Capítulo 38

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El viaje de vuelta a casa fue completamente diferente al de ida. Daniella miraba a su conductor todavía más enamorada, si podía. Conocer lo que sentía por sus padres le demostraba que su frialdad tenía una gran capacidad para amar, y ella quería formar parte en esa aptitud. Estaba totalmente eufórica después de haber estado en el cementerio, ¿cómo era posible?; con la tirria que le tenía al “Huerto del Señor”. Se sentía cómoda y no paraba de hablar y preguntar, sobre todo porque Adriel parecía relajado y muy receptivo, no podía desperdiciar nada de ese momento. Sentada como copiloto, bajó el volumen de la radio (que era una recopilación del rock que tanto le gustaba a Adriel y los últimos éxitos más comerciales del verano, para calmar los oídos de Daniella, que estaban alterados por los bajos y las baterías electrizantes), y se giró para mirar a su conductor favorito.

- ¡Tú madre es adorable! - su sonrisa no podía ser más amplia. Adriel al notar su sinceridad rio satisfecho y contestó complacido.

- Lo sé. Es la mejor.

- No me la imaginaba así. Me ha encantado, es de esas personas a las que estaría escuchando siempre, y seguiría sus consejos… ¿Cuándo podremos volver? - Adriel continuó riendo. No reía porque le hiciera gracia lo que estaba diciendo, sino por felicidad. Saber que esas dos mujeres podían llevarse bien lo hacía totalmente dichoso.

- No lo sé, Dany. Mis vacaciones son en agosto…tu trabajas…y yo ya he consumido una semana.

- Podría pedirle unos días a John… - Adriel dejó de mirar la carretera para mirarla asombrado a los ojos.

- Si te da unos días preferiría gastarlos secuestrándote sólo para mí - puso la sonrisa malévola que derretía a toda mujer hetero y hombre homosexual de la Tierra. Daniella sintió un escalofrío por su cuerpo, una especie de sensación que la hubiera hecho saltar sobre él sin pensar en lo peligroso que sería para la carretera.

- Entonces… ¡para Navidades! - los dos rieron.

La joven se relajó en el asiento y miró por la ventanilla el paisaje, siguió cómo las tierras de secano avanzaban a gran velocidad. Se llevó el dedo índice a los labios y jugó con él pensando en las preguntas que podría seguir haciendo.

- Las chicas que cuidan a tu madre… ¿las conoces?

- No mucho. No suelo coincidir con ellas. Llamo a la encargada siempre que voy a ir para que se cojan esos días libres. Ellas también lo necesitan - Daniella asintió. Se quedó conforme, quería saber si eran jóvenes y atractivas. Su respuesta la dejó bastante tranquila. En muchas ocasiones no entendía los celos que sentía, no los había sentido ni con su primer amor, Ignacio.

- ¿Qué planes tenemos hoy?

- ¿Es que no lo sabes?

- No… - ¿se había perdido alguna conversación?

- Sexo incondicional. Todo el día - alzó las cejas y volvió a deleitarla con su amplia sonrisa.

- Muy bien. Pero primero tendría que ir a ver a Jota y coger algo de ropa a casa…

- ¡Nada de eso, Dany!

La tentación de VenusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora