¿Qué tengo que hacer para convencerte?

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— ¡No puedes estar hablando enserio! —dijo Frank por décima vez en el día.

El moreno y él se encontraban caminando por las calles de regreso a sus hogares luego de la jornada escolar, aunque en realidad ellos se habían salteado la gran mayoría de esta. Gerard rodó los ojos. Mikey y Ray no habían discutido tanto como Frank, él siempre había sido el más sensato del grupo. Si tan solo Mikey y Ray estuvieran allí para apoyar su argumento... sería mucho más fácil. Pero Mikey había decidido ir a casa de Ray a hacer no sabía que cosa.

— Siempre hablo en serio —respondió, mirando al suelo. Se encontraba más concentrado en su camino que en Frank. Hizo una mueca cuando vio pasar a una mujer tirando de un carro de bebé, el cual lloraba cual demonio. Odiaba los bebés.

— Escucha, sé que Shawn es un completo idiota y se merece lo peor del mundo, pero ¿Matarlo? ¿No te parece algo extremo?

— Tú accediste a formar parte de nuestro grupo, Frank. Ya es tarde para echarte atrás —Gerard detuvo su caminar de pronto, haciendo que Frank también se detuviese para evitar chocar con él.

— Lo sé, pero jamás me imaginé que haríamos algo como esto.

— ¿Y qué esperabas? ¿Acaso creíste que haríamos manualidades? —dijo con ironía— ¿O que leeríamos libros mientras hablábamos de chismeríos como colegialas? ¿Qué tejeríamos y coseríamos? Pues en ese caso déjame decirte que te has equivocado.

— ¿Por qué Shawn en específico? —preguntó Frank mientras corría detrás de Gerard, pues éste había comenzado a caminar de nuevo y en grandes zancadas, dejándolo atrás.

— ¿Hace falta decirlo? —ante el silencio de Frank, Gerard continuó— El sujeto nos hace la vida imposible, es un cretino sin remedio y no creo que se detenga pronto. Él es como un pilar, sostiene todo el peso de una base. Si ese pilar cae, todo el edificio caerá también. Créeme, lo sé.

— ¿Cuál es tu punto?

— Mi punto es que él se lo merece, es todo. Vamos Frank, te creí más inteligente —ambos chicos se detuvieron fuera de la residencia Way. Su argumento era simple.

— ¿Y si no quiero formar parte de esto? —cuestionó Frank, no muy seguro. Su mirada oscilaba entre Gerard y sus pies, no pudiendo sostenerle la fría mirada.

— Podrías pero... No sería tan divertido sin ti —dijo— ¿Qué tengo que hacer para convencerte, Frankie? —murmuró Gerard en tono incitador. Podía ver en sus ojos que lo deseaba, Frank deseaba su carne para el. Podía verlo desde hacía algún tiempo ya, y quizás ahora podría sacar provecho de aquello, además de un buen polvo, por supuesto— Te necesito de mi lado —se acercó a este y susurro en su oído de manera húmeda. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Frank.

— Gerard, no... —quiso protestar, pero fue callado por el repentino beso que el antes nombrado le proporcionó en sus labios. Gerard los mordía y chupaba con veracidad, sin impórtale que estuvieran en medio de la calle y la gente los viera. Gerard movía sus caderas provocativamente contra las suyas, no ayudando a la situación de Frank.

Se dejó guiar hacia el interior de la casa por Gerard, quien mantenía su firme control sobre el sujetándolo de una mano. Frank se sentía atraído por Gerard, lo había estado desde el primer día que lo conoció. Y aunque tuviera demasiados vicios y cualidades no tan buenas, seguía siendo igual de apuesto para él. Frank también tenía sus demonios, todo el mundo los tenía, y había aprendido a no juzgar por ellos.

Fue sacado de sus pensamientos al llegar a la habitación de Gerard. Este desapareció por un momento dejándolo solo y luego reapareció con la mirada perdida y movimientos pesados. Frank no necesitaba ser un genio para darse cuenta de que se había drogado de nuevo. No le agradaba aquel peligroso vicio, pero Gerard nunca lo escuchaba.

Gerard lo empujó con brusquedad hacia la cama y subió a su regazo. La cercanía y los constantes roces a su entrepierna estaban provocando que su amiguito de ahí abajo comenzase a aumentar de tamaño. Todo pensamiento que cruzaba su mente en ese momento desapareció cuando Gerard tomó su mano y la guió hasta por debajo de su pantalón y finalmente a su miembro semi-erecto. A la mierda sus principios, se dijo Frank. Aquel era un momento que había deseado desde hacía mucho tiempo y no pensaba desaprovecharlo. También toda duda que había tenía desde el comienzo lo abandonó al comenzar a masturbar la hombría ajena.

Gerard comenzó a soltar gemidos de placer, su boca se encontraba semiabierta y gotas de sudor comenzaban a caer de su frente. Desabrochó los pantalones de Frank y comenzó a dedicarse a atender la dolorosa erección en sus pantalones. Frank soltó un gruñido cuando sintió los dedos fríos de Gerard sobre esta, sentía que se correría con su mero toque. Continuaron masturbándose mutuamente hasta que Gerard detuvo sus movimientos para abrir y bajar sus pantalones hasta sus rodillas.

Luego, sin previo aviso o preparación montó sobre su miembro ya erecto en toda su magnitud. Frank sujetaba sus pálidas caderas con ambas manos, mientras choques de placer eran enviados a su cuerpo con cada embestida. Gerard gemía como un animal en celo, y Frank tampoco podía aguantarse muchos gritos, aunque eso no importaba puesto que la casa estaba vacía además de ellos. Como era de esperarse, no tardó mucho tiempo en correrse y soltar su semilla dentro del cuerpo Gerard con un grito de éxtasis. Permitió que este siguiera usando su cuerpo de trapo hasta que llegó al orgasmo poco después que el. El líquido blanco mancho ambas camisas escolares pero a ninguno le importo demasiado.

Gerard salió de él y se derrumbó a su lado. Ambos respiraban con dificultad y el rostro de Gerard estaba teñido de rojo. Aquel había sido el mejor encuentro sexual que hubiera tenido Frank, había tenido unos pocos anteriores con otros sujetos cuyos nombres no recordada, pero ninguno se comparaba al chico a su lado. Y aunque sabía de qué quizás aquella era su forma de ponerlo de su parte, cosa que había logrado a la perfección, en aquel momento no le importaba.

— De acuerdo, lo haré —dijo entre respiraciones entrecortadas— Te ayudaré a matar a Shawn.

— Lo sabía —sonrió Gerard con los ojos cerrados, había obtenido justamente lo que quería— Sabía que me apoyarías, Frankie.

suicide club ↠ frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora