Emma corrió hacía una cueva para refugiarse de la fuerte lluvia. En general no solía esconderse de la lluvia, pero esa tarde estaba realmente fresca y no tenía ganas de pasar toda la noche mojada. Se sentó en el húmedo piso de roca de la cueva y suspiró, se estaba por hacer de noche. Emma no quería que se haga de noche, no tenía ganas de lidiar con lo que sea que su maldición le ofrezca. Una sensación de nostalgia y soledad la invadió, ella había vivido en esta isa desierta desde que tenía memoria. Nunca se lo había cuestionado mucho porque no tenía herramientas para encontrar una respuesta, pero había días como ese que le era inevitable no hacerlo. Recordaba que cuando era más chica le era más fácil llevar su maldición, porque por lo menos de día la isla estaba llena de vida. Se la pasaba rodeada de criaturas mágicas, como hadas, duendes, elfos y unicornios. Esos habían sido lindos tiempos, se la había pasado teniendo aventuras con sus amigos mágicos. Pero con el pasar de los años ellos fueron desapareciendo, como si la isla los hubiera ido expulsando. Lo mismo pasó con el paisaje. En un principio había bosques llenos de pinos, flores y cascadas escondidas. Pero ahora estaba todo seco y muerto. Cada vez era todo más oscuro, y cada vez las noches eran más largas.
En cierto momento la vista de Emma capto un barco en el océano. Emma nunca había visto un barco. Esa era su oportunidad, su salvación. Emma corrió hacia la orilla de la playa y empezó a gritar pidiendo ayuda. Gritó y saltó unos cuantos minutos. Pero el barco parecía que iba a seguir su curso, sin detenerse. Emma no podía permitir eso, ella tenía que salir de esa isla. Emma tomó coraje y se adentró el mar. Pasó las primeras rompientes de olas sintiendo como el agua comenzaba a congelar cada extremo de su cuerpo. Nadó y nadó, nadó todo lo que pudo. Pero entre las olas, la lluvia y el frío se sentía cada vez una tarea imposible. Emma siguió nadando hasta que el agua la tapó. Ella intentaba salir de nuevo a la superficie, pero el agua volvía a taparla, y sus pulmones se empezaron a llenar de agua. Se le hizo imposible respirar y todo estaba empezando a ponerse negro, había llegado el fin...
De repente dos brazos la agarraron y la hicieron salir a la superficie. Emma no podía abrir los ojos, ni moverse, ni nada, pero sentía todo. Alguien la tenía agarrada, probablemente un hombre. Nadó un poco moviendo su cuerpo con el de ella, y luego sintió como una soga le era atada, y de la nada estaban flotando en el aire hasta caer en un suelo de madera. Emma estaba casi segura de que estaban en el barco. Quien sea que la haya salvado comenzó a sacudirla y eso la hizo volver al estado de conciencia, escupiendo toda el agua que tenía atrapada en su cuerpo.
- Denle espacio, necesita respirar. – Indico un hombre morocho de ojos azules. Ese debía ser su salvador, ya que estaba tan mojada como ella. - ¿Estás bien? – Preguntó él levantándose del piso.
- Si. – Apenas logro responder ella, y tosió el agua que le faltaba expulsar de sus pulmones. – Gracias por salvarme. – Agradeció una vez que recuperó su estado normal de respiración.
- De nada. – Dijo el hombre y le ofreció su mano para ayudarla a pararse. – Debo admitir que no sé si lo que hiciste fue extremadamente valiente o estúpido. – Comentó con una sonrisa.
- ¿A qué te referís? – Preguntó ella una vez que estuvo parada y sus manos separadas.
- A saltar a un océano en medio de una tormenta. – Respondió él.
- ¿Qué tormenta? – Preguntó ella al ver que ya no llovía.
- No te hagas la que no sabes, cuando saltaste al agua llovía. – Dijo él en un tono muy serio que le hizo helar la piel.
- Yo no quería quedarme más tiempo en esa isla y ustedes no parecían venir a mi búsqueda a pesar de mis llamados, tenía que hacer algo al respecto. – Explicó ella con calma.
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The Lost Princess
FanfictionEmma vivió toda su vida en una isla hasta que fue rescatada por un barco. Lo que no se esperaba es que su salvación sea un barco pirata, o mejor dicho un misterioso y apuesto capitán. ¿Qué les deparará el destino? ¿Será el amor lo único que pueda sa...