A escondidas

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Viajes entre trenes, coches, autobuses... Recorriendo distintas ciudades, viendo diferentes lugares. No puedo ser más feliz, y teniendo a Pablo a mi lado, no puedo querer nada más.
Lo único malo es que ya me estoy cansando de esconder lo que tengo con él. A decir verdad, no se lo que hay entre nosotros, ninguno de los dos nos decidimos, solo disfrutamos el momento a escondidas.
Entre mis pensamientos llegamos a Huelva.

- Adri ya hemos llegado.- me dice Pablo.

Se encuentra sentado a mi lado, me encanta tenerlo conmigo siempre. Mira a nuestro alrededor y cuando revisa que nadie nos mira me da un rápido beso en los labios.

- Hasta mañana no tenéis nada que hacer, así que sois libres por algunas horas.- nos informa Esperanza.

- Descansito, que bien. ¿Hacemos algo chicos?.- comenta Porty.

- Demos una vuelta y cenamos luego por ahí.- dice Pablo.

- Pues ya tenemos plan, vamos.- dice Antonio muy contento.

- Emm chicos, yo me voy para el hotel, estoy muy cansada.- les digo.

- ¿Te encuentras bien? ¿Quieres que nos quedemos contigo?.- me pregunta Lolo con cariño.

- No te preocupes. Iros y disfrutad mucho.- digo sonriendo.

- ¿Estás segura?.- me dice Pablo.

- Sí Pablo. Mañana nos vemos.- digo despidiéndome.

Necesito dormir y reflexionar sobre todo lo que ha ocurrido estos últimos meses.
Caigo rendida a la cama, hasta que me despierta un golpe en la puerta.
Me levanto corriendo, abriendo la puerta sin fijarme en quien era.

- ¿Te he despertado verdad dormilona?.- me dice Pablo dulcemente desde la puerta.

- ¿Qué haces aquí?.- le pregunto.

- Yo también me alegro de verte.- ríe.

- No seas tonto Pablo. Pasa.- río también.

Entra y se sienta en la cama.

- ¿Que haces que no estás con las demás personas del equipo divirtiéndote.?- le pregunto.

- Pues nada, que he pasado por un Burguer y me he acordado que a alguna personita le encantan las hamburguesas.- dice mirándome fijamente.

- ¿Con doble de queso?.- le pregunto.

Asiente con la cabeza mientras ríe a carcajadas.

- Dios Pablo, te quiero.- digo como una loca.

Me tiro encima suya mientras le doy besos por toda la cara.

- Parece ser que te ha gustado la hamburguesa...

- Me ha encantado. Gracias Pablete, pero no tenías que hacerlo.

- No te iba a dejar aquí sola. Además faltabas tu.- me mira fijamente.

- ¿Qué pretendes, que te coma a besos?.- le digo feliz.

- No te lo iba a impedir.- ríe Pablo.

La cena transcurre entre risas, miradas cómplices, cariño...

- Será mejor que me vaya ya. Es tarde y les quedará poco para que lleguen.- me dice apenado.

- Te echaré de menos. Buenas noches bonito.- le sonrío.

- ¿ Y mi beso dónde está?.- me dice intentando pones cara de enfadado, pero no le sale.

- Aquí.

Me acerco lentamente a él y rodeo con mis brazos su fuerte espalda. Mis manos recorren desde su cuello hasta su pecho, dónde las dejo puesta. Poso mis labios en los suyos. Veo como cierra los ojos esperando a que comience el beso, pero ahí se queda todo. Me separo de repente y me fulmina con la mirada.

- Venga, vete a dormir. Buenas noches Pablo, sueña conmigo.- río.

Lo empujo hacia la puerta de la habitación y abro la puerta.
Antes de irse se gira y me mira fijamente.

- ¿Con qué esas tenemos? Me las pagarás cariño, me las pagarás.- dice levantando la ceja.

Y se va a su habitación, con una sonrisa en la cara.

A la mañana siguiente:

El despertador comienza a sonar, hora de levantarse. Hoy es un día muy caluroso de pleno verano, por lo que decido ponerme un pantalón corto. Además no creo que necesita ropa cómoda hoy, solo son pruebas de sonido.
Hemos quedado todo el equipo en la recepción del hotel, y seguro que ya me están esperando.
Y así es, como siempre llego tarde.

- Buenos días chicos.- saludo a todos.

Escucho como me saludan, son tan simpáticos. Pablo solamente me mira de arriba a abajo.

Nos vamos hacia el campo de fútbol donde se celebra el concierto.
Estamos reuniéndonos en corrillo para seguir las instrucciones que nos piden cuando una mano tira de mí rápidamente sin que me de tiempo a ver quien es.
Por el escalofrío que he sentido sé que se trata de Pablo.
Nos mete en una habitación y cierra la puerta. Me acorrala contra la pared, mientras acerca su cuerpo al mío.

- Buenos días pequeña.- dice mientras aparta un mechón de pelo de mi cara.

- Buenos días Pablito.- digo con la respiración entrecortada.

Me mira fijamente y sé lo que va a ocurrir. Me besa al principio con ternura, pero luego lo hace con pasión. Nos dejamos llevar por el momento. Yo enredo mis dedos en su pelo, mientras Pablo me acerca más si es posible.

- Ojalá esto todas las mañanas.- susurra entre besos.

- No me importaría.- le contesto.

Al escuchar mis palabras siento como sonríe, pero en ningún momento deja de besarme.

- ¿Pablo dónde estás?.- escuchamos a Esperanza decir.

- Joder, vaya momento más oportuno.- dice bajito.

Se separa de mí, mientras intenta peinarse el desastre de pelo que le he dejado.

- Estoy hablando por teléfono, ya salgo.- contesta para que lo escuche.

De repente me mira y ríe bajito.

- Deberías peinarte, como salgas así van a pensar cosas que no son de ti.- dice bromeando.

-Fue a hablar el que no.- le digo sonriendo.

Se acerca de nuevo, mientras envuelve sus brazos en mi cintura.

- ¿Y que les vas a decir de esto?.- le digo, rozando mis dedos por sus labios rojos e hinchados.

Siento como un escalofrío le recorre todo el cuerpo.

- No sé, pero lo que si tendré que hacer es irme ya, que si no no salgo nunca de aquí.- dice levantando una ceja.

Antes de marcharse me da un suave beso.

- Luego nos vemos mi niña. Ten cuidado al salir, que no te vea nadie.- me dice acaricando mi cara.

- Sí, no te preocupes gamberro.- le digo riendo.

Me guiña un ojo y se va, haciéndose él disimulado al salir por la puerta.

Estos momentos son únicos, los que no me importarían repetir cada día de mi vida.

El buen amor es quererse bien Donde viven las historias. Descúbrelo ahora