Capítulo 23.

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Sentía como mi corazón latía de una manera descomunal, como la sangre me hervía, como mis pies hormigueaban, el sabor a hierro de la sangre de sus labios. Sentía el latir desenfrenado de su corazón. Inhalé por última vez aquellas hebras de cabello que estaban en su cuello, el delicioso olor a manzanilla casi fresco inundó mis fosas nazales y fue como reaccioné ante la realidad.



Me aparté de su cuello y lo miré directamente a los ojos, detallando cada parte de ellos. Desde el color de sus ojos hasta sus no tan largas pestañas. Tomé su cara entre mis manos y me acerqué lentamente a él, capturando sus labios en un dulce beso, quitando todo rastro de sangre que pudo haber tenido. Él soltó un gruñido de dolor y me maldije por haberlo mordido tan duro.



Me separé lentamente de él y con un poco de pena le dije :-Lo siento.



Soltó una pequeña risa y apartó un mechón de cabello que caía por mi frente y depositó un pequeño y castro beso en mi cien.



-Te quiero.



Sentí algo en mi pecho estrujarse de tal manera que asustaba, no de mala manera. De hecho era buena.


No estoy segura de que cara haber puesto al decirme eso, pero podría jurar que no fue buena porque la sonrisa que tenía en sus labios desapareció.



Traté de sonreír pero se me era casi imposible, era como si una parte de mi quisiera hacer algo pero mi cuerpo no llevaba a cabo mi orden.



Tomé las fuerzas suficientes para abrazarlo con todas las fuerzas que pude tener en ese momento, le tomó unos segundos corresponderme pero no me importó. Luego de un momento él me hizo terminar el abrazo.



Me miraba con una sonrisa, pero esa felicidad que trató de irradiar no le llegó a los ojos y eso fue más que suficiente para saber que le habia dolido no tener respuesta.



- Los chicos vendrán en unos minutos. Será mejor que acomodemos esto-me tomó unos segundos moverme de encima de él, pero lo hice.



Tomé mis pertenencias y salí disparada hacia el baño, cerrando la puerta con seguro. Me tiré en la bañera y abrí la llave.



Sentía mis lágrimas calientes mezclarse con el agua fría. Me sentía estúpida y mala persona por no haberle respondido a su tan valiente confesión.



Quizás estaba siendo una paranoica pero quizás no, yo quise haberle dicho te quiero pero las palabras de mi boca no salieron.



Dejé que las gotas de la regadera cayeran sobre mi cuerpo un buen rato. Cuando comencé a restregarme con la esponja me di cuenta que aún tenía el sostén a medio poner en el vientre. Sonreí a medias al darme cuenta de que él no lo había retirado por completo.



No se cuanto tiempo dure ahí adentro pero la cerré la ducha cuando me di cuenta de que mis dedos estaban como pasas. De inmediato hice cálculos de cuanto le saldría la factura del agua a Rubén este mes. Me prometí mentalmente ayudarlo a pagar, pues no era la primera vez que yo duraba demasiado tiempo, así que para sentirme mejor, lo haría.



Me puse de pie y tomé una toalla verde que estaba ahí, sabía que era de Rubén pero la tomé porque era la única.



Me sequé lo más que pude y me vi en el espejo, tenía los ojos un poco rojos pero mentalmente me hice creer que fue por el champú. Aunque no era cierto.



Sequé los pies con la alfombra y abrí la puerta. Sentí ese aire frío proveniente del cuarto de él. Tomé una respiración fuerte y cuando estaba a apunto de dar un paso afuera del cuarto de baño escuché la voz de Alex y automáticamente cerré la puerta. Pegué la oreja a madera y empecé a escuchar.

Juntos »Rubius.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora