Capítulo 25

4.7K 174 3
                                    

En la fiesta de los cuentos, el club parecía un libro de los Hermanos Grimm. El ambiente de la pista de baile estaba inspirado en un bosque, había árboles y enredaderas que cubrían toda la pared. La luz del suelo iluminaba el lugar y la simulación del agua se movía como si fuese un lago. Una Caperucita Roja de trenzas castañas y un leñador con finos brazos servían a distintos personajes conocidos por los más pequeños como lobos, príncipes y princesas. Todos los clientes estaban satisfechos y cómodos con el trabajo que John había hecho.  

El espectáculo de esa noche era una interpretación de un grupo de teatro. No tenía nada que ver con el sexo, pero no todo lo que se celebraba en el club tenía que ver sólo con eso. Lo importante era distraer y divertir al público, porque ya se excitarían entre ellos después. La pequeña obra empezaba a las diez y duraba unos sesenta minutos, tiempo que Tony tenía para descansar. Fue a la barra y pidió una cerveza para bebérsela mientras veía la puesta en escena del grupo teatral. Se sentó en la banqueta de pvc y esperó a que Diego le sirviera. La botella no estaba empezada todavía cuando una mujer de largo cabello moreno y gruesos labios rojos se sentó a su lado.

- ¡Hola Robin! - saludó con una sugerente sonrisa, pues Tony iba vestido de Robin Hood.

- ¡Hola, Blancanieves! - vaciló Tony, ya que ella iba con un sexy disfraz de la princesa del famoso cuento, cuyo vestido hubiera desquiciado todavía más a la Madrasta si Blancanieves vistiera de ese modo en la infantil historia.

- Eres el dj, ¿no es así? - él asintió bebiendo de su botella -. Te he visto otras noches, me gusta cómo lo haces. Me anima a bailar -. Apoyó su mano en la rodilla de él e hizo un movimiento sexy hacía abajo, la otra mano la tenía levantada para mantener el equilibrio. Tony la miró y se rio, si no pensara en Priscila se habría lanzado a esa morenita de ojos almendrados y largas pestañas.

- Gracias. Pero… ¿has estado otras veces aquí? - se sorprendió porque se conocía a casi todas las mujeres del club, y sobretodo no se olvidaría de una belleza como la que tenía delante.

- Ya veo que no te impresiono…que no te has fijado nunca en mí – hizo un simpático mohín.

- No es eso. Me hubiera fijado en ti si te hubiese visto otras veces - Cuando no estaba con Priscila, pensó –. Pero cuando trabajo no suelo mirar nada más que los platos.

- Eso espero – sonrió, era obvio que estaba coqueteando con él - ¿Ahora estás libre?

- ¿En qué sentido lo preguntas?

- Si tienes un descanso, tonto - le golpeó en el brazo con un puño muy débil -.  Libre ya sé que estás - él no se contuvo y carcajeó al oírle decir eso con tanta firmeza.

- ¿Qué te hace creer que estoy libre?

- Te he visto otras veces en el club. Has estado con muchas mujeres y nunca con la misma…

- Eso era antes.

- ¿Tienes pareja? - se sorprendió.

- Sí, pensaba que lo habías entendido - se percató que estaba ante una niña mona, pero tonta.

- Lo he entendido, ¿vale?, pero no entiendo cómo un hombre como tú está con nadie.

- ¿Qué quieres decir?

- Tú no puedes ser un chico fiel, lo sé. Y sé que te gusta mucho jugar aquí…- dejó caer.

- Todos nos podemos equivocar alguna vez - le pegó un buen trago a su cerveza, tenía que tragar saliva para no mandarla a la mierda.

- Quizá a tu novia…- se acercó a su oreja mientras tocaba su pecho y subía hacía su cuello con pequeños toquecitos con los dedos -…no le importe que nos divirtamos un poco juntos - finalizó la frase rozando su dedo índice en la boca de Tony, lo cual hizo que se levantara súbitamente de la banqueta azul y se alejara de ella.

La tentación de VenusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora