Mis ojos recorrieron aquel lugar ya conocido, después de todas las ocasiones que lo visite en los sueños que algunas noches me atormentaban, aunque en esta ocasión me resultaba más extraño. No recordaba en que momento me quede dormida.
—estas aquí
Esa voz.
—creí que no vendrías
Gire hacia donde aquella voz provenía, haciéndome temblar hasta los huesos.
Él estaba de pie a unos cuantos pasos de mí y a pesar de mis nuevos intentos por ver su cara fue en vano.
Se acercó a mí envolviéndome en sus brazos para luego darme un suave beso en los labios. La sensación de ser besada por Aron era fascinante, conocido. Era como estar con alguien que conocía pero no recordaba.
Besos dulces.
¿Por qué se sentía como si fuera el beso de la traición?
— ¿Pensaste en lo que te pedí?—pregunto al separarnos
¿Pensar? ¿Qué debí haber pensado?
—entenderé si no quieres hacerlo
—lo hare. Lo hare por ti
¿Porque accedí?
No sé porque lo hice, pero con el tiempo y las visitas comprendí que no podía negarle nada, que aunque mi cerebro dijera una cosa mi cuerpo y boca hacían otra. Probablemente me pediría hacer algo "malo" tenía la sensación que no era la primera vez que lo hacía.
Mire al despejado cielo, abrazándome por los codos tirite ante el húmedo frio de la noche.
Algo malo pasaría hoy.
—dámelo
El muchacho tomo la alforja que había dejado cerca de un árbol, sacando de ella una serie de cosas me las entrego, entre las más destacadas tierras de un sepulcro y la osamenta de aquel que pronto regresaría a la vida.
Deposito todo a mis pies alejándose tan pronto lo hizo. Agachándome y ayudándome con mis dedos dibuje un circulo a mi alrededor encerrándome en el, en el centro forme la figura de una estrella rodeada de símbolos y escritura aramea, ni siquiera se dé donde saque eso ni lo que tenía que hacer, solo estaba allí, dispuesta a hacer lo que debía hacer. Tomando todo entre mis brazos me puse en pie para ver aquel rostro que no podía ver.
Suspirando con fuerza ante el temor que me embargo, envare mi cuerpo haciéndole frente a lo que ya estaba establecido.
—los huesos que un día te sostuvieron—metiendo la mano en el saco de mimbre tome la osamenta que un día le perteneció a Belsac. Tomando un mechón de cabello lo deje caer junto a los huesos en el centro del círculo
Esto lo hacía porque en épocas antiguas se creía que la capacidad de pensar se encontraba en el cabello.
—La última de tus moradas—esta vez fue un puñado de tierra lo que tome, depositando un beso en ella antes de soplarla—sangre fuente de vida
Aron se acercó depositando en la palma de mi mano una pequeña daga dorada con inscripciones en el mango. La curiosidad me hizo examinarla a fondo.
El Athame.
El poseía el Athame.
¿Porque?
Se suponía que los humanos...
Relegando el hecho en mi cabeza tome lo que se me ofrecía. Corte mi muñeca dejando que la sangre escurriera en la tierra. Llevando la herida abierta a mis labios deguste el sabor salado y metálico de mi propia esencia vital.