La brisa golpeo mi cuerpo haciéndome tiritar de frio, me abrace por los codos tratando de mitigar la helada y buscando generarme calor al mismo tiempo que giraba sobre los talones y detallarme de los alrededores. Era un lugar grande, quizá más de quince hectáreas de terreno rodeado de árboles y hierva, a lo lejos se podían observar varias luces opacas.
Entre confundida y asustada camine varios pasos tratando de buscar una salida, alrededor de unos 5 metros me encontré con un claro con varias hileras de cruces de madera envejecidas y sin nombres.
Era un cementerio.
¿Cuándo llegue allí?
No lo recuerdo.
Recuerdo el haberme quedado dormida entre los brazos de Dereck después que...
Mi cara ardió ante el recuerdo de sus besos y del como mi cuerpo se ajustó perfectamente a él, mientras me hacía suya, es mas ¿no debería haber sentido incomodidad al caminar?, bueno eso no tenía por qué ser ¿verdad?, él fue en extremo tierno y cuidadoso, después me arropo y me quede dormida.
¿Entonces cómo es que ya no estaba en la cama?
— ¡es ella!
Alguien grito tras de mí en la oscuridad de la noche, gire la cabeza hacia atrás solo para percatarme de un grupo de hombres que caminada a paso rápido hacia donde me encontraba, cargando consigo antorchas y lazos.
— ¡es ella la que profana las tumbas!
Fruncí el ceño ante la acusación, era claro que se referían a mí, aparte de ellos era la única persona que estaba allí de pie, pero, ¿profanadora, yo?
Como podía ser semejante cosa si de niña jamás jugué con la tierra por el pánico a encontrarme con lombrices, menos escarbaría en el suelo para encontrarme con el esqueleto o cuerpo putrefacto de alguien, cuando les tenía aversión.
Mis vellos se erizaron al sentir algo suave y gomoso deslizarse por mi brazo derecho, con los vellos en punta busque con mis ojos que era, una rosada y larga lombriz se paseaba sobre mi piel, con un grito me apresure a sacudírmela dejándome embarrada una mancha de tierra lodosa. Mire mis manos sucias, untadas de tierra húmeda hasta por encima de las muñecas.
Con los ojos abiertos y más asustados que antes camine hacia atrás, solo para darme cuenta de la sepultura semi-abierta.
¡Oh por Dios!
Antes de pensarlo siquiera me eche a correr como si mi vida dependiera de ello, en retrospectiva eso era lo que pasaba.
Esas personas me consideraban una profanadora, ¡habían venido con antorchas!, eso no era nada bueno y por los gritos e insultos que me lanzaban era de comprender que no entenderían que era lo que hacía en semejante situación a altas horas de la noche.
Esquive lapidas, piedras y pequeños pozos fogosos que la lluvia había dejado a su paso, mi garganta estaba seca de tanto correr, estaba sedienta y con las piernas adoloridas pero había logrado dejarlos atrás.
Desacelerando confine mi paso a mas lentitud para reestablecer mi ritmo cardiaco y respiración.
Camine sin razón por varios minutos, no sabía a qué dirección ir y menos tenía idea de dónde es que me encontraba, ya que al huir me aleje del claro metiéndome más en la arbolada para perder a esos hombres con más facilidad.
Ahora la pérdida era yo.
La paciencia se me estaba oyendo dejándome la frustración y el enojo por no saber hacia dónde tenía que ir.
Bufe al sentir mi ropa atorarse, maldiciendo mi suerte me agache para desenredar de un arbusto la tela que me cubría, dándome cuenta que ya no estaba desnuda y en lugar de traer una camisa grande de hombre se trataba de un vestido.