The Key: Unknown

Capítulo 26: Robert está en casa

En la discoteca, en el suelo arenoso, justo en el sofá en el que había despertado después de caer repentinamente dormida. Allí estaban las cartas.

La imagen que le mostró aquella hada fue clara, así que no desperdició su tiempo y corrió de vuelta a donde estaba segura (si lo que aquella horrorosa hada decía era verdad) estaban las cartas.

No tardó mucho en llegar, esquivó a un par de gorilas que se encontraban en la parte trasera y después de tropezarse un par de veces con personas ensimismadas en su erótico baile, llegó al sofá en el que –misteriosamente– se había encontrado al despertar.

Finalmente llegó y –para su completo alivio– allí estaba la bolsa cobriza que contenía aquellas invaluables cartas.

Agarró las bolsa, la guardó en la parte interior de su abrigo y corrió fuera de la discoteca, no quería volver a entretenerse con nada, llegó a la acera y se encontró con que... no sabía cómo regresar a casa, Jamie se había ido ya hace una media hora, ella no tenía auto y la casa quedaba a mucho tiempo si iba a pie, le tomaría horas llegar, sin mencionar que justo en ese momento no se encontraba en las condiciones más óptimas para ir por la vida confiando en que nada le pasaría, los Grox estaban al asecho y después de lo que les había pasado con Valentina, no pensaba correr más riesgos. Y allí se encontraba, sin saber qué hacer... como niño sin hogar...

Y en ese momento recordó a un viejo amigo que solía trabajar para su padre cuando el vivía, él trabajaba en bienes raíces y tenía muchos amigos y contactos y de vez en cuando él solía llevarla consigo a sus viajes laborales, lo que siempre le encantó, gracias a ello pudo conocer gran parte de los Estados Unidos y también a muchas personas, entre ellos Oscar, uno de los más jóvenes del negocio, había sido el aprendiz de su padre por algún tiempo y cuando su padre murió había dejado a Oscar a cargo de muchas de las ocupaciones que él tenía, además, le había dejado a cargo el manejo de las muchas acciones que él había comprado hasta que alguno de ella cumpliera 18, podría haberlas dejado a su madre pero ella nunca fue buena en esos negocios, aunque igual se beneficiaban de ellas pues recibían el 80% de las ganancias y el otro 20% lo recibía Oscar, podría decir que su vida económica y la de su familia (no real) nunca había sido mala.

Sacó el teléfono y marcó rápidamente el número de entre sus contactos. Timbró 3 veces antes de que una voz madura y gruesa contestara.

–Eideen querida, ¿sucede algo? –Preguntó con voz ronca (más de lo normal) como si se acabara de despertar, sonaba claramente preocupado, claro, como no estarlo, hacía más de 3 meses que no hablaban, y menos a las 11 de la noche.

–Oscar, hola, quería pedirte una gran favor, sé que suena repentino, pero te necesito... –Trató de sonar bastante normal, no quería causar preocupación en él, podría llamar a su madre y ahí sí que toda su historia se arruinaría. –Es que he quedado con una amiga en la discoteca y no ha venido y Jamie está ocupado y no puede venir a recogerme, sé que tienes cosas que hacer pero en serio, tengo miedo... –Fingió la voz asustada para darle más énfasis a su–inventada– historia.

–Ohh claro claro, no te preocupes, dime exactamente en donde estás e iré inmediatamente por ti

Le dio el nombre de la discoteca frente a la que se encontraba y quedó en recogerla en 10 minutos.

Decidió sentarse en la acera mientras esperaba, la gente iba ay venía a su alrededor, todavía era temprano en Miami, la gente farreaba toda la noche; pensó que ella probablemente podría estar haciendo lo mismo si su vida no hubiera dado un vuelco tan drástico de un día para el otro; un momento era Eideen Stevens una chica común cuyo padre había fallecido y al otro, era Trisha, personaje importante de un grupo de Demonios redimidos que protegía el mundo, no podía imaginarse una historia más loca, pero esa era su vida ahora, y tenía que vivirla y afrontar lo que esta vida le deparaba.