Epílogo

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El moreno le miró con deseo en sus ojos. Gerard permitió que le quitase la camiseta, dejando al descubierto su famélico torso pálido.

— Hermoso —dijo éste al ver su conflicto interno. Era un asco, prefería dejársela puesta. No entendía cómo podría parecerle atractivo aún estando en sus huesos. Pero sonrió y Frank adoraba su sonrisa. No sonreía a menudo, pero definitivamente era una de las cosas más adorables que hubiera visto. Le hacía ver tan... Inocente.

Llevó sus manos a sus caderas y las fue deslizando por su espalda a medida que depositaba besos en su torso y recorrió todo el camino hasta llegar a sus labios rosados. Se detuvo allí y violó su boca hasta que ya no le quedó saliva para hacerlo. Frank se sentía tan pleno y a gusto en lo que hacía qué se tomaba su tiempo, nada de apuros.

Era la primera vez que se encontraban en un lugar dónde podían descansar, a pesar de que aquel no era el primer motel en el que hacían una parada. Habían estado andando en la carretera por días, y en todo ese tiempo la única utilidad que habían tenido los sucios cuartos de motel había sido para dormir. Usualmente lo hacían en el mismo auto, pero se sentía bien el dormir en una cama de vez en cuando. Te hacía pensar que tenías un hogar.

Y en aquella ocasión las cosas se habían tornado más serias en la pequeña habitación. Ni siquiera supo quién lo comenzó; Gerard seguía estando deprimido por el haber tenido que separarse de Mikey, Frank no lo obligaría a hacer nada, en cambio, trataba de brindarle el apoyo moral que necesitaba. Pero simplemente sucedió y no lo detuvieron, más bien echaron leña al fuego.

Frank atrapó el cuerpo de Gerard entre sus brazos, quien hasta ese entonces había estado sentado en su regazo, y le hizo recostarse de espaldas en la cama. Luego tomó su correspondido lugar entre sus piernas, podía sentir su erección crecer al hacer fricción con la contraria. Besó su cuello, no utilizó dientes ni chupo con la intención de dejar una marca, solo lo besó. Y lo hizo porque podía hacerlo.

Recordaba cómo había sido su primera experiencia sexual con él; brusca y sin amor. Ese tiempo ahora parecía tan lejano que le costaba creer que hubiera sucedido hace apenas unos meses. El asunto de Shawn, Damon... Todo parecía tan lejano... Pero eso había quedado en el pasado; estaban comenzando una nueva vida lejos de todo lo malo.

Sus dedos se enrocaron en el borde de los jeans y ropa interior de Gerard, no tuvo que hacer mucho para lograr quitarlos, simplemente se deslizaron por su piel de seda con suma facilidad. Gerard soltó un gemido al sentir la brisa fría de la noche rozar sus partes, pero bajo el calor corporal del cuerpo de Frank todo escalofrío pronto lo abandonó.

Intercambiaron más besos y caricias antes de que Frank se diera cuenta que también estaba completamente desnudo, sospechaba que Gerard había tenido algo que ver. Pero había estado tan ocupado en su tarea de besarlo que si un meteoro hubiera caído en el motel no se habría dado cuenta de ello. Así de despistado era cuando se trataba de Gerard.

Y la penetración no se hizo tardar, suave y lenta al comienzo. Gerard clavaba sus uñas en su espalda, Frank era cuidadoso y al entrar en él espero que su interior se acostumbrase a su miembro para no causarle dolor, era lo último que quería. Cuando sintió que estaba listo, comenzó a moverse, sintiendo la calidez de sus cuerpos unidos en uno.

Nunca antes se había sentido más cerca de Gerard como lo hizo aquella noche, creyó que lo había hecho pero en realidad había estado muy equivocado. Aquella apasionada noche juró su amor por él, selló su compromiso y su promesa de no dejarlo nunca. Jamás se había sentido tan pleno.

La habitación se llenó de gemidos y más gemidos. Los gemidos de Frank se mezclaban con los de Gerard y viceversa. No le importaba si podían escucharse en otras habitaciones, lo que importaba realmente eran ellos dos, nadie más. Esa noche sólo eran ellos dos.

No tardó en liberar su semilla, Gerard sintió como el líquido cálido lo invadía. Él vino poco después, manchando ambos estómagos, él suyo y el de Frank. Pero no podría impórtales menos.

Permanecieron abrazados mientras respiraban entrecortadamente, Frank aún sin salir de su interior. Le gustaba la sensación y Gerard no parecía quejarse. Besó sus labios una vez más, no sin antes lamer el líquido blanquecino y salado del estómago contrario y saborearlo. Gerard gimió en el beso, sintiendo el sabor de su propio semen en su boca.

— Te amo —le dijo Frank, sin esperar ninguna respuesta a cambio. Pero quedó sorprendido cuando de hecho lo hizo.

— Te amo —respondió Gerard a su vez.

Era la primera vez que le oía decir algo como aquello, y se sintió bien, jodidamente bien.

Frank no se atrevió a moverse en un buen rato, acurrucarse con Gerard era absolutamente hermoso y no quería romper el momento. Pero cuando la naturaleza hizo su llamado no le quedó otra que separarse y levantarse para ir al baño.

Sintió un escalofrío cuando sus pies tocaron el piso frío. Gerard se incorporó en un brazo y le observó irse desde la cama. Le sonrió cuando Frank sintió su mirada en él y se volteó. La sábana vagamente lo cubría, no era que podía quejarse. Frank también sonrío, y luego procedió a abrir la puerta del baño, pero algo la trababa desde adentro.

¿Qué demonios? Lo intentó otras varias veces y tuvo que aplicar fuerza para lograr abrirla. Algo pesado parecía estar interfiriendo desde el otro lado. Cuando la abrió lo primero que captaron sus ojos fue rojo. Mucho rojo.

Había un charco de sangre en el piso de baldosas blancas que sus pies desnudos tocaron. Se estremeció ante la sensación y dio un paso hacia atrás. El cuerpo de una mujer joven a la que reconoció como una de las sirvientas del motel yacía sin vida en el baño. Sus ojos azules estaban abiertos y a juzgar por la herida en su cuello había sido atacada con un cuchillo.

Se volvió hacia el cuarto y buscó la mirada de Gerard. Este solo le sonrió.

— No me gusto la manera como te miró al llegar. Tuve que encargarme de ella.

suicide club ↠ frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora