Capítulo 30

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Demian

No entiendo muy bien el porqué de la llamada de Meri, y por ese desconocimiento no puedo evitar sentir cierta preocupación. No tardo nada en recoger las llaves del coche y salir disparado, no sin antes recoger también a Copito, he empezado a cogerle bastante cariño a esa pequeña y esponjosa cosa.

Mientras estoy de camino, mi mente no para de dar vueltas con distintas teorías, de lo que ha podido pasar, lo que sí puedo descartar con exactitud, es el hecho de que ella está bien y que nada malo le ha pasado.

No me gustaría que nada estropeara toda la tranquilidad que hemos tenido estos días. Todo ha ido mejor desde que ella ha aceptado quedarse a vivir conmigo de forma permanente, y no me haría nada de gracia que algo venga e interfiriera entre los dos, arruinándolo todo. Mañana es nochebuena y mi único deseo es pasarlo sin que nada malo pase, los dos solos. Puede que eso suene un poco triste, porque esa noche tan especial se tiene que pasar con tus seres queridos, pero en mi caso, solo deseo pasarlo con la única mujer de mi vida. No deseo nada más que eso.

Media hora después aparco delante del edificio, pero antes de poder hacer algún movimiento, logro visualizar un coche de policía estacionado a escasos metros de donde he aparcado. Es entonces, cuando mi preocupación se desmorona y ya no puedo pensar con claridad, por culpa de todos los malos pensamientos que van llegando a mí, a una velocidad descomunal.

Tardo apenas unos míseros minutos en subir las escaleras a toda prisa hasta el tercer piso. Sin pensar bien en mis acciones y sin esperar en que alguien me abra la puerta, decido abrirla de una patada. Esta se abre de par en par y entro como un desquiciado, rezando que todo esté bien y que lo del coche solo sea una falsa alarma.

Me paro en seco en cuando unos pares de ojos me miran con los ojos como platos, y todo empeora en cuando los dos policías presentes se sincronizan para apuntarme con las pistolas.

— ¡Es mi novio, bajen esas cosas mortales! – creo que es la primera vez en toda mi vida, cuando me apuntan con un arma, pero lo gracioso es que no ha sido una, sino dos, este día está empezando a ser algo movido.

— ¡¿Estás bien?! – enseguida me acerco a mi pequeña mujer sin hacer caso a las demás personas presentes en el salón.

— Siento haberte preocupado, puede que solo sea una broma o algo parecido, pero, me parecía buena idea que lo supieras. – sigo un poco confundido por la situación, pero al mirar alrededor, lo entiendo todo.

— ¡¿Qué demonios ha pasado aquí?!

— Cuando llegué, me lo encontré todo así, no se quien habra podido ser.

— Señorita, nosotros ya nos vamos, haremos lo que podamos para saber quién es el culpable de todo este desastre, cualquier cosa rara que pueda ocurrir a su alrededor, no dude ni un segundo en ponerse en contacto con nosotros. – los dos hombres me miran con desconfianza.

— No se preocupe agente, cualquier cosa avisaré. –con eso dicho, los dos se dirigen hacía la salida no sin antes, mirarme con gestos duros, lo más seguro es que piensen que me estoy aprovechado de Merian o alguna otra tontería más.

— Tenía suficiente con tener todo esto destrozado, no hacía falta que me quedara sin puerta también – me encojo de hombros intentando quitar algo de importancia a ese detalle.

— Llamaré a alguien para que arregle todo esto, no te preocupes, lo que de verdad me interesa saber es qué hacías aquí. – ella solo me dijo que iba a salir toda la tarde, pero en ningún momento me ha mencionado a dónde se dirigía.

— Ahora que vivimos juntos, recordé que ya habías pagado el apartamento por algunos meses, y pensé que era buena idea ayudar a alguna familia que la necesite con urgencia, tan solo de pensar que mañana es navidad y que muchas personas no podrán disfrutar de un ambiente cálido y familiar, me hace sentir horrible.

— Eso es una idea increíble y sobretodo bondadosa cariño, pero tendrías que haberme dicho algo, no quiero que te preocupes por nada, aún nos da tiempo en arreglar todo esto para la noche de mañana.

— Gracias, siento no haberte dicho nada, no quería cargarte con más cosas de las que ya tienes, trabajas demasiado.

— Quiero que cuentes conmigo siempre, por algo estamos juntos, ¿de acuerdo? –asiente sin decir nada más, mientras pasea su mirada por el salón.

— ¿Quién habrá podido hacer algo así? – en estos momentos no puedo pensar ni siquiera en una sola persona, como responsable del desastre causado, solo doy las gracias por la ausencia de Merian en el apartamento.

— No tengo ni idea, ¿ha dejado algo que pueda indicar que fuera un robo?

— No tengo nada de valor y no me falta nada, al menos eso creo, todo está roto y hecho polvo, lo que me tiene algo preocupada es esto. –me hace señas para seguirla hasta el dormitorio.

Mi sangre se congela en cuando leo las grandes letras pintadas sobre la pared. Todo esto parece algo surrealista, ahora sí que estoy perdido y no tengo ni la menor idea de quién habrá podido ser.

— ¿Crees que será peligroso traer a alguien a vivir aquí, habiendo pasado todo esto? – la voz de Meri me saca de mis pensamientos, y su pregunta da mucho que pensar.

— Creo que será algo seguro, habrá visto que ya no vives aquí y por eso, no creo que vaya o vayan a volver.

— Eso espero, no me gustaría que alguien saliera lastimado por mi culpa.

— No va a pasar nada, vamos a dejar todo esto de lado. Voy a ocuparme de todo, alguien vendrá y pondrá este sitio como tiene que estar.

Puede que suene algo exagerado, pero después de haber llamado a las personas que van a encargarse de ordenar este sitio, decidí llamar a algunos de mis contactos. Estoy interesado en contratar a una persona que se encargue de la vigilancia de Merian siempre que necesite salir de casa.

. Lo más seguro es que también necesite contratar a alguien que pueda averiguar quién es el responsable o los responsables de todo esto. Tengo que tomar todas las medidas necesarias para saber que esto no pase a mayores.

Mientras esperamos la llegada de los que van a encargarse del apartamento, hemos decidido ver lo que todavía queda en pie y en buenas condiciones y lo que no, tirarlo a la basura. Ninguno de los dos soltamos palabra a medida que vamos recogiendo, pero enseguida suelto todo lo que tengo en mis manos para salir corriendo escaleras abajo.

En cuando abro el coche, Copito me salta encima mientras se dedica a ladrarme y a morder mis dedos. En estos momentos me siento la peor persona del mundo, por haber encerrado a Copito encerrado en el coche. Por suerte, la ventanilla estaba tan solo unos centímetros bajada y nada malo ha ocurrido.

— Lo siento, te prometo que no volverá a ocurrir. –al parecer, no quiere mis disculpas porque no para de hacer ruidos raros.

— He dicho que lo siento Saco de pulgas.

Al volver al apartamento, Merian me mira algo confundida, pero su gesto enseguida se transforma en una adorable sonrisa en cuando su mirada se topa con la del animal que tengo entre mis brazos, que no para de luchar para que le deje libre.

Unidos por el destino © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora