Mi rubio favorito

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Siento unas suaves caricias en mi pelo, que hace que mi mal humor mañanero desaparezca por completo.
Me hago la dormida, me encanta sus mimos por la mañana y no tengo intención alguna de que pare.

- Se que estás despierta mi amor.- me dice riendo.

Asiento con la cabeza, sin abrir mi ojos pero con una gran sonrisa en la cara.

- ¿Qué quieres? ¿Qué te haga cosquillas?.- me dice.

Ante su pregunta abro los ojos rápidamente. Como me conoce, sabe que odio con toda mi alma las cosquillas.

- Eso es trampa Pablo.- le digo suspirando.

- Ah, lo siento mucho. Quería ver esos ojitos ya y tu no tenias la intención de abrirlos.- dice sonriendo.

Su sonrisa... ¿Alguna vez he dicho lo que me gusta su sonrisa? Reconozco que soy afortunada de verla todas los días. A más de una persona le encantaría estar en mi lugar, lo se.

- ¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así?.- dice tocándose la cara.

- No, por nada.- digo sonriendo.

- Tengo un punto a mi favor. ¡Cosquillas!.- dice poniendo las manos en mi abdomen.

- Pablo, no por favor...- le digo riendo.

- 1, 2 y...- cuenta.

- Que te quiero.- le confieso.

Antes me daba miedo demostrar mis sentimientos, pero ahora ya no. Puedo decir alto y claro que estoy profundamente enamorada de Pablo.

Pablo no habla, simplemente me besa. Me besa con dulzura, como si con el beso me quisiera demostrar todo lo que no me dice con palabras.
Pasados unos minutos se separa de mi, dejando antes un dulce beso en la punta de mi nariz.

- Yo si que te quiero cariño.- dice mirando fijamente mis ojos.

Le abrazo como respuesta, enredando mis brazos en su ancha espalda.

- No quiero irme, pero tenemos que hacerlo.- dice sonriendo.

- Sí vamos, no quiero más líos.- le digo.

La mañana transcurre rápida, pero con una Esperanza aún enfadada. ¿Cuándo se le pasará a esta mujer el cabreo?
Llega mi media hora de descanso. No veo a Pablo por ningún lado y en verdad le echo mucho de menos. Ya queda menos para verlo, mientras tanto decido almorzar algo. La sala de descanso esta vacía, algo que no me gusta nada, ya que odio tener que almorzar sola. Empiezo a comer cuando de repente siento un dulce beso en mi mejilla.

- Te he echado mucho de menos, que lo sepas.- dice Pablo en mi oído.

- Y yo cariño, no sabes cuanto.- le digo con una gran sonrisa.

Pablo se sienta a mi lado, cogiendo mi mano por debajo de la mesa.

- ¿Sabes que me encanta que me digas cariño? Me lo dices poco, pero me encanta.- dice dando un suave pico en mis labios.

- Pablo, nos pueden ver...- le regaño.

- ¿Ves que me importe? Me da igual Adri.- dice acariciando mi mano.

- Pero...- le intento decir.

- Ni peros ni nada. Es más, Esperanza pronto se enterará.- me cuenta.

-¿Estás seguro?.- le pregunto.

- Más que seguro.- dice besando de nuevo mis labios.

Me encanta verlo tan decidido, tan seguro de contar todo.

El buen amor es quererse bien Donde viven las historias. Descúbrelo ahora