Merian
Estamos a menos de una hora de volver a nuestra realidad. Estos tres días han pasado en un abrir y cerrar de ojos y es inevitable no sentir algo de nostalgia a pesar del poco tiempo que hemos pasado juntos, algo que provoca en mí cierto miedo. Ha sido un fin de semana bastante intenso y lleno de revelaciones.
Después de aquella desafortunada cena – desafortunada dado que Demian no ha vuelto a hablar con Sandro – he intentado explicarle de mil formas diferentes lo ocurrido en la mañana en la que conocí al hombre. Pero Demian no ha querido entrar en razón y ha preferido alejarse por un tiempo de su amigo. Me siento bastante culpable por lo sucedido y quiero pensar que todo se va a resolver, es imposible que una amistad de tantos años se rompa por una tontería.
Debido a lo ocurrido, pensé que nuestro último día iba a ser algo incómodo y que él iba a estar más distante, pero no pude estar más equivocada. Aprovechamos cada minuto de ese día y a pesar de lo malo, todo lo demás fue maravilloso.
¡Y aquí estamos! a tan solo media hora de estar de vuelta a casa y por desgracia cada uno a la suya. Se acabó el dormir juntos y el despertar a su lado, tendré que volver a vivir con mi compañera de piso. La soledad. Ya echabas de menos el drama, ¿eh?
Sé que hemos hablado un poco sobre el tema, pero ahora que ya no estamos en la intimidad de la agradable habitación de hotel, todo es diferente. Sacudo la cabeza, con la intención de ahuyentar esos absurdos pensamientos, es preferible dejar las cosas como están.
—¿Cuándo tienes vacaciones? – su profunda y varonil voz, me hace desviar la mirada hacía él
—En pocos días, ¿por qué? – tal parece que el hombre ha conseguido leerme la mente, debe estar pensando en lo mismo. Eso quiere decir que quiere tenerme cerca, debo suponer que eso es algo bueno, ¿no?
—Había pensado que podrías quedarte en mi casa estas vacaciones. – sus palabras me toman por sorpresa y consiguen aturdirme un poco.
—Yo...no sé...– De acuerdo, debo reconocer que estaba deseando que me hiciera una pregunta como aquella, pero aun así me ha tomado desprevenida.
—Tranquila, tómate tu tiempo. – articula intentando parecer despreocupado y fallando en el intento.
Media hora después, ya estamos en tierra y una rara sensación inunde mi pecho. No sé qué me está pasando, pero decido dejar de lado aquel sentimiento y seguir a Demian hasta el coche que nos está esperando en la pista. Mientras el hombre se dedica a dejar las maletas en el maletero, mi mente no para de darle vueltas a su petición. Por una parte, me gustaría poder quedarme con él siempre que tenga ocasión, pero por otra, sé que después de todo el tiempo que vayamos a compartir, se me hará más difícil separarme de él.
—Sí. – Mi boca ha decidido hablar sin mi permiso y en el fondo estoy agradecida por ello, hay ocasiones en el que el cerebro debe dejar de meter las narices en los asuntos que debería llevar el corazón.
—Sí, ¿qué? – pregunta algo confundido.
—Me gustaría pasar estas vacaciones en tu casa. – mi corazón da un vuelco al ver como su mirada se ilumina y cuando menos me lo espero, ya lo tengo pegado a mi cuerpo como una lapa.
—Estos van a ser sin duda los mejores días de mi vida. – Lo sé.
De camino a mi apartamento, le mando un mensaje a Henry avisándole de mi llegada. Estoy deseando poder compartir la experiencia de mi primer viaje con mi hermano y con su novia, echo de menos tenerles cerca y disponer de ellos a cualquier hora, solo espero que tengan algo de tiempo para mí. Apoyo la cabeza contra el respaldo con los ojos cerrados, pensar en todas las cosas que he vivido estas últimas semanas hace que mi corazón se acelere. Todo gracias al hombre que tengo a un palmo de distancia. Permanezco quieta y me dedico a observar su perfil, tiene el ceño fruncido y su cuerpo está tenso, algo raro dado a la felicidad que se había apoderado de él minutos atrás.
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Unidos por el destino ©
RomanceÉl: un hombre al que la vida ha golpeado sin piedad hasta convertirlo en un ser frío y sin corazón. Anclado a una vida de la cual no puede deshacerse, obligado a permanecer entre las rejas de una mujer sin escrúpulos, que se niega a entregarle su ta...