Demian
—No me entusiasma la idea de dejarte sola.
—No quiero que te preocupes por nada, estaré bien y tú tienes deberes con los que cumplir, no quiero que descuides tu trabajo por mí.
—Solo serán tres días como mucho, haré lo posible por volver antes...
—Venga hombre, que solo serán setenta y dos horas y nos vamos por trabajo no a la guerra – gruño molesto en cuando las molestas palabras de Sandro frenan las mías.
Decido ignorarlo porque en estos momentos lo último que necesito es molestarme, no quiero acabar dándole un buen puñetazo al hombre que ha decidido acompañarme en esta locura.
—Demian, estaré bien y te prometo que solo saldré si es precisamente necesario.
—No te estoy impidiendo salir, simplemente necesito saber que estarás acompañada cada vez que vayas a estar fuera.
—Los chicos y Henry van a estar detrás de mí todo el rato así que por eso no te preocupes.
—Mira que sois pesados... – los dos nos sincronizamos para fulminar a Sandro con la mirada, pero, decidimos seguir ignorándolo.
—Ten cuidado y llámame cuando llegues.
—Lo haré, nos vemos en tres días, te quiero mucho nena.
—Yo te quiero más grandullón.
Antes de que poder hacer algún movimiento, Meri entrelaza sus manos detrás de mi nuca acercándome hasta que apenas hay distancia entre nuestros rostros. Acabo de olvidarme del viaje y de la presencia de Sandro.
— ¿De verdad tienes que irte? – pregunta sobre mis labios.
—Ahora me lo estoy planteando, pero por desgracia tendré que irme.
—De acuerdo, vete antes de que montemos un mayor espectáculo delante de tu amigo.
Tras un último y casto beso, me agacho para coger el pequeño equipaje –que Merian se ha ofrecido a organizar– y sin hacer ni decir nada más me vuelvo para irme, porque un poco más y mando a la mierda el viaje y a Sandro.
Una vez en la carretera, vuelvo a pensar en lo que estoy a punto de hacer y sí es lo correcto. Días atrás estuve haciendo algunas llamadas para averiguar dónde se ha llevado el padre biológico de Silvia y Lucas, a la que fue mi familia. Todavía tenemos muchas cosas de las que hablar y por aclarar, primero, porque Lucas y Silvia siguen llevando mi apellido, por lo tanto, siguen siendo mis hijos. Segundo, aún tengo que saber el porqué de la actitud de Silvia y la razón por la cual estuvo a punto de cargarse mi relación con Meri. Tercero y lo más importante, saber si han tenido algo que ver con lo que pasó en aquel apartamento.
— ¿Se puede saber por qué habéis montando una escena tan cursi? Solo estarás fuera tres días – al parecer, Sandro se ha decido joderme el día y en estos momentos me arrepiento de haber accedido que me haga compañía.
Me encojo de hombros sin querer darle una respuesta.
—Vamos tío, te conozco mejor que nadie y eso quiere decir que algo te tiene inquieto.
Suelto un gran y pesado suspiro, intentando así ganar algo más de tiempo para encontrar las palabras más adecuadas antes de darle una respuesta.
—Puede que suene algo raro lo que voy a decir...tengo miedo.
—Miedo ¿de qué?
—De que todo lo que estoy viviendo sea algo pasajero, hay días en los que despierto antes que ella solo para comprobar si sigue dormida a mi lado y estoy seguro que estos tres días se me van a hacer eternos.
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Unidos por el destino ©
RomanceÉl: un hombre al que la vida ha golpeado sin piedad hasta convertirlo en un ser frío y sin corazón. Anclado a una vida de la cual no puede deshacerse, obligado a permanecer entre las rejas de una mujer sin escrúpulos, que se niega a entregarle su ta...