Valdrá la pena arriesgarlo todo por tí

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Pablo... Creo que es y va a ser lo mejor que me ha pasado en toda mi vida. Después de amarnos cuerpo con cuerpo, piel con piel, me encuentro encima de su pecho, recibiendo suaves caricias de su parte.

- Pablo, ¿qué vamos a hacer?.- pregunto, interrumpiendo el silencio que nos invadía.

- Quererte cada día más.- susurra mientras sigue acariciando mi pelo.

Ante sus palabras lo miro dulcemente, acercando mis labios a los suyos y uniéndolos una vez más.

- Todo va a ser muy difícil, ¿lo sabes?.- le pregunto.

- Lo sé mi vida, lo sé.- dice triste.

- ¿Estás seguro Pablo? Yo si quieres desaparezco si hace falta en dos segundos. No quiero complicarte la vida.- le digo mirando sus preciosos ojos.

- ¿Desaparecer? No le permitiré nunca Adri.- dice besando mi frente con dulzura.

- ¿Sabes que te quiero demasiado?.- le digo tocando su cara.

Solamente asiente y se deja llevar por mis caricias, cerrando los ojos.

De repente, el móvil de Pablo empieza a sonar. Suspirando, alarga su mano hacia la mesilla de noche y mira quién es la persona tan inoportuna.

- ¡Esperanza!.- dice pegando un salto y empezándose a vestir rápidamente.

- ¿Qué hora es Pablo?.- le digo alarmada.

- Casi las 12. Y teníamos que haber entrado a las 9. Dios... ¡Me va a matar!.- dice nervioso.

Sin perder un segundo más, me levanto de la cama y comienzo a vestirme rápidamente.

- Adri...- dice Pablo.

- Dime Pablete.- le digo mientras sigo con lo mio.

- Como sigas así, no vamos hoy a trabajar, te lo prometo.- dice riendo.

- ¿Así como?.- le digo confundida.

Me señala a mi misma, y me doy cuenta que estoy completamente desnuda. Son tantas las prisas que llevo que no me he dado cuenta.

- Pablo no mires, ¡que vergüenza!.- le digo intentando taparme.

- Mi vida ya te he visto antes, no tienes porque taparte.- dice mientras sigue riendo.

Le tiro un cojín a la cabeza, mientras corro al baño a vestirme.
En un par de minutos estamos preparados, pero no tan preparados para irnos ahora a trabajar.
Al salir por la puerta, Pablo agarra con suavidad mi mano, produciendo de nuevo que mi cuerpo tiemble.
Acerca sus labios a mi cuello, repartiendo suaves besos en él.

- Pablo...- digo intentando contenerme.

- Dime cariño.- dice riendo, sabiendo los efectos que provoca en mí.

- Llegamos tarde.- digo suspirando.

- Que más da un ratito más.- ronronea en mi oído.

- Vamos Pablo.- le digo separándome de él y señalando la puerta.

Me mira mostrándome su perfecta sonrisa torcida, esa que sabe que me gusta tanto.

- Las señoritas primero.-dice dejándome pasar.

Al pasar por su lado en dirección a la puerta, Pablo me da una palmada en el culo. Lo miro sonrojada, y él lo único que hace es reírse a carcajadas.

- Parece ser que tener sexo a ti no te sienta bien.- le digo seria.

- ¿Cómo?.- me pregunta con una sonrisa pícara.

El buen amor es quererse bien Donde viven las historias. Descúbrelo ahora