Con el corazón martillando contra mi pecho me recosté contra la puerta tratando de calmar la agitación en los pulmones, esperando que el rubor se marchara de mis mejillas. Si era vista en estas condiciones, todos asumirían que en efecto, Dereck y yo estábamos intimando.
Como si fuera de esas chicas que se van con el primer tipo que les calienta el oído.
"pero te calienta otras cosas"
Hice un gesto de repugnancia a las palabras de la entrometida voz en mi cabeza.
Una sonrisa boba se marcó en mis labios al recordar tan placentera sensación de su tibio tacto en la blanda piel de mi pecho, eso se había sentido tan bien, familiar. Mordiéndome el labio inferior respire de nuevo con profundidad, regañándome mentalmente por lo que había sucedido en el interior de la oscura habitación.
Jamás permití que un muchacho me tocara de esa forma, incluso con Xavier con quien mantuve una relación de 3 años nunca pasamos más allá del "beso francés". Y sin embargo con él era diferente, fácilmente minaba mi resistencia haciendo que su toque se sintiera tan natural, como si no tuviese nada de malo.
Como si reconociera cada caricia.
— ¿entonces los rumores son ciertos?
La severa voz de Marck reventó la burbuja en la que estaba.
— ¿Qué?
—te convertiste en la nueva puta de Keibler
Mi rostro se deformo ante la molestia que me provocó la acusación. De entre todas las personas en la tierra no esperaba que el creyera semejante cosa.
¿Quién se creía que era?
Tragándome la bilis me obligue a sonreír e ignorar lo que había dicho.
—La gente dice cosas que no saben—encogí los hombros—solo especulan
— ¡Pues no parece!—señalo mi desacomodada blusa— ¡buscándolo y saliendo con ese aspecto!—reprocho— ¿eso es lo que quieres?
— ¿y que se supone que estoy haciendo?
Marck sacudió la cabeza como si no pudiera creer que me mostrara tan ofendida por lo que estaba diciendo, sus oscurecidos ojos verdes me barrieron de pies a cabeza como si fuese una escoria.
¿Qué se suponía que debía hacer?
Sonreír como estúpida y aceptar con benevolencia cada palabra desdeñosa, eso era algo que no haría, me defendería de cada chisme. Negaría todo hasta el cansancio.
Se pasó una mano por el cabello rubio desordenándolo.
—te comportas como una cualquiera
Y volvía con el mismo tema.
—te equivocas—negué—si de verdad crees lo que dicen entonces es porque no me conoces, y no merece la pena que te explique algo que no vas a creer
—eres una de ellas. Una de esas mujeres que se arrastran...
Mi mandíbula casi cayó al suelo cuando dijo aquello.
¿Realmente creía eso de mí?
Apretando los puños contuve la necesidad de abofetearlo por la forma en que estaba tratándome, como una callejera de a dos pesos.
Me dije que su forma de actuar era justificada, porque mi relación con él, termino sin aparente razón.
—Él solo va a usarte—gruño—ponerte en el mismo lugar que Grace