Capitulo 24.

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Traté de tranquilizar mis emociones pero fue completamente nulo. Rubius me miraba atento, esperando una respuesta. Eva me había dicho que no le dijera a Rubén nada, quería que quedara entre nosotras y eso haré aunque no estaba bien. Me las arreglé para sonreír y parecer como si no hubiese pasado nada, me acerqué a él y le planté un pequeño beso en la boca.

— De acuerdo, tengo que salir pero si quieres más tarde puedo venir de nuevo.

Soltó una risa amarga llena de mal humor y se paró de la silla, quedando en frente de mi. Haciéndome ver más pequeña, haciéndome sentir tan indefensa como una hormiga.

— ¿Para donde irás a las 7:20 de la noche?

Levante una ceja y me limité de decir ;— Solo voy a acompañar a Eva a comprar algo.

Pareció creerme. El truco de la ceja siempre lo hacía caer, me hacía parecer decidida y segura, él mismo me lo habia dicho.

— ¿Que quiere comprar? ¿por que no va sola?

Me tomó unos milisegundos para inventar una mentira que él creyera y no cuestionada más.

— Eva tiene la regla, necesita pastillas.

Abrió los ojos como platos mirando al piso, parecía incómodo. Si supiera que es todo lo contrario.
Los segundos pasaron y el seguía sin emitir sonido alguno.

— Bueno..

— ¡Por supuesto que quiero que vengas, chavalina!

Hizo que medio saltara de mi lugar con semejante gritico, juro que no me lo esperaba.

— ¿Chavalina?

— Si, vale es que lo he inventado para decirnos tu y yo así. Chavalino y chavalina —vi un tanto de ilusión en sus ojos pero tuve que destruirla, era horrible.

— ¡Pero que feo!, no creo que no te de la mente para inventar otra cosa.

Inmediatamente se tiró al piso y se limpio una lágrima invisible en su rostro.

— ¿Oyes eso?, es el sonido de mi corazón rompiéndose.

Comencé a reír, y él también. Era imposible no hacerlo. Él se paró y me abrazó. Se tensó de un momento a otro y se medio alejó de mi, luego volvió a abrazarme.

— Noto algo raro.. —removió el abrazo como anteriormente lo había hecho Alexby, el tonto enano guarro que dejó embarazada a Eva—, ¿Que será?

Se alejó de lleno de mi y miró mis senos.

—Madre mía.. Pero que belleza —me dijo en plan pervertido. Rodé los ojos y le di una cachetada de mentiras. Solo para mover su cara—. Hablo de mi sudadera. Debí haber comprado dos iguales.

Iba dispuesta a irme y él me detuvo. Me giré en mis talones y me besó.

— También hablo de sus chichis, nena.

¿Chichis?

Y entonces me dio la vuelta y me abrazó de espaldas. Tocando mis pechos con sus grandes y venosas manos.

Lo aparté duramente y lo miré.

— No vuelvas a hacer eso.

— ¿El que?

Y me tocó un seno nuevamente.

— ¡Basta! —le di un golpe con la mano y me alejé de su agarré. El me miró divertido y me abrazó. Yo no le respondí el abrazo. No estaba jugando cuando le dije que no lo hiciera y sin embargo lo hizo.

Juntos »Rubius.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora