Would you carry me to the end?

620 139 70
                                    

Dolor. Dolor era todo lo que podía sentir.

Despertó con un punzante dolor extendiéndose por su lóbulo frontal; todos sus sentidos parecían estar enfocados específicamente en aquel dolor, impidiéndole pensar en otra cosa. Sin embargo, los recuerdos más recientes de lo que había sucedido con anterioridad inundaron su mente como un balde de agua helada. Damon, los cuerpos, el niño, Gerard... Gerard divagando sobre que iban a ir por él y que lo dejaría. Luego todo se volvió borroso, recordaba que Gerard lo golpeó en la cabeza con un objeto, recordaba su mirada inundada por la locura... Su desesperación al creer que iba a ser abandonado... Su temor por quedarse solo.

— Gerard... —balbuceó Frank, buscando con la mirada cualquier indicio del muchacho por el lugar, pero se encontró con que estaba completamente solo con excepción del cadáver de Damon y el pequeño niño, los cuales habían comenzado a apestar. Ya había amanecido y la marchita luz del día se dejaba entrar por ventana. ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente? Llevó una mano a su dolorida frente y sus dedos se mancharon de rojo. Tenía una buena herida allí.

Se incorporó del suelo frío a duras penas; sosteniéndose a sí mismo en la cama. Todo le daba vueltas y sentía que caería al suelo de nuevo si no se sostenía en algo fijo. Con una mano fijada fuertemente en la pared con el fin de evitar caer, salió del cuarto y deambuló por la casa en busca de Gerard.

Sin embargo, no lo encontró por ningún lugar cercano. Fue hasta la cocina donde vio el cuerpo sin vida de Dana en la misma posición en la cual la habían dejado, pero no había señales del perturbado chico al que buscaba. ¿Dónde mierda había ido? Tenía que encontrarlo antes que hiciera algo estúpido o algo muy tonto. Lo presentía.

Su primera opción fue ir hacia la residencia Way. La sangre ahora seca en su frente se sentía áspera al tacto, pero no le importó salir así, de todo modos no había nadie en las calles. No supo como demonios hizo para llegar, pero cuando lo hizo no escatimó nada de tiempo y prácticamente irrumpió dentro de la casa tal criminal. Gritó el nombre de Gerard varias veces pero no obtuvo respuesta alguna. Subió escaleras arriba y se detuvo en mitad del pasillo al oír sollozos venir de la habitación que sabía era la de Gerard, así que durante los breves segundos que le tomó llegar hasta ahí se sintió esperanzado, pero no podría decir que no se decepcionó al ver que en realidad se trataba de Mikey.

— Michael —se acercó hasta él y colocó una mano sobre su hombro. El chico se encontraba en el suelo, con sus rodillas abrazadas a su pecho mientras sollozaba y balbuceaba algo que no llegaba a entender. Parecía no dar nota de su presencia allí— Mikey, ¿dónde está tu hermano?

— Gerard... Malo... Gerard... lastima —balbuceaba de manera incoherente. Frank hizo una mueca. Había vidrios rotos por todo el lugar y horribles marcas de dedos alrededor de su cuello pálido.

— ¿Gerard te hizo esto? —rozó aquellas marcas que comenzaban a adquirir un tono púrpura grisáceo. Mikey solo se estremeció bajo su toque.

— ¿Dónde está Gerard? —pero era inútil tratar con él. Lo único que parecía lograr era hacer que sus sollozos se hicieran todavía más fuertes— ¡Mikey! —lo sacudió Frank, quizás algo más fuerte de lo que debería haberlo hecho.

— ¡Él se fue! —sollozó de manera inconsolable.

— ¡¿Dónde?! ¡Mikey, necesito que me digas!

— ¡No lo sé! ¡No lo sé!

— Quédate tranquilo, ¿sí? Estarás bien... ¡Ray vendrá en cualquier momento! —le dijo, recordando que en su camino apresurado hacia la casa había hablado con el rizado.

Frank no perdió tiempo. Apenas hubo terminado de decir sus últimas palabras se incorporó y salió disparado de la habitación. Bajo las escaleras a velocidad récord y volvió a salir al mundo exterior. El sol aún no se dejaba ver en el horizonte y hacia frío. Rápidamente se puso en marcha sin ir a ningún lugar en particular. Gerard no podía estar demasiado lejos, Mikey le había dicho que se había ido pero no sabía donde. Así que comenzó a caminar y caminar en busca de cualquier signo de éste.

suicide club ↠ frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora