Demian
Todo está listo para el viaje. Solo queda recoger a Merian y luego iremos directo al aeropuerto. Ella todavía desconoce el lugar al que nos dirigimos y no dudo que será una agradable sorpresa saber que en un par de horas estaremos en Florida.
—Ya lo tengo todo listo. – asiento agradecido por la atención de Nancy.
—Gracias, siento haberte avisado con tan poca antelación. –apenas paso tiempo en este sitio, últimamente siento que me asfixio al verme solo entre estas paredes.
—Siéntate, necesito hablar contigo. – asiente mientras va tomando asiento en el sofá que hay al lado de la ventana.
—Me estás poniendo nerviosa. – tomo asiento a su lado. Cojo su mano entre las mías, es increíble que quiera a esta mujer más de lo que quiero a mi propia madre.
—Al fin he conseguido que aprueben el divorcio y los papeles estarán listos en cuanto esté de vuelta. Y como bien sabes, me mudaré al nuevo apartamento y solo quiero saber si quieres seguir a mi lado.
—Pero...cómo... ¿qué...qué estás diciendo?
—No te sorprendas tanto, ya sabías que esto iba a pasar tarde o temprano.
—Algo me veía venir, ¿por qué has decidido hacer tantos cambios en tu vida? – su pregunta me hace sonreír algo nervioso.
—Su nombre es Merian y...– libero un suspiro sin saber cómo describir a la pelirroja
—¿Estás intentando decir que al fin te has enamorado? – su ilusión es evidente y eso me hace feliz. Muy feliz.
—Creo que sí. Apenas llevamos juntos algo más de un mes, pero, siento que es la mujer de mi vida. Ya sabes, la indicada. – es la primera vez que hablo acerca de mis sentimientos en voz alta. No me asusta lo que siento, porque lo único que sé, es que son verdaderos.
—Oh muchacho, me alegro de que por fin hayas encontrado la felicidad, tú más que nadie se lo merece. Tengo que conocer a esa chica pronto. – asiento tranquilo, le doy un beso en la frente antes de separarme de ella.
—En cuanto volvamos la conocerás.
De camino a la universidad, mi cabeza vuela a todos los acontecimientos que han tenido lugar en mi vida durante todos estos meses. Todo ha cambiado desde que conozco a Merian y a pesar de todo lo que pueda pasar en un futuro, siempre le estaré agradecido por todo lo que ha hecho por mí de manera inconsciente. Sin darnos cuenta nos estamos currando mutuamente las heridas que otros han provocado.
En menos de diez minutos estoy delante de la universidad y antes de darme cuenta tengo a Meri colgada de mi cuello mientras reparte besos por todo mi rostro.
—Sé que nos vimos anoche y que hemos hablado esta mañana, pero te echaba de menos. – es difícil ocultar la satisfacción que siento tras escuchar su confesión.
Merian
—¿Me vas a decir a dónde vamos? – pregunto de camino al aeropuerto.
—¿Qué te parece Florida? – abro los ojos sorprendida y algo emocionada. Jamás había pensado conocer la belleza de aquel lugar, pero el hombre que tengo sentado a mi lado se está haciendo cargo de cumplir ese deseo oculto.
—¿Y no crees que voy a estorbar? – lo último que deseo, es que deje de concentrarse en su trabajo por su empeño de viajar con él.
—No quiero que te preocupes por eso, es verdad que tengo algunas reuniones, pero podemos disfrutar en las horas que tenga libre y tú eres libre de explorar los alrededores. – asiento algo más relajada. Estoy deseando llegar.
El resto del camino lo aprovechamos para ponernos al día. La verdad es que, a pesar de hablar casi todos los días, no nos cansamos de conversar de nuestras cosas y siempre descubrimos cosas nuevas el uno del otro. Es difícil aburrirse a su lado.
—¿No vamos a coger un vuelo convencional? – pregunto extrañada.
Al no recibir ninguna respuesta por su parte, giro la cabeza con la intención de descubrir la razón de su silencio. Lo único que recibo de su parte es un guiño que va acompañado de una sonrisa algo engreída. Extrañada por su actitud vuelvo a mirar por la ventanilla y me asombra ver el jet que está parado a unos pocos metros de nosotros. Deja el coche a poca distancia de las escaleras de aquella caja de metal voladora y se baja para abrirme la puerta. Es imposible no sentirme algo abrumada ante todo esto. Sabía que su estado económico era elevado, pero, no hasta este punto.
—¿Está usted lista para el viaje? – decido dejar de lado todos esos tontos pensamientos. Esta es su vida y la tengo que aceptar.
Con una sonrisa le extiendo la mano antes de empezar a ascender las escaleras que nos conduce al interior del jet. Apenas puedo reprimir mi asombro al ver el lujo que se extiende por el pequeño lugar. No es fácil comprender que el hombre que ha empezado a robar cada parte de mi corazón, tenga un estatus de vida tan elevado. Me preocupa no encajar en su mundo.
—Si yo no puedo pensar en que soy demasiado viejo para ti, tú tienes prohibido pensar en todo esto. – mis negativos pensamientos son interrumpidos por él y por sus brazos, que envuelven mi cintura pegando mi espalda a su pecho.
—Lo siento, pero ver todo lo que tienes...es demasiado para mí.
—No quiero que te sientas menos de lo que eres, no te lo pienso permitir. He trabajado duro para poder tener todo esto y antes no lo disfrutaba porque no tenía con quien. Ahora estás aquí y pienso derrochar todo el dinero que sea necesario en ti y no quiero que te opongas.
—No necesito tu dinero, creí que te lo había dejado claro hace unos días. – Deja de ser tan pesada y acepta todo lo que el hombre está dispuesto a darte.
—No pienso hacerte caso, no soy fácil de domar. – su cuerpo envuelve el mío de manera brusca y posesiva. Sus brazos me rodean con ímpetu, algo que me hace soltar un leve gemido lleno de sorpresa.
Nuestros labios se unen para disfrutar de un beso de esos que te dejan sin aliento y hacen que las piernas dejen de responder. Tengo suerte de que esté sujetándome. Nos separamos, pero, solo unos pocos centímetros, la forma en la que me está mirando en estos precisos momentos me estremece.
¿Es posible que el amor surja en tan poco tiempo?
ESTÁS LEYENDO
Unidos por el destino ©
RomanceÉl: un hombre al que la vida ha golpeado sin piedad hasta convertirlo en un ser frío y sin corazón. Anclado a una vida de la cual no puede deshacerse, obligado a permanecer entre las rejas de una mujer sin escrúpulos, que se niega a entregarle su ta...