Capítulo 37

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Emma necesitaba proteger a sus padres y por eso los separó. Ella no sabía como eran sus padres en una pelea, y por más que todos se referían a ellos como héroes, ella no quería poner a prueba esa teoría. Ella iba a proteger a David y Killian a Snow. De esa manera ella podía estar tranquila.

Emma y David entraron por la puerta del costado del castillo. Camino a la torre se cruzaron con un par de guardias, a los cuales esquivaron o Emma se encargó de hacer que se vayan para el lado contrario distrayéndolos con su magia. Cuando llegaron a las escaleras había dos guardias vigilando. Luego de intercambiar un par de señas con su padre, cada uno atacó a un guardia dejándolos inconscientes. Para no levantar sospechas en caso de que alguien los vea, los sentaron en unas sillas haciéndolos parecer que solo estaban durmiendo una siesta. Al llegar a la torre se encontraron con Snow y Killian, quienes ya estaban allí, habían venido por las otras escaleras.

- ¿Y? – Preguntó Emma impaciente.

- Ninguna funciona. – Informó Snow, luego de probar cada una de las llaves que había robado con Killian.

- Proba éstas. – Dijo David alcanzándole las llaves que él y Emma habían robado.

- Tampoco. – Negó Snow después de intentar abrir la puerta con cada una de las llaves.

- Déjenme, intentaré falsear la cerradura. – Propuso Killian dirigiéndose a la puerta.

- No hay tiempo para eso. – Dijo Emma tomándolo del brazo para detenerlo.

- Pero... - Comenzó a decir Killian.

- Sin peros, no hay tiempo. – Lo interrumpió Emma. – Mi magia tendrá que funcionar. – Dijo decidida enfrentando la puerta.

Emma cerró los ojos e intentó concentrarse en su magia, trató de focalizar toda su energía en sus manos. Sintió como la magia recorría su cuerpo intensamente, y cuando finalmente la sintió en sus manos la dirigió hacia la cerradura. Una luz blanca salió de sus manos y abrió la cerradura. Emma abrió la puerta y entró a la pequeña sala de la torre, seguida por sus padres y Killian. Emma no estaba segura de lo que había esperado encontrar, pero encontrarse con un hombre definitivamente no era lo que había esperaba o imaginado.

- Bealfire. – Dijo Killian sorprendido dirigiéndose al hombre y ayudándolo a pararse.

- Garfio. – Dijo Bealfire igual de sorprendido, aceptando su ayuda para pararse. – Estás igual. – Comentó observándolo detenidamente. Cuando se habían conocido Bealfire era solo un niño, pero ahora ambos parecían de la misma edad.

- Me quede en Neverland un tiempo más. – Explicó Killian algo nervioso.

- ¿Qué haces acá y quiénes son ellos? – Preguntó Bealfire, con la curiosidad invadiéndolo.

- Vinimos a salvarte. – Respondió Emma. – Soy Emma, la Princesa Perdida del Bosque Encantado. – Se presentó.

- ¿Qué haces acá? ¡Regina quiere matarte! – Dijo Bealfire, reconociéndola ya que había escuchado muchas historias sobre ella.

- En cuanto a eso, será mejor que nos vayamos. – Dijo David.

- Si, después va a haber tiempo para explicaciones. – Coincidió Killian.

Salieron del castillo lo más rápido que pudieron y sin llamar mucho la atención, solamente habían tenido que enfrentarse a tres guardias. Fueron al bosque y se refugiaron en un pequeño claro. De repente Emma empezó a sentirse nerviosa. Ahora solo quedaba llamar a Rumpelstiltskin y conseguir el amuleto para deshacerse de Regina para siempre.

- Hora de la explicación. – Dijo Bealfire mirando a Killian.

- Tu padre nos pidió que vengamos por vos. – Dijo Killian con sinceridad.

The Lost PrincessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora