Merian
Los días han pasado volando y en un abrir y cerrar de ojos, estamos a tan solo un día para Nochebuena. Eso quiere decir que llevo viviendo con Demian de manera permanente poco más de una semana. Todavía me cuesta asimilar que me haya pedido que viva con él, pero siendo sincera, en el fondo deseaba que lo hiciera. Se me habría hecho muy difícil volver a mi casa, después de todos los días que hemos compartido juntos.
Aparte de todos esos ¨problemas¨, todo lo demás ha ido bastante bien. Bueno, no tan bien como me hubiera gustado. Los padres de Demian, no han hecho ningún intento de acercamiento con su hijo. Por lo tanto, la noche de mañana la pasaremos solos. Al principio, Alexis y mi hermano iban a estar presentes, pero, ayer mismo llamaron diciendo que iban hasta donde los padres de Alexis se encuentran, para intentar amortiguar la noticia del embarazo no termine en tragedia.
— Está confirmado, mañana por la noche estaremos los dos solos. – veo venir a Demian con el móvil en la mano, con una pequeña sonrisa en el rostro, pero algo de desilusión en los ojos.
— Lo siento. – la verdad es que no sé qué decir sobre esta situación.
— ¿Por qué lo sientes?
No hace falta que lo diga en voz alta, él ya sabe lo que pienso.
— No te eches la culpa, sabes bien cuál ha sido siempre la situación que he vivido con mi familia, así que deja de pensar en ello.
— Puede que tengas razón, pero, una parte de mi desearía que las cosas fueran distintas.
— A mí me gustan tal como están y no cambiaría nada.
— De acuerdo, ¿has podido hablar con tu ex mujer?
— Al parecer se ha cambiado el número de teléfono y Lucas tampoco contesta así que voy a esperar que pasen unos días más.
Sé que este tema le afecta más de lo que debería. Ha intentado ponerse en contacto con ellos durante días, ha llegado a visitar su antigua casa para ver si de ese modo, le hacían caso. Pero, ahí tampoco pudo recibir una respuesta.
— Todo se va a resolver, al menos eso espero.
— Ojalá tengas razón.
Ya tengo todo listo para la noche de mañana. No he preparado mucha comida, como era de esperarse. Solo la justa para dos personas. El salón está decorado de manera sutil con adornos navideños y el ambiente es muy agradable. Copito no para de enredarse con mis pies, mientras estoy de aquí para allá. Siempre, quiere acaparar toda mi atención y no le hace mucha gracia que alguien más se me acerque.
Demian se encuentra en su despacho, haciendo no sé qué cosas relacionadas con la empresa. Desde hace unos tres o cuatro días, solo se deja ver por ahí por un corto periodo de tiempo, por no decir casi nada. Dice que quiere descansar todo lo que pueda, para cuando empiece de nuevo el trabajo de una manera más activa que hasta ahora.
Por otro lado, ahora que he aceptado vivir con él, no sé qué hacer con mi apartamento. Demian ya ha pagado todo un año de alquiler y todavía tengo muchas cosas que recoger. Lo que se me ha pasado por la cabeza, ha sido cederle el piso a alguien que lo necesite con plena urgencia. Esa idea me convence, hay muchas personas que puedan necesitan con urgencia un lugar para vivir, puede que una familia con niños puede aprovechar todo eso.
En ese preciso momento decido poner mi pequeño plan en acción. Abandono la cocina, para ir hacía la habitación para elegir la ropa que me pondré al salir de la ducha.
Quince minutos después, estoy delante de la puerta del despacho de Demian.
— ¿Dónde vas?
— Tengo cosas por hacer, creo que voy a estar fuera toda la tarde.
— De acuerdo cariño, cualquier cosa que necesites no dudes en llamarme y ten cuidado por favor.
— No te preocupes, estaré bien te lo prometo. Dijiste que ibas a tomarte unos días de descanso y eso incluye no machacarte en casa.
— Me quedan algunas cosas por terminar mandona, en cuando termine me pondré cómodo, te lo prometo.
— Está bien, sé que no te hace mucha gracia, pero deja que Copito te haga compañía.
— Deja la puerta en cuando salgas, para que ese chucho pueda entrar.
— Eres el mejor, volveré lo antes posible, te quiero.
— Yo también te quiero.
Tras un intenso beso, salgo algo aturdida para ir en busca de Copito. Pero no avanzo ni dos pasos, cuando ya le tengo dando vueltas a mi alrededor.
— Ve adentro cosita, el gruñón va a cuidar de ti así que no seas malo con él – no sé cómo, pero creo que me ha entendido, porque solo me ha ladrado una sola vez para luego ir en dirección al despacho.
Espero poder encontrar a alguien que pueda vivir en ese lugar y que puedan pasar una decente Nochebuena. Mientras voy caminando hasta la parada de taxis, pienso en que debería dejar todas las cosas que hay en el apartamento. Ya no voy a necesitar nada de la ropa que tenía antes, de eso ya se ha ocupado Demian y lo único que puedo hacer con la vieja es regalarla.
Media hora después ya estoy delante del edificio que me ha acogido durante solo tres meses. Es increíble lo mucho que ha cambiado mi vida desde entonces. En el fondo, me siento algo mal por lo que estoy viviendo en estos momentos. He crecido en el más bajo estatus y nunca me he quejado, y eso porque había aceptado mi realidad. Sabía que todo iba seguir en la misma línea, por lo menos hasta terminar todos mis estudios universitarios.
Todo está destrozado. Me adentro a paso lento y cierro la puerta detrás de mí. La televisión está boca abajo, el sofá está magullado con el respaldo contra el suelo. Todos los marcos están por los suelos hechos polvo. La cocina es más de lo mismo, en cuando me adentro en mi habitación, toda la respiración se me queda atrapada. No por el gran destrozo que hay, sino por la presencia de grandes letras pintadas en una de las paredes.
¨SUERTE CON TU NUEVA VIDA¨
El pánico me está consumiendo y no entiendo quién ha podido hacer algo así. No soy una persona conflictiva, siempre he odiado los enfrentamientos. Todo este asunto me sobrepasa.
— Merian, ¡¿qué demonios ha pasado aquí?! – pego un pequeño brinco en cuando escucho la voz de la casera.
— Llegué hace unos minutos, y me he encontrado con todo esto... – me encojo de hombros y niego con la cabeza confundida.
— Llamaré a la policía, esto no puede quedar así.
Decido llamar a Demian, tiene todo el derecho a estar al tanto de lo que ha pasado aquí.
Tres tonos después, puedo escuchar su varonil voz a través del auricular.
— ¿Estás bien? – mi corazón se encoge al escuchar su voz llena de preocupación.
— Tranquilo, estoy bien, necesito que vengas hasta mi departamento, ha pasado algo que me tiene un poco descolocada.
— Estaré ahí en unos minutos, no te muevas.
— Conduce con cuidado, no corras, ¿de acuerdo?
— No te preocupes, pequeña.
¿Quién habrá podido hacer esto?
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Unidos por el destino ©
RomanceÉl: un hombre al que la vida ha golpeado sin piedad hasta convertirlo en un ser frío y sin corazón. Anclado a una vida de la cual no puede deshacerse, obligado a permanecer entre las rejas de una mujer sin escrúpulos, que se niega a entregarle su ta...