¿Amigos?

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Las azafatas nos avisan que quedan minutos para que lleguemos a Canarias.
Pablo sigue durmiendo, ya es hora de que se vaya despertando.

- Pablo, que ya hemos llegado.- le digo bajito, moviéndolo despacio.

- Gracias por avisarme y no dejarme aquí tirado.- me contesta riendo, abriendo poco a poco los ojos.

- Anda vamos, no seas tonto.- le digo tirando de su mano, con la intención de que se levantara.

- A sus órdenes capitana.- me dice, levantándose.

Nuestros cuerpos están muy cerca, hasta el punto que si miro hacia arriba nuestras narices chocan.
Me atrevo a mirarle a los ojos y veo que mira mis labios.
Me sonríe dulcemente y se empieza a cerca poco a poco, rozando nuestros labios.

Esto no puede seguir así...

Me separo bruscamente y me mira algo confundido.

-Vamos Pablo, que nos quedamos los últimos.- le digo nerviosa, intentando olvidar lo ocurrido anteriormente.

Oigo como suspira pero no dice nada, solamente me sigue para salir del avión.

- Lo que más me gusta de Canarias es el clima que tiene.- dice Antonio muy contento.

De reojo miro como Pablo empieza a despeinar su pelo y a ponerse las gafas de sol.

Dios, se me cae la baba...

Siento como alguien agarra mi mano, y es Lolo.

- Vamos Adri, que te has quedado aquí sola.- ríe.

Me doy cuenta que todos ya se han ido hacia adelante, menos yo.

Gracias a Lolo por no dejarme abandonada.

De camino al hotel, admiro las calles, parques... Que bonito que es todo esto.

- ¿Te gusta mi niña?.- me pregunta Lolo.

-Sí, me encanta.- digo con una gran sonrisa en la cara.

- Habrá tiempo para algo de turismo, ya verás como te vas enamorada de todo esto.- me dice Pablo.

Solo asiento con la cabeza.
No me gusta ser tan borde y seca con él, pero se que si le sigo la corriente todo esto va a acabar mal, tanto para él como para mi.

¡El hotel es un verdadero lujazo! Piscinas enormes, jardines, jacuzzis...

- Dios, que bonito es esto.- digo asombrada.

- Espérate a ver las habitaciones, vas a alucinar.- me contesta Esperanza.

Poco a poco van asignándonos las habitaciones a cada uno, y yo soy una de las últimas.
Cuando me dan la llave, me subo al ascensor.
Veo como Pablo corre antes de que se cierren las puertas, metiéndose rápidamente.
Siento su mirada en mi espalda, hasta que lo escucho hablar.

- Adriana, ¿te puedo preguntar una cosa?.- me pregunta Pablo.

- Dime.- le contesto.

- ¿Es mi impresión o me estás evitando?.- me dice serio.

¿Y ahora que le digo? No le puedo contar la verdad...

- Es tu impresión Pablo. ¿Por qué me lo preguntas?

Joder podía ir un poquito más rápido el ascensor. Hasta que llegue a la planta 12...

-Nada Adriana, nada.

Antes de que las puertas de cierren, Pablo hace que el ascensor se pare y se acerca a mí.

-Adriana enserio, me estoy volviendo loco. Un día me sonríes, me sigues él juego. Otro ni me miras, me evitas, intentas pasar de mí.- me dice mirándome a los ojos.

Si sigue tan cerca y me me mira así es imposible que le conteste.

- Pablo será mejor que todo siga igual. Lo de anoche no puede volver a ocurrir. Yo estaba borracha, no me acuerdo de nada.- le digo suspirando.

- Pero yo sí me acuerdo.- me contesta, acortando la poca distancia que nos separaba.

- Pablo esto es muy difícil. ¿Por qué no nos podemos quedar en buenos amigos?

- ¿Crees que es lo mejor?.- me pregunta mirándome impaciente.

- Sí...- susurro.

- Esta bien. Pero antes déjame hacer una última cosa.

Acaricia mi mejilla lentamente y comienza a posar sus labios en mi cuello, succionando mientras me da pequeños mordiscos.

Dios, estoy en otro mundo...

Pasa al lóbulo de mi oreja, el cual da pequeños besos y lame. Yo no puedo otra cosa nada más que gemir.

Esto me esta gustando demasiado.

-Adri, ¿por qué me haces esto?.- me pregunta con la voz ronca y entrecortada, siguiendo besando mi cuello.

Yo solo le doy acceso a mi cuello y sigo gimiendo.
De repente, me apreta fuertemente contra su cuerpo, haciendo que nuestras pelvis chocasen.
Comienza a deslizar su lengua en mi labio inferior, mordiéndolo suavemente.
Me mira a los ojos, pidiéndome permiso para introducir su lengua en mi boca. Ahora soy yo la que da el paso, rozando mi lengua con la suya salvajemente, mientras que lo agarro de la nuca.

Como no paremos ahora, más adelante tampoco podremos.

Pero en estos momentos solo quiero besarlo. Miles de sensaciones se apoderan de mi. ¿Estare tomando una decisión equivocada?
Nos separamos por falta de aire, mientras que Pablo acaricia mis labios hinchados y me mira fijamente a los ojos.

- De lo de anoche no te acordarás, pero de este sí.- me dice, saliendo del ascensor.

En estos momentos estoy entre confundida y arrepentida. ¿Habré hecho lo correcto?

El buen amor es quererse bien Donde viven las historias. Descúbrelo ahora