Mi cabeza giraba envuelta en un caleidoscopio de sensaciones que mi cuerpo experimentaba, por vez primera estaba segura de lo que quería y eso era compartir un acto de sublime confianza y candidez con el hombre que toco mi cuerpo por más de una vez pero sin poseerlo realmente.
¿Estaba lista para dar el siguiente paso?
Sus manos viajaron de mis piernas a los muslos, acariciando la piel suave antes de tomarlos con firmeza y alzarme para que le rodeara las caderas con las piernas. Nuestros labios siguieron juntos, los unos con los otros en un duelo de sonidos y saliva que solo incrementaba más la temperatura.
Abrí los ojos de nuevo al sentir la blandura de la cama a mis espaldas, acomodándose sobre mi apoyo el peso de su cuerpo en un brazo para no aplastarme, con la otra acariciándome la cintura por sobre la ropa húmeda aun.
—estas helada—susurro en la comisura izquierda de mi boca
Sus labios trazaron la línea de mis labios con la lengua, bajando lentamente dando besos y pequeñas mordidas en mi mentón. Suspirando arquee el cuello para darle mejor acceso a mi piel en donde se demoró besando y lamiendo de lado a lado.
Sus manos siguieron el recorrido del faldón del pijama arremolinándola en mis caderas, suspirando deje que sus dedos se metieran bajo la pretina de mis bragas.
Un gemido desesperado dejo mis labios al sentir el placer correr como llamas de fuego por mi columna al sentir sus dedos frotando el pequeño botón entre mis piernas. La nebulosa en mi cabeza se volvió un meteoro alucinante de sensaciones que me cortaban en el aire.
— ¡Por favor!—gemí
Entonces me perdí.
Caí en el vacío jadeando, suspirando y apretando con fuerza las piernas.
Dereck se separó un poco de mi con una sonrisa en los labios, pero esta no era como las otras, arrogante o prepotente, era sincera de satisfacción al ver que sus caricias eran capaces de provocarme. Lamí mis labios sensualmente o por lo menos tratando de hacerlo, sus ojos se oscurecieron a un azul más profundo. Con la cara hirviendo de la vergüenza me reúse aparatar la vista de eso ojos que me veían con hambre, con ansias de devorarme como un león a un pequeño conejo.
¿Quería ser devorada?
Con manos temblorosas recorrí su pecho, deslizando tímidamente los dedos en la piel caliente y cincelada de su torso. El siseo de placer echando la cabeza hacia atrás dándome a entender que le gustaba el contacto. Seguí tocándole un poco más, solo hasta que sentí como se pegaba más a mí, atrapando mis labios una vez más, obligándolo a quitar mis manos de su piel, con el frotándose contra mis pechos.
Gemí en el beso, sintiendo mi pecho endurecerse por el roce, ya que gracias a que no llevaba sujetador bajo la ropa el calor de su piel podía sentirse con más intensidad. El cosquilleo ya experimentado entre mis piernas me alerto de lo que estaba pasando, dando una respuesta a sus estímulos.
Tomándome de la mano me ayudo a sentarme, comenzó a subirme el pijama, dejando al descubierto mis piernas blancas y firmes, las bragas blancas, mi plano vientre y finalmente mis pechos desnudos. Cada segundo que sus manos me tocaban, mi piel ardía más y mi cara quemaba en vergüenza.
Era tan tonto querer morir de la pena cuando lo deseaba tanto.
Comenzó a frotar su pecho contar mi pequeño torso, siendo ahora más perceptible para los dos el contacto.
Me relaje entre sus brazos, suspirando al sentir como poseía mi pecho, acariciando con suavidad a voluntad y placer. Mis piernas por instinto le rodearon las caderas para acercarlo más. Se separó un poco de mí, le mire ansiosa al ver que soltaba mis pechos alejándose de la cama. Me mordí los labios viboreando el cuerpo de ese hombre, que les arrancaba suspiros a las mujeres y que por el momento era solo mío.
Dirigió las manos a la cinturilla del bóxer, haciendo que me ruborizara por milésima vez al ver por primera vez, aquel miembro que desde hace mucho intentaba colarse bajo mis bragas. Era la primera vez que lo veía y el temor a que pudiera lastimarme al entrar estaba poseyéndome. Era demasiado grande, no es que hubiera visto otros, pero él era realmente grande.
¿Iba a caber en mí?
Coloco las manos sobre mis tobillos, deslizándolas hacia arriba, por mis muslos. Deposito un beso en un costado de mi cadera, comenzando a quitar mi pequeña braguita de encaje.
Dejo la prenda aun costado, alineando su cuerpo sobre el mío, quedando él entre mis piernas.
—lo hare despacio—susurro cerca de mi rostro, empujando su cadera lentamente hacia la mía, sintiendo como poco a poco su miembro se deslizaba dentro de mí.
Un ardor del infierno me inundo haciéndome cerrar los ojos con fuerza, protestando por el cuerpo extraño que invadía al mío. Lo abrace con fuerza, arañándole la espalda, eso no pareció molestarle, al contrario era como si le gustara.
Sentí como mi cuerpo se tensaba y se quejaba ante el rompimiento del tejido que por diecisiete años me mantuvo virgen y que ahora había sido violado.
Estaba doliéndome pero a la vez sentía un cosquilleo que convertía el dolor en algo exquisito.
¿Acaso era masoquista?
Me aferre con fuerza a él, enterrando más las uñas en su espalda, sintiendo como finalmente tocaba fondo.
Su sonrisa fue grande al verme adolorida.
—eres mía—susurro besando las pocas lagrimas que salieron de mis ojos
Se quedó sin moverse, esperando que la molestia remitiera, besando suavemente mis labios esperando que me acostumbrara a su invasión. Después de un momento fui yo y mi cuerpo impaciente el que se movió, provocándome un sonido de placer que fue el indicante que mi cuerpo estaba listo para la acción.
Loa minutos pasaron y entonces las embestidas comenzaron. Gemía entre los besos por el dolor y el placer que ahora se habían combinado. El vaivén fue lento al inicio, pero cuando mis gritos de placer salieron de mi garganta todo se volvió más salvaje.
Dereck empujando sus caderas con más fuerza y rapidez haciéndome subir al cielo y ver las estrellas.
La cosa se prolongó por mucho tiempo, no sé cuánto en realidad y no me importo. Todo dejo existir tan solo dejando el placer de compartir nuestros cuerpos. Recuerdo que cuando acabo dentro de mí yo había acabado varias veces atrás suplicándole sin ningún pudor que no parara.
Terminamos con la respiración acelerada, llenos d sudor y cansados.
Afuera la lluvia había mermado dando paso a una clara y brillante luna rodeada de un haz de luz y salpicada por una suave llovizna.
Dereck me acuno protectoramente entre sus brazos. Como un gatito mimoso y satisfecho me enrosque en su pecho, dejándome llevar por el dulce sueño que venía después de la entrega nocturna.
Fue la clara noche la testigo de nuestra pasión y del día en que inicio mi camino a la destrucción.ado lastimarme por hoy.