Capítulo 10

2K 159 21
                                    

Killian ignoró a Emma desde que se besaron, era todo lo que sabía hacer. Él quería más de ella, él quería todo de ella, y eso lo aterraba. Podía notar el dolor de ella cada vez que él la rechazaba o la maltrataba. Pero era mejor así para ambos. Pudo ver la confusión de ella cuando le dijo que no podía volver al barco una vez que llegaran a Ciudad Azul. Ella se sentía traicionada y con razón, él le había dado falsas esperanzas. Pero él estaba seguro que ella algún día iba a entender que eso era lo mejor. Él no quería sufrir por amor y ella... ella no se merecía sufrir por alguien como él.

Lo primero que hizo Kilian cuando llegó a Ciudad Azul fue ir con Will a comprar todas las provisiones que necesitaban. Comida, agua, ron, sogas, hilos, ropa, etcétera. Luego de ordenar a sus hombres que lleven las provisiones al barco, se dedicó a recorrer la pequeña ciudad. La ciudad era pintoresca y rústica. El motivo de su nombre se debía a que todas las casas estaban pintadas de blanco y sus techos pintados de azul. De repente un pequeño negocio de objetos curiosos y perdidos llamo su atención, por lo cuál decidió entrar a investigarlo.

- Hola, soy Belle la dueña del local. – Se presentó una mujer de cabello ondulado y del color de las almendras. - ¿En qué puedo ayudarte? – Preguntó amablemente.

- No lo sé, solo entré porque algo me llamó la atención. ¿Puedo observar un poco? – Dijo él señalando los objetos que había desplegados en todo el local.

- Claro, mira tranquilo. – Asistió ella.

- Soy Killian. – Se presentó él recordando que ella lo había hecho primero.

- Un placer conocerte. – Dijo ella educadamente.

Killian dio varias vueltas al negocio, observando los objetos detenidamente. Cada una de las cosas que había parecían tener algo único y especial. Rondo por el negocio hasta que algo llamó su atención a gritos.

- ¿Qué es eso? – Preguntó él señalando una especie de círculo de madera, del tamaño de la palma de una mano, que había en una de las vidrieras.

- Es una brújula. – Respondió ella sacando el objeto de la vidriera para alcanzárselo.

- Pero no tiene los puntos cardinales. – Dijo él observando la brújula detenidamente.

- Es que es una brújula especial, es mágica. La flecha señala lo que tu corazón más desea en éste mundo, y para ir hacia eso no necesitas ver los puntos cardinales. – Explicó ella.

- ¿Funciona? – Preguntó él inseguro.

- La verdad, nunca la probé. Pero si crees en la magia, debería funcionar. – Respondió ella.

- ¿Cuánto cuesta? – Preguntó él.

- Cinco galeones de oro. – Contestó ella.

- La llevo. – Decidió él finalmente.

Killian no sabía porque había sentido la necesidad de comprar esa brújula, pero la compró. Por algún motivo sentía que ese objeto era perfecto para Emma, le podría servir para encontrar un hogar. Pero así de rápido que lo pensó, así de rápido que se lo quiso olvidar. Cuando vuelva al barco Emma ya no iba a estar y eso era lo mejor. Quizás, entonces, la brújula podía ser perfecta para él. Le podía servir para encontrar al Señor Oscuro o para descubrir algún gran tesoro.

A la noche fue a la taberna más concurrida de la ciudad. Se pidió un ron y se dedicó a mirar mujeres. Varias mujeres fueron insinuándosele a lo largo de la noche, pero él no se sintió con ánimos de aceptar a ninguna. Su cabeza volvía una y otra vez a Emma, y eso lo estaba volviendo loco.

- ¿Qué le anda pasando a mi pirata favorito? – Preguntó Granny, una mujer de avanzada edad que atendía la taberna.

- Nada, simplemente no tengo ánimos de estar con una mujer. - Respondió él después de tomar un gran sorbo de ron.

The Lost PrincessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora