Gerard le temía a las agujas. Siempre había sido un temor que lo había acompañado desde niño y las odiaba. Irónicamente se pinchaba con ellas casi todos los días. ¿Confundido?
Gerard es drogadicto.
Pero drogadicto es una palabra muy fuerte. Él prefiere ser llamado "adicto a ciertas sustancias", un término que se aplicaba mejor a él, tal y como siempre se lo repetía a sus amigos.
Pero Gerard no le prestaba mucha atención a las palabras, sino al efecto. Era adicto a la heroína y a la marihuana. Sólo fumaba marihuana de vez en cuando, pues lo que más le apetecía era la heroína. Una maravillosa sustancia hipnótica que le hacía olvidar todo cuanto le molestaba y aquejaba. Amaba la sensación de placer correr por su cuerpo al inyectarse la droga en sus venas. Era el único escape de la realidad que tenía. Inyectarse era un problema para él puesto que las agujas le daban miedo, pero una vez que lo hacía ya no le preocupaba en absoluto. Los efectos de la heroína repelían todo temor y eso le encantaba.
Un drogadicto con miedo a las agujas. Gerard siempre lo había encontrado gracioso e irónico. Seguramente iría a parar a la historia como la persona que se inyectaba droga pero que le temía a las agujas. Se imaginaba a alguien contándole su anécdota a un amigo:
— ¿Conoces a Gerard Way? Era un idiota drogadicto que le temía a las agujas.
Quizás estaba exagerando, pero uno nunca sabía lo que podía pasar en el futuro. Sobre todo cuando toda tu escuela sabe que eres un drogadicto suicida. La escuela era una de las principales causas de porque odiaba su vida. Una pocilga llena de mediocres narcisistas y egoístas a la que se veía obligado a ir. Un grupo en particular le hacían la vida imposible. Él no pertenecía allí. Odiaba al maldito sistema y quería escapar de él.
Sabía que la heroína lo estaba matando lentamente, envenenado su sistema por dentro más y más con cada dosis. Sin embargo, Gerard ni siquiera se inmutaba. Ya había intentado suicidarse otras veces en el pasado, pero los paramédicos, Mikey, el destino, o lo que sea que haya actuado para que estuviera vivito y coleando en este momento habían evitado su muerte.
A la edad 15 años había ingerido toda una caja de píldoras para dormir de su madre que había encontrado en el baño. ¿Funcionó? Claro que no. Su madre lo había encontrado poco después yaciendo semi muerto en el suelo y llamó a los paramédicos. Fue trasladado rápidamente al hospital donde le hicieron un lavado de estómago que salvó su vida. Gerard no podía recordar nada de lo sucedido pero de acuerdo con lo que le había dicho su hermano Mikey, había llegado muerto al hospital y lo habían salvado por poco. Gerard deseo que no lo hubieran hecho.
A los 16 había intentado suicidarse contándose las venas. Personalmente no era su opción favorita, pero decidió que era la más efectiva después del fiasco de la vez anterior. Si volvía a ingerir pastillas posiblemente le harían un lavado de estómago de nuevo, en cambio si se cortaba las venas habría menos posibilidades de que lo pudiesen salvar si lo encontraban. También había considerado ahorcarse, pero ese no era su estilo.
Había tomado un cuchillo de la cocina, cosa que le fue fácil puesto que su madre no estaba en casa. Aunque de todos modos le hubiera sido fácil incluso con su madre en la casa, ella no se fijaba en lo que hacían sus hijos.
Todo fue igual a la vez anterior, solo que esa vez lo había encontrado Mikey. Ver a tu hermano cubierto en un charco de sangre con el rostro pálido, y posiblemente muerto no era algo que alguien quisiera vivir nunca. No culpaba a su hermano por tener problemas psicológicos, porque estaba seguro de que verlo en ese estado sólo los había empeorado. Pero de alguna manera Mikey se las había arreglado para conseguir ayuda.
Cuando despertó, el médico que lo atendió le dijo que su hermano había entrado en pánico cuando lo encontró. Sin saber qué hacer, corrió hacía la calle completamente histérico gritando por ayuda, y unos vecinos habían salido para ver qué sucedía. Posteriormente entraron a la casa, y al verme en ese estado llamaron a una ambulancia.
Ese suceso le cayó como agua fría. Le hizo darse cuenta de la horrible realidad en la que vivía. No podía dejar a Mikey solo. Aunque sólo fuera un año menor, Mikey dependía emocionalmente de él, dejando de lado el hecho de si era algo bueno o malo. Posiblemente malo. Su padre los había abandonado cuando Gerard era muy pequeño y Mikey apenas un bebé, y su madre no era una opción. Le importaban más sus propios asuntos que la vida de sus dos enfermos hijos. Las cicatrices en sus muñecas eran un recuerdo de lo sucedido con Mikey, y Gerard iba a ser fuerte por él... O al menos lo intentaría.
Después de aquello, únicamente había intentado quitarse la vida una vez más. Meses después de su segundo intento, había sufrido una recaída emocional que le hizo querer saltar de un puente. Lo sé, algo cursi y antiguo. Pero fue lo mejor que se le ocurrió en su momento. Era una mañana fría y lluviosa, y no se veía a nadie por las calles. Entonces un sujeto lo vio. Se llamaba Marcus y era unos años mayor que él. Sin mencionar que era muy apuesto; rubio, de ojos verdes y musculoso. El estereotipo común. Hasta el día de hoy Gerard no supo como lo convenció de no saltar, quizás porque se había tomado la molestia de hablar con él y después lo había invitado a beber un café con él. Fuera como fuera Gerard no pudo resistirse a rechazar la oferta. No todos los días un chico apuesto te invita a salir con él, mucho menos a alguien feo como Gerard. Así es, se tenía muy poca autoestima.
El tema es que ambos comenzaron a hablar y posteriormente a salir. Gerard sabía que le gustaban los chicos, lo había sabido desde que tenía memoria y estaba bien con ello. No era como otros que se negaban a aceptarlo por miedo a ser juzgados por la sociedad. Gerard se cagaba en la sociedad y en sus absurdas reglas.
Marcus fue el primer "novio" que tuvo, si es que se puede llamar novio, puesto que lo único que hacían juntos era follar, beber y consumir drogas. No había amor. Marcus lo había introducido en el mundo de las drogas, primero con la marihuana y luego con la cocaína. Era una relación tóxica, pero Gerard estaba de acuerdo con ello porque no conocía nada más.
Con el paso del tiempo lo que tenía con Marcus terminó cuando este lo dejó por otro chico más apuesto. Dolió al comienzo, pero sólo un poco. Las drogas evitaban todo dolor y angustia. Marcus pudo haberlo dejado, pero Gerard no dejó las drogas, sino que se metió más y más en su mundo. Cuando la cocaína ya no tenía el efecto deseado en él, comenzó a consumir heroína. Ahora con 17 años, lo seguía haciendo. Y no tenía planeado parar.
Tenía en su escuela un pequeño grupo de amigos igual de trastornados y desquiciados como él. Mikey también era parte de él y se hacían llamar "Suicide Club", el club de los suicidas. Eran sólo cuatro, y todos en la escuela sabían lo locos que eran y los evitaban, pues nadie quería ser visto hablando con un paria. Eso estaba bien para ellos, no le interesaban los demás.
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suicide club ↠ frerard
Fanfiction"I would drive on to the end with you." Gerard, Frank, Mikey y Ray son los parias de su escuela. Cada uno de ellos con peculiaridades diferentes, forman parte de un grupo conocido como "Suicide Club", el club de los suicidas. Juntos cometerán una se...