos de él.
-Lo lamento, pero no tengo intensiones de ir -refutó con voz apagada, en verdad que se encontraba mal y quisiera preguntarle la razón pero parecía inadecuado en este momento.
-Pero no podremos poner tu nombre porque es una exposición y se supone que todos tendremos que participar en ella.
Agitó la cabeza en señal de desaprobación.
-No les estoy pidiendo que pongan mi nombre ni nada parecido, soy consiente de lo que me dices pero francamente prefiero reprobar.
Se dio media vuelta para irse pero lo tomé del brazo impidiendole que continuara. No se que tantos problemas tenga, pero él parecía ser a alguien a quien le importa demasiado la escuela y si estaba dispuesto a reprobar, entonces debía de ser mas grave de lo que parece.
-No tengo claro que es lo que te sucede, pero no puedes simplemente hacer a un lado el trabajo y arriesgar una calificación que te has esforzado por mantener -dije rogando que entrara en razón y estuviera dispuesto a ayudarnos.
-Exactamente. No sabes lo que me sucede y por eso no debería de importarte mucho si decido participar o no, en el trabajo -habló irritado y se soltó de mi agarre pues estaba dispuesto a irse.
Algo me decía que no podía simplemente dejarlo y ya, mi conciencia no me dejaría tranquilo si lo hiciera. Leo es un buen tipo y aunque en estos momentos parecía a punto de explotar, estoy seguro de que seguía siendolo pero solo necesitaba desahogarse.
-Pues podrías explicarme lo que te sucede -le dije haciendo que se detuviera en seco- No soy muy bueno dando consejos si es que necesitarías uno, pero soy muy bueno escuchando y parece que necesitas contarle a alguien lo que sea que te está agobiando.
Volteó y parecía estar a punto de contestarme algo pero no lo hizo.
-Ven -le hice ademanes para que se acercara a mi y lo hizo dudando- podemos caminar mientras me cuentas lo que te sucede.
Comenzamos a caminar a través de los largos y viejos pasillos del castillo sin rumbo alguno. Había un silencio sepulcral entre ambos, no quise decir nada porque se sentiría presionado y decidí aguardar en silencio hasta él que quisiera contarme. Después de cerca de cinco minutos por fin se atrevió a hablar.
-La razón por la que no quiero ir a hacer el trabajo con ustedes es por Israel.
Espere que continuara hablando pero él parecía esperar una reacción de mi parte o algo así.
-Eso lo deduje desde hace tiempo -comenté sin mas- ¿Estás molesto porque nunca te dijo sobre su poder?
Asintió levemente con la cabeza. Nos detuvimos y nos sentamos en una banca que había cerca de nosotros.
-Se que eso lastima porque muchas de las veces significa que esa persona no confía en ti, pero... -continué hablando- en ocasiones no es que no confíen en ti, sino que hay secretos que pueden ser una pesada carga al saberlos y puede que lo quieran es evitartelo.
-¿Pero por qué sería una carga para mi si me lo hubiera dicho?
-No lo sé, pero si tu quieres saberlo deberías de hablar con él.
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III: El secreto del hechicero
De TodoDespués de lograr sobrevivir a la guerra de los ángeles, los protagonistas Justin e Israel tendrán un nuevo problema, ir a la escuela. Pero no es una escuela normal si no una escuela de hechiceros. Ahí encontraran otros problemas con los cuales lidi...