Días amargos con momentos inolvidables

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Mañana se va Pablo y sinceramente no puedo hacer otra cosa que no sea llorar. Me ha llamado cientos de veces, pero el orgullo y el enfado no me permite cogerle las llamadas. Odio tener que estar así con una persona, y más con él.
Odio también el tener que vivir esta situación, odio comportarme así, odio el estar separada de él las última horas que va a estar en España, ¡odio todo!
Me da miedo que dé mi brazo a torcer y que ahora el que no quiera saber nada de mí sea Pablo. Pero no puedo permitir que se marche sin dejar las cosas solucionadas. Tengo que ser valiente y enfrentarme a las consecuencias.

Me dirijo a la casa de Pablo tan nerviosa que puedo decir que me tiemblan hasta las piernas y manos.
Toco el timbre con miedo, esperándome cualquier cosa. Sin embargo, no es Pablo el que abre la puerta, sino Esperanza.

- Hola Adri, pasa.- dice abrazándome.

- ¿Qué tal Espi?.- le pregunto.

- Bien, no como tú y Pablo. Si no hubieras venido, te habría llamado en dos minutos.- dice con ternura.

La miro con expresión dudosa para que continue hablando.

- No podéis acabar así bonita. Pablo está totalmente derrotado, sin ganas de nada. Y viendo tu cara puedo decir más de lo mismo.- dice cogiendo mi mano con cariño.

- No puedo pensar en la distancia que nos va a separar tanto tiempo Espi, me duele.- digo mientras mis ojos se cristalizan.

- No llores Adri, te entiendo perfectamente. Pero piensa también en Pablo, él es la persona que se va y te va a echar muchísimo de menos.- me cuenta.

- Sí ya lo sé Espi, pero el miedo y el dolor me ha hecho actuar así, igual que a él, por eso he venido.- le digo sincera.

- Me alegra escuchar eso bonita, no me gusta ver a dos personas que quiero sufriendo.- me da un abrazo.

- ¿ Y Pablo?.- le pregunto.

- Ha ido hace un ratito a por las maletas, pero no tardará. Así que yo me voy y os dejo solos. Mucha suerte cariño, ojalá solucionéis las cosas.- se despide con dulzura.

Me voy a la habitación de Pablo, y me encuentro encima de la cama toda la ropa que va a llevarse, y sin querer me vuelvo a derrumbar. ¿Qué voy a hacer sin él todo este tiempo?
Cojo una camiseta suya y me la acerco a la nariz, inspirando ese aroma que tanto me gusta y que tanto voy a echar de menos.
De repente, escucho la puerta principal abrirse y las piernas me tiemblan de nuevo.

- Espi ya estoy aquí. ¿Dónde estás?.- dice Pablo.

Sin decir ni una palabra espero a Pablo en su habitación, con los nervios a flor de piel.

- ¿Sabes algo de Adri? Dime que sí Espi.- escucho decir a Pablo ya más cerca.

Y cuando menos me lo espero, aquí está Pablo, mirándome de pies a cabeza.

- Hola.- susurro, temiendo ver su reacción.

- Cariño mío.- dice mientras se acerca lentamente hacia mí.

Y sin poder aguantarme ni un segundo más, me avalanzo a sus brazos como si mi vida dependiera de ello.

- Perdóname Pablo.- digo sin poder contener las lágrimas.

- No hay nada que perdonar mi vida, perdóname a mí por pedirte que dejaras todo y vinieras conmigo.- me dice aún estrechándome entre sus brazos.

- Te quiero Pablo, muchísimo.- le digo.

- Yo sí que te quiero mi amor.- dice besando mis labios con tanta ternura que hizo que se me erizara la piel.

Al separarnos, tiró toda la ropa que estaba sobre la cama al suelo, para tumbarnos sobre ella.

El buen amor es quererse bien Donde viven las historias. Descúbrelo ahora