Capítulo 9

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Emma no podía creer todo lo que había pasado. Él había sido quien propuso que el ganador elija una prenda, él había sido quien pidió el beso, y él fue quien lo correspondió y siguió. ¿Para qué? ¿Para dejarla así de repente como si nada? Para ella el beso había significado mucho. No solo porque había sido al primer humano que besaba, sino porque el beso le hizo sentir cosas que nunca antes había sentido. ¿Era posible que él no haya sentido nada? Emma se sintió dolida y engañada. Sabía que no tenía sentido porque solo había sido una prenda, un juego, pero ella no podía evitar lo que sentía. Lo peor de todo fue que a partir de ese momento Killian comenzó a ignorarla, como si fuera una plaga o algo del estilo. Cada vez que quería hablarle, él la evitaba y buscaba cualquier excusa para no mantener la conversación por más de cinco minutos.

Emma se sentía agotada corporal y emocionalmente. Hace una semana que había ocurrido el beso y hace una semana que Killian la ignoraba. Para no tener que lidiar con sus pensamientos se sobrecargo de trabajo. Por eso cuando llegaba la noche se sentía agotada. Emma se dirigió aliviada hacia su camarote ya que era hora de dormir, solo esperaba no estar muy invadida de visiones. Pero cuando llego a su camarote se encontró algo que no se esperaba, Killian estaba allí tomando ron.

- Emma. – Dijo él al verla entrar al camarote.

- ¿Qué haces acá? – Preguntó ella sorprendida.

- Éste es mi camarote. – Respondió él.

- Por las noches el camarote es mío, ¿Recuerdas? – Dijo ella.

- Que te lo preste no significa que sea tuyo. – Dijo él de mala gana.

- ¿Qué haces acá? – Volvió a preguntar ella.

- Pensé que podíamos divertirnos un rato. – Se levantó de la silla y se dirigió a ella, tanto como para invadir su espacio personal. – Vamos, sé que te gustó el beso del otro día. – Dijo con un tono insinuador.

- Estás borracho. – Dijo ella y se apartó de él unos cuantos pasos negando con la cabeza.

- ¿Y? – Preguntó él como si eso no fuera nada malo.

- Me ignoras por una semana porque te besé, aún cuando vos me lo pediste con tu maldita prenda. Y ahora venís, te emborrachas y me pedís otro beso. ¿Cuál es tu problema? – Explotó ella sintiéndose cada vez más enojada con la situación.

- No sé que esperas de mí amor, yo soy solamente un pirata. – Se justificó él.

- No sos solo un pirata, también sos un hombre de honor, un hombre bueno y sensible. Lo sé porque lo he visto. – Dijo ella con sinceridad.

- ¡Lamento decepcionarte, pero habrás visto mal! – Gritó él sin ser capaz de aceptar las cosas buenas que ella decía de él.

- Killian... - Comenzó a decir ella.

- ¡Garfio, yo soy Garfio! – La interrumpió él. – Mañana a la mañana vamos a estar llegando al puerto de la Ciudad Azul. Vamos a cargar provisiones, y luego vamos a tener el día libre. Somos piratas, necesitamos mujeres y diversión. Luego de nuestra noche de trampas, vamos a volver al barco y cuando volvamos no quiero que estés más acá. – Informó con calma.

- ¿Qué? ¿Me estás hablando en serio? – Preguntó ella sintiendo como el pánico comenzaba a invadirla.

- Muy en serio. – Asistió él.

- Por favor, no me podes hacer esto. – Rogó ella con la voz temblorosa.

- Claro que puedo, soy el Capitán y yo elijo quien se queda y quien se va de mi barco. – Dijo él mirándola seriamente. – Buenas noches Emma. – Saludó dando por terminada la conversación.

The Lost PrincessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora