Capítulo 13

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Llegó a casa y se metió en la ducha. Había sido una noche extraña, por un lado era una experiencia nueva y grata; pero por otro lado se sentía sucia. Había pasado la noche con un hombre que no podría reconocer si se lo cruzaba por la calle y del que no sabía ni su nombre. Seguía pensando en aquella mujer que lo estaba buscando, no sabía si era su novia, su mujer o una amiga, pero la extrañaba el pasotismo de él hacía ella. Resultó ser una experiencia difícil, pues estaba decepcionada y a la vez excitada. Después de la ducha se metió en la cama, aunque no consiguió pegar ojo pensando en lo que había pasado esa noche.

Al día siguiente, se levantó tarde pensando que era un nuevo día, quiso dejar atrás lo que había pasado, pero no pudo. Era viernes, por lo tanto volvería al club por la noche. Decidió no pensar en ello, por eso se fue al gimnasio a desfogarse un poco a base de un buen deporte. Su presupuesto no le permitía ir a gimnasios caros, por eso iba al de la universidad, no tenía entrenador personal ni nada de eso, pero por lo menos podía usar aparatos que en su casa no tenía. Llamó a Susana, para ir juntas y así olvidarse de los problemas que ambas tenían. Susana le preguntó porqué no había ido a clase, pero Daniella la mintió diciendo que estaba cansada debido al trabajo y quería dormir. Después de sudar y quemar calorías, se ducharon y se fueron a tomar algo a un bar cercano de la universidad. El bar tenía un ambiente joven, pues era bastante barato y estaba en una zona llena de universitarios. Había dos camareros, una chica y un chico, ambos bastante atractivos, estaba claro que el dueño del bar sabía cómo atraer al público joven. Las dos amigas se pidieron la oferta del mes, dos Heineken a un euro el botellín. Casi todos los del bar tomaban lo mismo. Cogieron la cerveza y se sentaron cerca de una mesa de billar.

- ¿Qué tal llevas lo de Cristian? - preguntó Daniella.

- Lo llevo, simplemente.

- ¿Has hablado con él?

- Ayer.

- ¿Y…?

- Mira, Dany. Pensándolo bien no le voy a dar más vueltas a esto. No he tenido a penas una relación con él. Estábamos por estar, porque nunca hemos pasado más de cinco horas juntos. Él vivía allí y yo aquí. Esto nunca podía funcionar.

- Ya te lo dije…

- Sí, lo sé. Pero nunca había estado con nadie, y quería probar.

- Eres joven, y estás muy guapa después de tu cambio. Seguro que conoces a algún chico pronto, ya lo verás. Lo importante es no correr. En el amor no hace falta ir deprisa, todo pasa a su debido tiempo.

- Sí, tienes razón. ¿Eso pasa contigo y Jota?, hacéis muy buena pareja.

- ¡No! Jota y yo solo somos amigos.

- Por la manera en que te mira…yo diría todo lo contrario.

- Él está muy equivocado con lo nuestro.

- ¿Lo vuestro?, entonces hay algo.

- ¡Susana…no tergiverses las cosas! - dijo en tono serio.

- Vale, lo siento -la contestó con las palmas de las manos abiertas y levantadas a la altura del pecho. Entonces, Daniella se echó a reír. No podía enfadarse con la buena de Susana.

- No pasa nada, tontita - se acercó y le dio un beso en la mejilla. Volvió a su sitio, cogió su cerveza y le pegó un buen trago. Después miró a los chicos que estaban jugando al billar –. ¿No te parece ninguno de ellos guapo? - preguntó a Susana señalándolos con la mirada.

- Bueno, no están mal.

- ¿No están mal? ¿Bromeas?

-No sé, no me voy fijando en los tíos por su físico.

La tentación de VenusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora