Capítulo 2

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Si había algo que Killian Jones sabía sobre la vida es que era injusta y que se sufría, se sufría mucho. De chico aprendió lo que era el abandono, cuando su padre los dejo a él y a su familia solos. También aprendió de perdida, su madre murió cuando él apenas tenía diez años. Pero esa no fue la única perdida que tuvo en su vida. Después le siguió su hermano Liam. Para ese entonces Killian ya estaba cansado de las injusticias y de que ser buena persona no te garantizara la felicidad. Así que dejo su vida de infante de la marina real para convertirse en un pirata. Años más tarde también se sumaría la perdida de Milah, la única mujer a la que se había animado a amar. Su muerte, más la perdida de su mano, lo convirtió en un hombre oscuro y hambriento de venganza. Reemplazó el lugar donde tendría que estar su mano izquierda con un garfio, e hizo que las historias del Capitán Garfio se conocieran en todos los reinos. Era hora de que las personas lo respetaran, y si para eso tenía que ser una persona fría y malvada, eso iba a hacer. Esperó trescientos años en Neverland hasta encontrar la manera de vengarse del Señor Oscuro (el asesino de Milah). Y ahora que finalmente creía tener una pista de cómo lograrlo, volvió al mundo de los Doce Reinos.

Según la información que había conseguido el Señor Oscuro estaba en los bosques de Sherwood, lo cuál los cálculos indicaban que tardarían varios meses en llegar. Ya había esperado tantos años por la oportunidad de la venganza, que un par de meses no parecían nada. De repente sus pensamientos se vieron interrumpidos de la venganza porque se desato una fuerte tormenta. Killian odiaba las tormentas, cualquier hombre de mar las odiaba. Sin dudarlo empezó a dar órdenes a su pequeña tripulación para que se prepararan y hagan frente a la tormenta.

- ¡Capitán tenemos problemas! – Exclamó Smee apareciendo a su lado.

- ¿Qué clase de problemas? – Preguntó Killian sin soltar el timón.

- La corriente de la tormenta nos está arrastrando hacia la isla de las almas perdidas. – Dijo Smee con la voz llena de temor.

- ¿La isla de las almas perdidas? Pensé que era solo un mito. – Dijo Killian confundido.

- Como bien sabemos todos los mitos son mitos, hasta que se hacen realidad. – Dijo Smee con cara de preocupación.

- Will toma mi puesto, debo ir a estudiar los mapas por un momento. – Ordenó Killian a uno de sus hombres.

- Si capitán. – Asistió Will.

Killian fue hacia el interior del barco, seguido por Smee, y desplegó varios mapas sobre una mesa. Graham se unió a ellos a enseguida. Entre los tres estudiaron los mapas en silencio. Había que tomar una decisión.

- ¿Qué sabemos sobre ésta isla? – Preguntó Killian, sin apartar la vista de los mapas ni por un segundo.

- Se dice que está llena de almas perdidas que luchan entre pasar a la luz o a la oscuridad. – Respondió Graham.

- Pero no sé sabe de ningún humano que haya estado en la isla para comprobarlo. – Informó Smee.

- Lo que puede significar dos cosas, todas las personas que van a la isla mueren o nunca nadie en verdad la ha visitado. – Concluyó Graham.

- Bien, volvamos a cubierta. – Dijo Killian decidido y emprendió camino hacia fuera.

- Pero, ¿Qué vamos a hacer capitán? – Preguntó Smee preocupado.

- Evidentemente no vamos a poder evitar la isla, pero lo que si creo que vamos a poder hacer es rodearla sin tener que frenar en ella. – Respondió Killian con convicción.

- ¿Y cómo vamos a hacer eso con ésta tormenta? – Preguntó Smee dudando que sean capaces de evitar la isla.

- Soy un gran capitán y éste barco está hecho de la mejor madera mágica existente. – Contestó Killian volviendo a tomar el mando del timón. – Y en caso de que caigamos en la isla, bueno tendremos una aventura tratando de luchar por nuestras vidas. – Dijo en tono gracioso para romper la tensión del momento.

The Lost PrincessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora