Capítulo 30.

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— Yo... —movía su cabeza de un lado a otro, pensando en que hacer. Yo reprimía una carcajada.

— ¿Lo harás o no?, no tengo todo el tiempo —miré mis uñas y las soplé—, gallina..—susurré jugando.

—¡No soy gallina! —gruñó.

— Miedoso..—canté riendo.

Él llevó las manos a su cabeza e hizo su boca una línea, suspiró pesado y me miró. Sus ojos claros estaban más verdes que nunca.

— Acepto tu reto —sonaba serio y disidido, sonreí en respuesta. Me acerqué a él riendo y lo abracé, él solo me miró mal.

— Bueno, solo te doy un consejo, no tardes mucho allá porque si la mamá te ve te va a querer matar, así que...

— Eres el diablo —me dijo.

— La ventaja es que luzco como ángel —le guiñe un ojo.

Caminamos a la reja metálica y la abrí sin hacer mucho ruido. Rubius me entregó su teléfono puesto para gravar y se adentró en el corral.

El se acercaba poco a poco, y tenía la ventaja de que las vacas mayores estabas a una gran distancia comiendo pasto.

Rubén se veía asustado mientras se acercaba al pequeño ternero de color blanco. Estaba a más o menos diez metros de mi, no era tan lejos pero igual era peligroso.Estiró su mano y logró tocar la cabeza del pequeño con mucho cuidado. Esbozó una sonrisa cuando vio que el ternero solo se acercó más a él.

— ¡Que mono! —exclamó sonriente.

Por el rabito del ojo noté como una de las vacas levantó la cabeza, maldije por lo bajo mientras grababa todo.

—¡Sal ahora!

— ¿Estas gravando?, es el ternero más lindo que he visto en mi vida. Le pondré Antonio —decía mientras acariciaba al animal.

— ¡Rubius, sal ahora! —grité mientras miraba a la vaca que caminaba a él—,¡Corre!

El volteó la miraba fugazmente, abrió lo ojos y salió corriendo hacia mi. Abrí la puerta esperándolo, estaba cerca de mi y la vaca cerca de él.

—¡Joder, corre más duro!

—¡Que me come! —salió y cerré de golpe, la vaca quedó justo en la puerta, haciendo un ruido extraño con su respiración.

Tranqué con miedo la cerradura gigante que estaba ahí y vi como Rubén respiraba con pesadez tirado en el piso. Aun lo grababa.
—Estuve cerca —susurró —, ¡casi me come! Pero cumplí el reto.

Él trataba de normalizar su respiración y yo lo miraba seria. Pero la seriedad no me duró mucho, estalle en carcajadas mientras le entregaba el teléfono.

¡Que me come! —imitaba su voz mientras moría de risa.

Rubius me miraba divertido mientras seguía riendo. Cuando pude tranquilizarme le lancé las llaves de la moto. Él las agarró el aire y me acerqué a él corriendo. Me lancé arriba de él, besándolo, me cargó y enrollé mis piernas en su cadera.

El beso era lento y decidido, mordí un poco su labio inferior y él soltó un quejido. Me separé de él y quedé en el piso. Caminamos hacia la moto de cuatro ruedas y él se montó de piloto.

Solo espero que no nos mate, pensé.

—¿Donde se supone que vamos si no conozco nada de este lugar?—chilló riendo.

— Arranca y yo te voy guiando.

Acomodó sus lentes de sol y yo imité su acción, arrancó de manera suave. Lo fui guiando y a medida de que iba tomando confianza con el vehículo iba más fuerte pero manejaba como si tuviera párkinson.

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⏰ Última actualización: Feb 01, 2016 ⏰

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