Parte 2

611 29 2
                                    

Cuando el hombre abrió aquella puerta al principio todo se encontraba oscuro, no se veía nada; al instante las luces se encendieron, al principio me dejaron ciega, pero cuando pude enfocar mis ojos me arrepentí de haberlo hecho.

Había una chica amarrada a una silla, totalmente golpeada, inconsciente, tenía la ropa hecha harapos, parecía que no había dormido en mucho, tenía sangre seca por doquier, un ojo morado, y el cabello desordenado, no pude observar más detalladamente su rostro pues su largo cabello lo cubría.

—¡Cómo pudiste...! —Gritó la chica  -Dijeron que no le harían nada, nosotros cumplimos, ustedes no... Hijos de P...

— ¡Calla! que hemos tenido que darle su merecido, se ha revelado... —Dijo un hombre que apareció de la nada, era un hombre en traje, lo que se vio demasiado raro, dado que todo el mundo iba vestido muy desordenado, tenía el cabello canoso, pero no se lo veía viejo, pero tampoco era joven, rondaba los 40 o algo así —Y... le hemos enseñado una lección.

— ¡La han dejado casi muerta! —Gritó nuevamente la chica, la rabia era muy notable en su voz

—Al menos la hemos dejado viva —Bufó con altanería aquel hombre.

—Olviden nuestra parte del trato, ustedes nos han fallado...

De pronto en, cuestión de segundos, el hombre sacó un arma y apuntó a la chica inconsciente.

—Nadie cancela nada, o la chica muere. —Amenazó el hombre del traje

—Cómo te atreves... —Farfulló con furia la chica mientras corría hacia el hombre para atacarlo

—No —gritó el chico de cabello rizado.

El resto pasó demasiado rápido.

La chica corrió hacia el hombre, el hombre disparó, pero la bala no le dió a la chica, le había dado al chico; observé como la sangre salía por montón de su pecho, el chico tenía los ojos vidriosos, miraba directamente a la chica inconsciente en la silla, su cara se transformó a una expresión que demostraba paz. La chica pelirroja estaba llorando, y gritaba, escuché unos sollozos y me di cuenta de que era yo, era yo tirada en una esquina llorando desconsoladamente, lo sollozos salían sin parar, un dolor inexplicable me inundó.

La pelirroja se levantó del suelo agarró un arma y disparó al hombre.

— ¡Desgraciado! —Gritó la pelirroja

De pronto, de la nada aparecieron muchos hombres, todos vestidos de negro, con armas, más que dispuestos a matar a todos, supe que ese era el fin, no podía hacer nada, solo cerré los ojos y todo se volvió negro.

Y todo enmudeció.

The Key: UnknownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora