Parte 13

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Entonces por primera vez Haldof se dejó visualizar

Era alto, tenía el cabello canoso, barba que parecía de varios días, estaba usando una túnica negra, holgada, no le cubría el rostro, así que pude ver su rostro a la perfección, lucía viejo, pero no tanto, como que rondaba los 50, aunque se notaba que si te enfrentabas con él, seguramente perderías; en realidad no sabía porque había elegido aquel rostro, dado que los demonios pueden elegir la figura que quieran, no entendía el porqué de elegir lucir viejo.

-No, juegues con eso Auxilium -Advirtió Haldof

-No estoy jugando, la tengo bajo custodia, tú coopera y te aseguraré que vivirá.

Haldof no sospesó mucho mi propuesta.

-¿Qué quieres? -Preguntó

-Quiero las cartas de Grenchist

Vi lo descolocado que quedó cuando le pedí aquellas cartas

-Esas cartas están encerradas en el infierno.

-Lo sé, pero te estoy prometiendo la vida de tu hija.

Note como tragaba saliva.

-No he estado allá abajo, hace mucho tiempo, no creo que el jefe esté feliz cuando me vea, no le gusta que nos mesclemos con los de su clase. -Apuntó refiriéndose a cuando se vinculó con la madre de su hija, que era una Auxilium - ¿Como sé que tienes a mi hija? -Preguntó

Saqué una imagen de mi bolsillo y se la mostré. Haldof tomó la imagen y sus ojos la reconocieron. En el fondo de la foto se observaba que estaba en una de nuestras bases. Por lo que quedó totalmente convencido.

-Piénsalo. Tienes hasta mañana a primera hora para darme una respuesta.

Salí de aquella guarida rogando por dentro que Haldof aceptara. Habían muy pocas cosas que hacían a un demonio que había decidido descansar en la tierra volver al infierno; aunque tenía un buen motivo para hacerlo, no a cualquiera le hubiera creído, pero es una de las ventajas de ser una Auxilium, somos casi familia con los demonios (algo en mi se revolvió al pensar eso), así que sí nos toman en cuenta.

Me dirigí al auto.

-Listo -Dije mientras subía al auto.

-Supondré que no me dirás que pasó allá no?

-Supones bien. Milisk -Bromeé

Valentina rio

-¿A dónde vamos ahora? -Preguntó

-Quiero ir a una tienda. Quiero ir a comprar algo de ropa discente. En caso de emergencia no podré ir a pelear con unos shorts y sandalias. -Además tenía aquella reunión con la madre de Domenica y con su madre, tenía que lucir presentable, no me gustaba sentirme inferior a las personas, en especial a alguien tan prepotente y presumida como Domenica.

Nos dirigimos a Madison's Boutique.

-Dios, pero mira que lujoso... -Exclamó Valentina

-Bueno, si mal no recuerdo, tenemos derecho a tarjetas ilimitadas...

-Pues sí. El gobierno paga bien.

Como nuestro nombre lo dice, ayudamos a los humanos, por lo tanto ayudamos a algunos gobiernos y nos pagan a cambio, la verdad es que no pedimos dinero, ni siquiera lo necesitamos, pero sí necesitamos su lealtad, así que cuando nos ofrecieron dinero, no queríamos que se sientan "ofendidos" y aceptamos, además no nos gustaba robar a los humanos.

-Pues entonces dejemos pobre al gobierno -Bromeó

-Hagámoslo

Entramos a la tienda y fue como el cielo de la ropa.

The Key: UnknownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora