Que empiece el juego

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Me despierto y veo que estoy en una habitación que no conozco. Poco a poco me voy despejando y me acuerdo del por que estoy aquí. Miro hacia mi lado y no veo a Pablo.

Seguro que se tendrá que haber ido a algún sitio.

Me levanto contenta, y empiezo a recoger todas las cosas, cantando:

Hoy me he levantado,
pensando en tus abrazos,
buscando una sonrisa que me nuble los fracasos...

Ya todo recogido voy al baño a tomarme una ducha, cuando al abrir la puerta me encuentro con Pablo.

Adriana no lo mires así, sécate la baba.

Pablo está solamente con una toalla en su cintura y gotitas de agua bajándole por su pecho y espalda.

¿Me quiere matar ya desde tan temprano?

No puedo hablar, sólo mirarlo una y otra vez.
Despierto de mi ensoñación cuando escucho su risa.

- Buenos días cariño.- me saluda dándome un beso en la punta de la nariz.

Y se va, dejándome más roja que un tomate y muy desconcertada.

Tiene un efecto tan grande en .

Mientras me ducho no hago nada más que darle vueltas a la cabeza. ¿Por qué se comporta así conmigo? ¿Por qué me hace vivir estos momentos sabiendo lo tímida que soy?
Y llego a la conclusión que lo que quiere es provocarme, y lo estás consiguiendo.

Ay Pablete, te vas a enterar de quien es Adriana...

Salgo de la ducha y veo que no hay toalla. La busco por todos lados, pero nada, no aparece.
No voy a tener más remedio que llamar a Pablo.

Prometo que no lo estoy haciendo a propósito.

- Pablo, ¿puedes venir un momento?.- le pregunto alto.

No escucho su respuesta, pero de repente veo como abre la puerta y aparece.

- Pablo, cierra que estoy desnuda.- le chillo.

Él rápidamente cierra la puerta.

- Te llamaba para que me trajeras una toalla, que no encuentro ninguna.- le digo.

- Voy, no tardo.- me dice.

Abre un trozo de puerta y agita una toalla. Lo veo y la cojo. Me la pongo rápidamente y salgo.

-Gracias Pablete. Y perdón por haberte chillado.- le digo arrepentida.

- No pasa nada. Perdóname por abrirte así la puerta. No sabía que estabas desnuda.- me dice, tocándose el pelo.

¿Se puede ser más bonito?

Veo que no para de mirarme de arriba a abajo, y que está sonrojado. ¿Que le pasará?
De repente me acuerdo que tengo solo una toalla.

Un aplauso Adriana...

- Ay perdona, ya voy a vestirme.- le digo avergonzada.

- No me molesta, así estás mejor.- me dice de broma.

Ha vuelto el Pablo pícaro. Hora de tu venganza Adriana...

- Así que, ¿en toalla estoy mejor que vestida?.- le pregunto, levantando una ceja.

- No, era broma Adri.- me contesta.

- Sí claro, de broma.- digo acercándome poco a poco a él.

Veo como traga saliva. Se está poniendo nervioso...

Bien Adriana, ¡conseguido!

-Bueno Pablete, voy a vestirme.- le digo, dándole un beso en la punta de la nariz, como él antes había hecho.

No se como me he atrevido a hacerlo con lo tímida que soy...

Narra Pablo:

-Así que, ¿en toalla estoy mejor que vestida?.- me pregunta, levantando una ceja.

No me lo creo... ¿Enserio ha sido capaz de decírmelo? Yo que pensaba que se iba a sonrojar, como siempre hace.

-No, era broma Adri.- le contesto.

-Si claro, de broma.- me dice, acercándose poco a poco hacia mi.

Estoy alucinando... Y me estoy poniendo nervioso, muy nervioso.

-Bueno Pablete, voy a vestirme.- me dice dándome un beso en la punta de la nariz.

Ahora entiendo todo... Está intentando hacer lo mismo que hago yo con ella.
Pero no se va a salir con la suya...

Al poco tiempo sale ya vestida y lista para irse.

- Bueno Pablo, me tengo que ir, que el equipo me espera.- me dice sin mirarme a la cara.

La Adriana tímida ha vuelto otra vez. ¿Quizás se ha arrepentido de lo que hizo antes?

- Te acompaño abajo, si quieres claro.- le contesto.

Solamente asiente con la cabeza.
Nos montamos en el ascensor y llegamos a la recepción.

- Me quedo aquí, ¿vale?. Que seguro están esperándome fuera y no me voy a poder parar ahora mismo.- me dice.

- Te comprendo. Me voy, que seguro que me están esperando ya.- me dice riendo.

Se acerca a darme dos besos y va a irse, cuando le cojo la mano y la acerco a mí, dándole un pico en la boca.
Ella se queda paralizada y se sonroja.

- Te la debía.- le contesto, guiñándole un ojo.

Empieza a reir, ya entendiéndolo todo.

- Está bien Pablete, que empiece el juego.- me contesta.

Y se va, dejándome confundido.

En poco tiempo, Adriana de ha convertido en alguien muy importante en mi vida.

El buen amor es quererse bien Donde viven las historias. Descúbrelo ahora