Moví las manos de forma circular extendiéndolas hacia afuera en dirección al chico que yacía inmovilizado, se removió pero no pudo hacer nada más; con lentitud fuí cerrando los dedos, la esfera en que Marck se encontraba se fue cerrando a medida que lo hacian mis manos.
Con el pasar del tiempo mis habilidades fueron mejorado; mi poder explosivo, el cual fue catalogado como una aceleración de partículas se desarrolló más y ahora era capaz de controlarlo a voluntad, además había desarrollado otras habilidades.
Una de ellas el poder encarcelar a mi enemigo en esferas de aire.—Has mejorado mucho. Extraordinariamente y rápido—me giré solo para darme cuenta que él ya estaba tras de mi espalda.
Chasquie.
Marck sonrió amablemente, mostrando una hilera de dientes tan blancos como una perla, haciendo que correspondiera al instante.
—¿Entonces, ya estoy lista para patear traseros?
— ¡Claro!—sonrió—Solo déjame un poco de diversión
—Por supuesto
Despues de eso no hubo una palabra más, su sonrisa fue decayendo hasta que sus labios formaron una linea. Se rascó la cabeza y cuando por fin me miró sus ojos se veían un tanto angustiados.
—Me preguntaba—susurró bajito—si... ¿quieres salir conmigo?
Pestañe varias veces procesando la frase, debatiendo si debía aceptar o no. Marck me gustaba, y eso era un hecho que quedó fijado en el momento que me salvó del demonio de ojos azules, sin embargo; algo dentro de mi me gritó que no lo hiciera.
Él va a enterarse, y no le va a gustar.
Temblé de escalosfrios cuando esas palabras se repitieron una y otra vez en mi cabeza. ¿Quíen era él?
—¿Entonces?
Saliendo del estupor lo miré de nuevo, componiendo una sonrisa en mi rostro acepté. Despues de todo, Marck era mi tipo.
—Entonces te espero en la entrada dentro de media hora
¿Media hora?
En treinta minutos no conseguiría arreglar el desastre que era mi cabello y tampoco era el tiempo suficiente para buscar algo lindo que ponerme, pero no tenía otra opcción así que fui lo más rápido que podía a mi habitación.
Me miré una y otra vez en el espejo desde todos los ángulos posibles, buscando algo que no estuviera de acuerdo con lo que llevaba; nunca he sido una loca obsesiva con la moda pero tampoco una desaliñada. Mi vestuario era simple, vestido beige hasta por encima de las rodillas con botones en la parte del busto y un listón purpura enmarcando mi cintura, balerinas del mismo color y mi cabello en una coleta baja hacia un lado. Simple pero decente.
Me mire nuevamente en el enorme espejo de madera de cerezo al estilo victoriano rociándome un poco de perfume antes de ir a buscar a mi cita.
Cita, esa palabra se escuchaba tan extraña, no por que él no me gustara, si no por la incertidumbre que me causaba su compañia.
Cuando baje la zona de los dormitorios un escalofrío me sacudió como siempre. Ver la enorme estatua que custodiaba la entrada me hacía temblar. Ignore las locuras de mi mente y fui al jardín principal; Marck ya esperaba por mí. Vestido con vaqueros azules, una camisa negra, y su cabello húmedo junto a un lujoso auto color blanco.
¿De dónde lo había sacado?
Simple.
Los autos de todos mis compañeritos estaban guardados en el ala este del edificio, de la cual por cierto ni sabía que existía, que más daba, no tendría por qué saberlo porque yo no tenía un auto que guardar.