— No quiero que este incidente se vuelva a repetir —el director les dijo con severidad.
Los cuatro se encontraban sentados frente al escritorio de caoba pulido mientras recibían el típico y tedioso sermón del director Barnes. Si alguien ajeno a la situación hubiera visto la escena que se desarrollaba en la pequeña oficina, cuatro adolescentes con ropa desordenada y sangre en el rostro siendo reprendidos por un anciano, seguramente hubiera estallado de la risa.
Ninguno decía nada, sólo asentían cuando era necesario. Gerard ni siquiera lo escuchaba pues estaba más ocupado en sus propios pensamientos. Estaba harto de ser tratado como mierda todo el maldito tiempo. Lo que acababa de ocurrir en la cafetería no era nada en comparación con lo que tenían que soportar en la semana y nunca se terminaba; era un martirio sin fin. Los demás consideraban divertido burlarse de ellos por qué eran "diferentes" y al parecer por ese motivo se merecían ese trato del demonio. Gerard los odiaba a todos, a cada uno de ellos. Le encantaría ver sus cadáveres putrefactos sin vida yacer en el suelo mientras las moscas se alimentaban de sus fluidos corporales podridos.
— ¿No es así, señor Way? —la voz del director le sacó de su trance.
Sin darse cuenta había estado clavando sus uñas en el brazo de madera de la silla y algo de sangre había comenzado a emanar de sus uñas rotas, más no le dio importancia. Levantó la vista y vio que todas las miradas estaban fijas en él. El director lo miraba expectante.
— ¿Qué? —preguntó con voz ronca. Tenía el labio partido a causa del golpe de Shawn y le dolía como el infierno al hablar.
— Escuchen, chicos —el anciano con cabello canoso largó un suspiro cansado al notar que Gerard no le había estado escuchando—, No tienen que dejar que otros les pasen por encima, porque si lo permiten nunca podrán triunfar en la vida. Siempre tendrán a alguien que les dará órdenes —miró a cada uno de ellos como si esperase que lo entendieran.
— No fue nuestra culpa lo de la cafetería —murmuró Gerard con voz lúgubre—, Fue de Shawn y sus amigos. Nos provocaron.
— Y ustedes lo siguieron —respondió de manera cortante.
— ¡¿Qué se suponía que debíamos hacer?! —Frank saltó a su lado. El moreno tenía un pequeño corte en la frente y una fina línea de líquido rojo le caía hacía el pómulo— ¡¿Dejar que nos fastidiaran?!
— No les estoy pidiendo que lo hagan. Solo digo que en lugar de comenzar una pelea avisen a algún profesor o a mí y yo mismo me encargaré de ellos.
Frank se dejó caer en su asiento con una mueca molesta, como si no pudiese creer lo que oía. Mikey y Ray intercambiaron una mirada. Decirle a alguna autoridad de la escuela no iba a resolver nada, quizás hasta lo empeoraría, pensó Gerard.
— Ustedes tienen mucho potencial —continúo el director Barnes—, Deberían intentar unirse a algún club. Cómo al de música o croquet, algo que los mantenga ocupados.
— Todos ellos son patéticos —contradijó Mikey, hablando por primera vez en toda la sesión.
El anciano hizo ademán de querer decir algo más pero luego se dio por rendido y calló lo que iba a decir— Vuelvan a clases, chicos. Pasaré por alto lo de hoy. Y por favor, piensen en lo qué les dije— los despidió, para luego ponerse a anotar algo en su cuaderno que no llegaban a ver.
Tomaron sus mochilas del suelo y salieron de allí. Pero en lugar de dirigirse a clases como se suponía tenían que hacer, Gerard les hizo señas a sus amigos y comenzaron a caminar en el sentido contrario de los salones. Tenía algo que decirles. Quizás, después de todo, su visita al director había resultado fructífera, pues se le había ocurrido una gran y malévola idea.
~*~
El viento en el campo de juegos de la escuela movía sus ropas y cabellos de forma incesante. El equipo de fútbol no tenía práctica aquel día y además estaba vacío a esas horas de la jornada, pues todo el maldito mundo se encontraba en clases. Gerard fumaba un cigarro mientras reposaban detrás de la gradas del lugar. Era algo así como su escondite y solían ir allí para escapar de las tediosas horas de escuela. Su labio le dolía como el infierno con cada bocanada pero no iba a detenerse.
— El idiota de Damon me golpeó en la nariz —Ray se quejó mientras limpiaba su sangrante nariz con un trapo. En efecto, el rizado había recibido un golpe en medio del tabique y toda el área se veía roja. Seguramente se formaría un buen hematoma.
— Todos recibimos algún golpe, Ray —Frank murmuró sentado en el césped. Él también se encontraba con un cigarro en mano— Excepto quizás Mikey.
— Golpes no visibles, dirás —constestó el menor en tono burlón, a la vez que se llevaba suinhalador a la boca— Estoy harto de todo esto.
— Todos lo estamos, Mikoey.
— Tengo una idea. La solución a todos nuestros problemas —interrumpió Gerard, de pie. Había permacido callado todo aquel tiempo formulando en su mente su maravilloso plan. Sus amigos lo miraron y Gerard sonrió con una sonrisa macabra— Quizás el director tenga razón, deberíamos unirnos a un club.
— No estarás hablando en serio —murmuró Frank con una fuerte carcajada— ¿Unirnos a un club, nosotros? ¿Es un chiste?
— Quizás el golpe le afectó el cerebro —sugirió Ray.
— Pero no a cualquier club —prosiguió, ignorando los comentarios— A un club creado por nosotros, los rechazados, los parias. Nadie más podrá formar parte de él. Sólo nosotros cuatro.
Nadie dijo nada en los siguientes segundos. Los tres intercambiaron miradas confusas entre ellos.
— ¿Hablas en serio, Gerard? —fue Mikey quién rompió el silencio.
— Muy en serio, hermanito —sonrió— Será nuestro secreto. ¿Qué dicen? ¿Están conmigo o no?
— Por mí está bien —comentó Ray, sin sospechar de nada— Creo que será divertido.
— Estoy dentro —Mikey murmuró, sonriendo maliciosamente. Si algo tenían en común era que ambos hermanos compartían la misma locura.
— ¿Frank? —ahora todas la miradas se digieron al moreno.
— Sí, por qué no —respondió con una sonrisa luego de un rato. ¿Qué tan malo podía ser?— ¿Cómo nos llamaremos? Tiene que ser un nombre original.
— El nombre es lo último que importa, Frank —Gerard no podía creer que se preocupase por el nombre cuando habían cosas más importantes de las cuales tratar.
— ¿Que les parece 'El club de los suicidas'? —sugirió Ray.
— Me gusta ese nombre —coincidió el moreno.
— Primero lo primero —murmuró Gerard, solemne— Debemos concentrarnos en nuestra primera tarea como grupo: asesinar a Shawn Richards.
ESTÁS LEYENDO
suicide club ↠ frerard
Fanfiction"I would drive on to the end with you." Gerard, Frank, Mikey y Ray son los parias de su escuela. Cada uno de ellos con peculiaridades diferentes, forman parte de un grupo conocido como "Suicide Club", el club de los suicidas. Juntos cometerán una se...