Capítulo 22.

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Como toda mañana despertaba a las 6:30 am sin ayuda del despertador. Rubius aun dormía plácidamente.

Estaba todo estiradote en la cama y con la boca entreabierta. Se veía - aunque no lo crean- muy lindo y tierno. Me paré con precaución de la cama, no quería despertarlo, ligeramente movió el pié.

Escuché un pequeño gruñido de parte de Ruben cuando quité su brazo y su pierna de mi. Ignoré eso y salí de la habitación. Entré al baño, hice mis necesidades y me bañé. Volví al cuarto y Rubius aun roncaba, tomé algunas prendas de mi closet y me dirigí nuevamente al baño.

Cuando estuve ya cambiada me puse a hacer el desayuno. Quise hacer algo especial así que busqué en Google algunas recetas y fotos. La que más me llamó la atención fue unos pequeños hotcakes rellenos de chocolate blanco y jugo de naranja.

Busqué y rectifiqué los ingredientes y solo me faltaba las naranjas para el jugo así que tomé otra fruta.

Al cabo de unos treinta minutos ya tenía todo listo puesto en una bandeja, la tomé en manos y caminé con ella hacia el cuarto. Ruben aun dormía, así que dejé la bandeja en la mesita de noche y me acosté a su lado. Comencé a besar su espalda y poco a poco fue despertando. Él se dio la vuelta y quedamos frente a frente, aun seguía con los ojos cerrados. Besé su nariz, limpié sus ojos y también los besé, sus mejillas blancas, y traté de peinar su cabello.

No tuve éxito alguno en que abriera los ojos. Así que hablé.

– Despierta, te hice el desayuno.

Poco a poco fue abriendo sus hermosos ojos cafés claros con toques verdes. Me sonrió y me abrazó completa. Con sus brazos y sus piernas. Traté de apartarme pero él me sostuvo con fuerza.

– No te muevas, quédate así. –su voz ronca ya no me tomaba por sorpresa, era una maravilla que de vez en cuando tenía el gusto de escuchar.

– Se va a enfriar el desayuno.

Tuve un gruñido por respuesta y se paró de golpe, luego llevó sus manos en dirección a su cabeza y la sostuvo. Reí por lo bajo, estaba mareado.

Tomé la bandeja y la puse al frente. El sonrió cuando ya estuvo mejor del mareo y comenzamos a comer.

–No te hubieses molestado. Pude haber ido a comprar algo en Starbucks.

– ¿Tan mal quedó? –le pregunté un poco ofendida. Él negó con la cabeza y luego tomó jugo de moras.

–Te quedó perfecto. Lo sabes, cocinas muy bien.

Siempre que hacía algo para él decía lo mismo. Tenía dos teorías, o mentía para no herir mis sentimientos o si cocinaba bien.

No le di más vueltas al tema y seguí comiendo.

Hoy tenia que ir a hacer mercado porque ya no quedaba mucho en la nevera, con las visitas repentinas de Alex y Rubén, aquí nunca había nada.

Ruben quedó en acompañarme, así que se lo recordé y el se fue al baño.

Ya hasta tenía su champú "especial", su afeitadora y su cepillo de dientes aquí. Sin contar un par de camisas y ropa interior.

Eva decía que era muy pronto para hacer ese tipo de cosas pero no fue algo que planificamos, solo se ha dado la oportunidad y ha ido dejando cosas.

Vi la cabeza de Ruben asomarse por el umbral de la puerta, lo miré extrañada y alcé una ceja.

– ¿Y si te bañas conmigo?

–Me encantaría –me acerqué a él rápidamente –. Pero ya lo hice.

Juntos »Rubius.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora