Uniendo por siempre nuestro amor

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Los primeros rayos de sol entran por la ventana, y poco a poco me voy despertando. Intento moverme pero hay algo que me lo impide. Abro los ojos y veo a un Pablo profundamente dormido, abrazándome por la espalda.
Intento girarme, y al hacerlo escucho como Pablo gruñe. A duras penas lo consigo y me pongo cara a cara con Pablo. Miles de sensaciones y pensamientos pasan por mi cabeza, pero sobre todo por mi corazón.
Esa carita de angelito, su pelo rizado y despeinado, los lunares que le decoran su preciosa cara... Lo quiero tanto, tantísimo. Todo es una contraposición en este momento. Por una parte me quedaría la vida entera a su lado, pero por otro no quiero ser un obstáculo en su carrera profesional.
Lo que si se es que voy a aprovechar cada momento mientras esté en su casa, cuando me vaya todo volverá a cambiar, por su bien.
Me intento levantar, y al hacerlo Pablo se remueve entre las sábanas aún dormido. Menos mal que no se ha despertado, se que necesita descansar.
Con los pies ya en el suelo y dispuesta a levantarme, agarra mi brazo y me lleva de nuevo hacia su cuerpo.

- Quédate un ratito más.- dice con la voz ronca y sin abrir los ojos.

Este hombre creo que me quiere volver loca. Soy tan afortunada de poder verlo despertar...

- Tú sigue durmiendo Pablo. Es temprano.- le digo sonriendo.

Abre los ojos poco a poco, y me mira con ternura.
Incorporándose un poco consigue cogerme de la cintura y volverme a tumbar encima de su pecho.

- Así mejor.- ríe.

Yo simplente sonrio como una tonta, como una tonta profundamente enamorada.

- ¿Qué tal has dormido?.- me pregunta alzando mi barbilla para poder mirarme.

Nuestros ojos conectan y siento como si miles de mariposas revoloteran en mi barriga.

- Muy bien. Llevaba tiempo sin dormir así.- le confieso.

- Eso quería mi niña, que descansaras.- dice besando la punta de mi nariz.

Él y su bonita pero a la vez rara costumbre.

- ¿Por qué siempre besas mi nariz?.- le pregunto con curiosidad.

Ante mi pregunta Pablo ríe, echando su cabeza hacia atrás y arrugando sus bonitos ojos.

- Tu nariz me gusta, que le vamos a hacer.- dice bromeando.

- No puedes ser más tonto.- digo intentando aguantar la risa.

Pablo se incorpora hasta quedarse sentado en la cama.

- Voy a preparar el desayuno. Quédate aquí, ahora vuelvo.- dice levantándose.

- Te ayudo.- me ofrezco.

- No, tú quédate aquí. No tardo.- dice.

Antes de irse, se acerca despacio hacia mi de nuevo. Pienso que va a besar mi mejilla, sin embargo no lo hace.
Le pega un mordisco a mi nariz.

- ¡Pablo!.- le digo frotándome la nariz.

- Te lo dije. Me gusta tu nariz.- dice riendo.

¡Maldito Pablo! Él y su manía de hacerle querer tanto y tanto.

Al rato llega con una bandeja repleta de comida. Fresas con nata, tostadas, nutella y como no, mi Colacao.

- ¡A desayunar mi niña!.- dice con una gran sonrisa.

- No tenias que prepararme tantas cosas.- le digo agradecida.

- Claro que sí. Venga, al ataque.- ríe.

Todo está riquísimo, y desayunar al lado de Pablo es todo una maravilla.

- Pablo, no puedo más. Voy a explotar.- le digo tocando mi barriga.

El buen amor es quererse bien Donde viven las historias. Descúbrelo ahora