Capítulo 20

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Daniella se despertó de la cama empapada de sudor, había tenido un sueño muy tórrido en el que estaba atada en una cama de una habitación de La Tentación de Venus, donde Adriel y Lancelot (con la misma máscara que llevaba siempre) la estaban sacrificando a base de los placeres más eróticos que podían hacerle. Se despertó queriendo más, por eso se llevó la mano a su hermoso pubis, pero el salva-slip le obstaculizó el camino. Quiso acabar como fuera con esa excitación, así que se desnudó y se metió en la ducha. Se tocó los pechos, enseguida los pezones se endurecieron. Se mojó la cara y se lamió los labios húmedos por el agua. Se retiró el pelo hacia atrás, puso la presión del agua fuerte y enfocó la alcachofa de la ducha a su vagina. Se abrió para que la presión fuera directa, la sensación era corta pero muy excitante, quería más, seguía tocándose los pechos para poder llegar lo antes posible a ese orgasmo que le costaba tanto. Pensó en Adriel y en Lancelot, también le vino a la mente los mejores momentos que había pasado con Jota, la manera que tenía de excitarla. Hacérselo así misma no era lo mismo, pero quería acabar con esa excitación para poder continuar el día. Las gotas chocaban con su clítoris y caían de nuevo por sus piernas, ella cerraba los ojos y gemía. Su orgasmo se hizo lento pero intenso y su fluido se unió al agua de la ducha. Se limpió con jabón y se aclaró antes de salir de su despejada ducha mañanera.

Priscila estuvo en la cama hasta las cuatro de la tarde de aquel sábado. No estaba durmiendo, sino que estaba tumbada pensando en varias cosas. Tenía que solucionar lo de Robert Jackson, debía averiguar los planes que tenía con Daniella. Por otro lado, tenía que investigar lo que se traían entre manos aquellas dos arpías. No le gustaba nada lo que Daniella le había contado, y menos saber que estaban relacionadas con Miriam. Fue su amiga durante mucho tiempo, además de ser la segunda persona que más daño la había hecho en la vida. Pensó en Ricardo, y la última vez que lo vio. Estaba desnudo en la habitación que compartía con su mujer, Miriam. Sonrió al recordar la cara de ella cuando los vio. Sabía que ése debía ser el detonante que había hecho que su hermana se la quisiera jugar en los negocios. Tenía que ir con mucho cuidado. También pensó en Tony, se estaba empezando a ilusionar con él y eso no le gustaba ni un pelo. Lo conocía de hacía mucho y sabía la clase de chico que era. Pero no podía evitar sentirse cómoda entre sus brazos. Esa misma noche había estado con él en la caseta de la azotea del club. Bebieron champagne y comieron fresas bajo la luz de las velas. No podía negar que la pasión entre ellos era excepcional, sus cuerpos se acompasaban de maravilla, y ella estaba realmente a gusto abrazando su pecho. La respiración y el ritmo de su corazón que había notado al apoyar su cabeza sobre sus pectorales, le estaba indicando que aquel chico sentía algo por ella. Pero no estaba nada segura de eso. No creía que su relación fuera a acabar bien.

En cuanto John se levantó, Daniella fue directa a preguntarle si podía entrar más tarde el lunes.

- ¿Y eso? ¿Tienes algún plan interesante?

- Bueno…sí. He quedado para cenar - respondió con timidez posando sus dedos sobre la barra americana que dividía la cocina del salón.

- ¿Con un chico? - ella asintió - Jota, ¿verdad? Te tiene que echar mucho de menos con lo poco que os veis últimamente.

- No es con Jota - él la miró interrogándola, a veces era muy maruja –. Es un hombre que conocí anoche en la Anubis - no quería decirle que era Adriel, por si se enteraba Priscila.

- ¿En la Anubis? ¿Os dejaron entrar? - dijo sorprendido.

- Sí, claro. ¿Te crees que sólo podéis entrar tú y tus amiguitos vip? - bromeó, y él sonrió.

- No, claro que no. Pero es una discoteca muy cara y elitista. El hombre que conociste debe de ser un buen partido - le guiñó un ojo.

- Puede… Raquel conoce al portero y… nos dejó entrar gratis - se rio.

La tentación de VenusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora