Lo mejor aún está por llegar

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La casa de Pablo es sencilla, acogedora, humilde... simplemente como lo es él. No puedo evitar pensar todo lo que pueda llegar a ocurrir. Si os digo la verdad, nunca me había quedado unos días en la casa de un chico que me gusta. Pero ya no es solamente eso, sino que Pablo es el chico. Pensaréis, ¿que exagerada no? Pero yo no estoy acostumbrada a esto, y con Pablo me da miedo equivocarme, y mucho.
Estoy tan perdida en mis pensamientos que no escucho que me habla Pablo hasta que no se acerca a mi.

- Adri, ¿ me escuchas?.- dice pasando su mano por mi cara, intentando llamar mi atención.

- Sí, dime. Estaba un poco despistada.- rio vergonzosa.

- Te estaba diciendo que podías dejar tus cosas en mi cuarto, te he dejado un espacio.- dice sonriendo.

- Vale, gracias.- le digo sin mirarle en los ojos.

Me mira confundido, seguramente por mi actitud. No es muy lógico que vaya a pasar unos dias junto a él y me comporte de esta manera. Y es que mi inseguridad y timidez en ocasiones me supera.
Voy a su habitación y coloco un poco mis cosas. Cuando menos lo espero siento su cuerpo pegado completamente al mio y su respiración en mi oído.

- ¿ Me vas a contar que te pasa?.- me susurra en el oído.

Un escalofrío me recorre desde la cabeza a los pies. Me quedo estática, sin saber que decir ni que hacer.

- Si estás incomoda o si necesitas ir más despacio te llevo a casa. No quiero que estés mal.- me dice sin soltar mi cintura.

¡No, no quiero irme! Quiero estar junto a él, toda mi vida. Pablo me da vida, en pocas palabras, es el causante de mi felicidad estos últimos meses.

Siento como suelta mi cintura y poco a poco se aleja de mi.
No quiero que piense cosas que no son ciertas. Antes de que salga por la habitación, reacciono.
Me acerco rápidamente a Pablo, y agarro su mano. Poniéndome de puntillas, apoyo mi frente en la suya. Ante mi reacción siento como su cuerpo se relaja al instante y cierra sus ojos.

- Tengo miedo.- le confieso.

Me mira fijamente, como si con la mirada quisiera decirme algo.

- ¿ De qué?.- dice colocando un mechón de mi pelo detrás de mi oreja.

- De que no sea como tu te esperes, de que en estos días te des cuenta de que mereces a alguien mejor que yo y...- intento decirle.

Antes de que termine de decirle todo lo que siento, acerca sus labios a los míos y solamente los roza. Me acaricia la mejilla y deja sus labios en mi frente, todo esto con los ojos cerrados.

- Te quiero.- me susurra.

Sus palabras surgen un efecto especial en mi. Mi corazón da un vuelco inesperado. Era lo único que necesitaba.

-Más que a nada en este mundo.- sigue diciéndome.

Una felicidad inmensa me recorre el cuerpo, creo que ha sido las palabras más bonitas y verdaderas que me han dicho en toda mi vida.

- Y no quiero que vuelvas a pensar eso nunca más, ¿vale?.- me dice alzando mi barbilla para que lo mirara.

Solamente asiento.

- Y ahora es cuando tu me dices que también me quieres, ¿no?.- dice riendo.

Le doy un codazo mientras niego con la cabeza. Rodeo mis brazos alrededor de su cuello y lo abrazo fuertemente.

- Te quiero Pablito, y mucho.- digo besando la punta de su nariz.

Sonríe ante mi acción y me coge en brazos.

El buen amor es quererse bien Donde viven las historias. Descúbrelo ahora