La tentación de Venus

Capítulo 16

El hombre que tanto esperaba se acercó a la barra con esa mujer pegada a su brazo, Daniella se aproximó para ser ella la que los atendiera, sin duda aquella mujer que lo agarraba era la misma que los molestó el jueves pasado. Ella no sabía si darse a conocer o no. Era su Extraño porque llevaba la misma máscara, tenía esos labios inconfundibles que besaban tan bien (que la máscara apenas dejaba ver debido a su prominente nariz), además tenía ese cuerpo varonil y fuerte que la había abrazado aquella vez. No había probado a otro hombre desde entonces, y no le importaba porque sabía que no encontraría a nadie igual. Jota era bueno en la cama y la trataba muy bien, pero el morbo y los orgasmos que había tenido con su Extraño eran tan extraordinarios que no podía anteponerse nadie a él en cuestión de sexo. La pareja se apoyó en la barra, él miró a Daniella y le levantó la mano como señal para que se acercara a cogerle nota. Ella decidió portarse como una profesional y no dejarse llevar por los sentimientos, al fin y al cabo era un juego, él se lo dejó bien claro.

- ¡Buenas noches! ¿Qué desean tomar?

- ¡Buenas noches! Un Cosmopolitan y un Gin-tonic Oxley con Q-Tonic, por favor. Puede preguntarle a su compañero cómo quiero la copa exactamente, cárguela a la cuenta de Lancelot. Gracias. – Daniella asintió y se fue directa a preguntarle a Diego lo que le había pedido aquel hombre.

- Oye, Diego, ¿cómo preparo el Gin Tonic de Lancelot?

- ¿Está aquí?

- Sí. ¡Allí! - señaló con los ojos hacía la dirección donde se encontraba la pareja, que estaban mirando la pista de baile sin hablar.

- Ven. Mira cómo lo hago  – ella lo siguió - Tienes que poner esta copa de balón, que son las más finas que tenemos - le enseñó la copa –. Debes enfriar la copa con el hielo antes de preparar el cóctel. Metes el hielo hasta arriba y lo mueves con la cuchara especial - fue nombrando los pasos mientras los hacía -. Una vez está la copa así de empañada por la condensación, sacamos algunos hielos. Coges un trozo de lima y lo pasas por el borde de la copa y las paredes de la misma con las pinzas - cogió una tira de corteza de lima que tenía preparada en un plato grande con separadores en los que había limón, naranja, lima y frutas ya cortadas para la elaboración de los cócteles –. Añades un par de granos de pimienta de Jamaica, echas la ginebra Oxley, que es la más cara del mercado, con el medidor y escancias la tónica Q-tonic (también es la más cara del mercado) –aclaró como anécdota- con la ayuda de una cuchara especial - la tónica caía en la cuchara en forma de espiral donde reposaban las burbujas y bajaba el líquido a modo de fuente al interior de la copa -. Para finalizar, añades el hielo que hemos quitado y le pones una rodaja de lima como adorno. Nada de pajitas porque las tiraras nada más verlas. Ella quiere un Cosmopolitan, ¿no? – Daniella asintió –. No tienes más que añadirle un par de frambuesas en un palillo, y listo. No es tan rarita – los dos se rieron.

Daniella preparó el Cosmopolitan que no tardó nada en elaborar, pues tenía botellas preparadas que hacía John cada día de varios cócteles que estaban de moda. Cogió las dos copas, y las depositó sobre la barra donde estaba la pareja.

- ¡Gracias! – dijo su Extraño. Cogió la copa, la miró desde varios ángulos, y la cató – Mmm. ¡Está perfecta! Así quiero que esté siempre – se marchó. La mujer cogió su Cosmopolitan y lo siguió hasta que le agarró del brazo.

Daniella lo siguió con la mirada. No parecía el mismo hombre, no se imaginaba que tuviera el gusto tan refinado. Se fue al Apple y apuntó la cuenta a nombre de Lancelot. Estaba claro que era un pseudónimo, así que no podía descubrir su verdadera identidad, pero era cuestión de tiempo saber quién era. Se quedó perpleja al ver lo que costaba su Gin-tonic. No sabía nada de su Extraño, pero podía cerciorarse de que tenía bastante dinero. En cuanto no hubo casi gente pidiendo, Daniella no lo dudó y le preguntó a Diego sobre el tal Lancelot.