Merian
Nuestros cuerpos siguen enredados entre sí y una ardiente electricidad nos envuelve. Un sentimiento que no puedo explicar me ha invadido al darme cuenta de algo muy importante. Estoy enamorada de este hombre. Es inevitable no sentir miedo al tener el corazón tan expuesto.
Me consuela saber que él también siente algo por mí, aunque no me lo haya dicho con palabras textuales. Sus acciones me bastan para darme cuenta de ello.
—Eres perfecta– nadie me había mirado de la manera en la que él lo hace y creo que nunca me pasará con otra persona.
—No creo que la perfección exista, creo en los momentos únicos y especiales y este lo es.
—Es lo que yo siento, pero, también quiero que esto sea aún más especial, te mereces algo mejor. – mi corazón se ablanda al ver la pequeña capa de preocupación que se ha apoderado de su mirada.
Le sonrío intentando hacerle ver que estoy tranquila. Quiere cuidar de mí y lo que menos desea es que esto sea producto de algo espontáneo. Pero, en su mirada puedo ver, que no solo lo hace por mí, también lo hace por él. Es inevitable no darse cuenta que este hombre ha tenido a muchas mujeres, que no habrán dudado en entregarse a él. Su experiencia y la seguridad que emana, parecen haber desaparecido.
Los recuerdos de la noche anterior logran despertarme. Me froto los ojos con pereza al ver que ya es de día, y al parecer no uno muy bueno. Las gotas de la lluvia golpean las ventanas con bastante fuerza. Suelto un suspiro algo pesado al no ver a Demian por ningún lado. Se habrá tenido que ir muy temprano, porque ahora mismo son las 9:43. Esta ha sido la primera noche que hemos pasado juntos, compartir cama con alguien no ha sido tan malo como siempre había pensado. Sonrío divertida ante mis tontos pensamientos, siempre había pensado que dormir con alguien sería algo incómodo y más si no te agrada que invadan tu espacio personal, como es mi caso.
Me levanto de la cama sin muchos ánimos, pero, no me siento cómoda estar tendida sin hacer nada, mientras que Demian se va a pasar el día trabajando. Una vez de pie, mis ojos se fijan en un trozo de papel que hay en la mesita de noche, lo recojo entre mis dedos.
¡Buenos días!
Creo que hoy el tiempo no está de nuestra parte, pero ya tendremos más ocasiones de visitar los alrededores. Intenta disfrutar de las comodidades que el hotel ofrece, solo tienes que dar el número de la habitación y mi apellido por si te lo preguntan. ¡Qué pases un buen día!
Dejo la nota en su sitio y con una pequeña sonrisa me dirijo hasta el baño. Después de una reconfortante ducha, me coloco el albornoz que he encontrado en el pequeño armario del baño y vuelvo a la habitación.
Al abrir el vestidor casi me atraganto, al ver la cantidad de ropa para mujer que hay colgada y organizada en la parte derecha del pequeño vestidor. Me acerco con cautela y me quedo impactada al ver que todo es de mi talla. Mi boca se seca al ver todas aquellas marcas y no me creo que se haya gastado tanto dinero en ropa y zapatos. Tampoco sé cuándo ha tenido tiempo de organizarlo todo, porque no recuerdo haber visto nada de esto la noche anterior.
Dejo todas esas preguntas de lado y decido ponerme un vestido azul oscuro, que me llega cuatro dedos por encima de las rodillas, junto a unos zapatos planos negros. Antes de salir, cojo uno de los cárdigan negros que había visto en el vestuario, el móvil y la tarjeta de la habitación.
Meto eso último en el bolso y salgo en dirección a la planta baja para ir a desayunar, de paso creo que también voy a llamar a Alexis. Desde que ha vuelto a vivir con sus padres, solo hemos tenido la oportunidad de vernos en clase y pocas veces hemos logrado quedar las dos solas. A Henry tampoco lo he visto mucho desde entonces, me llama de vez en cuando para preguntarme que tal me va, pero eso no compensa el hecho de que ya casi no nos vemos.
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Unidos por el destino ©
RomanceÉl: un hombre al que la vida ha golpeado sin piedad hasta convertirlo en un ser frío y sin corazón. Anclado a una vida de la cual no puede deshacerse, obligado a permanecer entre las rejas de una mujer sin escrúpulos, que se niega a entregarle su ta...