Merian
A medida que los días pasaban, mi felicidad iba aumentado hasta el punto de llegar a pensar que todo lo que estaba viviendo era tan solo un sueño. Llevábamos alrededor de un mes intentando construir una relación y Demian me estaba dando tiempo para adaptarme a todos los cambios que eso conlleva. Le estoy muy agradecida por ser tan comprensivo.
— ¿Pensando en tu pastelito? – la voz de Alexis hace que me aleje de mis pensamientos.
—¿Pastelito? – pregunto con el ceño fruncido.
—Está tan bueno como un pastel de chocolate, deberías empezar a llamarle así, creo que le encantaría. – una pequeña risa se me escapa ante las ocurrencias de esta chica.
—Vamos a dejar de hablar sobre mí y cuéntame qué es lo que está pasando entre Henry y tú. – esta última semana había notado algo raro entre ellos y no he podido evitar preocuparme.
—No hay nada que contar. – me desconcierta al oír cómo escupe esas palabras y mi sorpresa es aún mayor cuando se levanta y se marcha dejándome sola.
Parpadeo un par de veces e intento analizar lo ocurrido y la razón por la cual ha actuado de aquella manera. En ocasiones odio ser tan cotilla pero esta situación me toca de cerca. No quiero que ninguno de los dos lo pasen mal.
Tras pasar toda la mañana encerrada en la biblioteca, decido dar por terminada mi estancia. He conseguido adelantar dos de los trabajos que nos habían mandado y también he ordenado todos los apuntes tomados días atrás. Con todo el trabajo adelantado, tengo por delante un fin de semana para aprovechar.
Por lo que Demian me ha estado contado, el trabajo va a acaparar todo su fin de semana y no creo que sea posible poder vernos. Siendo sincera, me parece bien, porque su presencia siempre consigue distraerme. Y distracción es lo que menos había necesitado hoy.
Al terminar de recoger todas mis cosas, me despido de la señora Smith, para luego dirigirme hasta la salida. Bufo frustrada al ver la lluvia caer con fuerza. No llevo paraguas y la chaqueta que llevo puesta carece de capucha. Llegaré a casa empapada hasta los huesos.
Suelto un gran suspiro y empiezo a caminar con pasos apresurados. Tengo la suerte de vivir bastante cerca, pero eso no evita que las gotas aterricen sobre mi cuerpo con fuerza y solo espero no resfriarme. Me arrepiento de no haberme quedado en la biblioteca para esperar el cesar de la lluvia. Ahora es un poco tarde para dar marcha atrás.
Unos metros más adelante, pego un pequeño brinco ante varios bocinazos seguidos y al girar la cabeza, cierro los ojos aliviada. Nunca me había alegrado tanto ver a alguien como en estos momentos. Demian me hace señas para que me deprisa y yo no dudo en hacerle caso.
— ¿Cómo se te ocurre andar por la calle con este tiempo? – verle tan alterado me hace bastante gracia.
— No llovía cuando salí de casa.
— Quítate la chaqueta y ponte la mía. – tira la mía en la parte trasera del coche y luego me entrega la suya.
— Gracias– su ceño sigue fruncido mientras pulsa el botón de la calefacción.
—¿Estás mejor? – mi corazón se derrite ante su preocupación. Me lanzo a sus brazos, dispuesta a repartir unos cuantos besos por todo su rostro.
Me recibe con ganas y estrecha mi cuerpo con fuerza entre sus fornidos brazos. Desde que conozco, la sensación de estar arropada por su cuerpo estoy totalmente prendada de su calidez, de su protección y de todo él.
—Ahora estoy mucho mejor. – contesto sin querer ocultar mi gran sonrisa, mientras vuelvo a mi asiento.
—Me acabas de alegrar el día pelirroja. – a pesar de sus agradables y sinceras palabras, el ceño fruncido sigue sin desaparecer.
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Unidos por el destino ©
RomanceÉl: un hombre al que la vida ha golpeado sin piedad hasta convertirlo en un ser frío y sin corazón. Anclado a una vida de la cual no puede deshacerse, obligado a permanecer entre las rejas de una mujer sin escrúpulos, que se niega a entregarle su ta...