Parte 9

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Era ella, Jael.

Sentí una gran oleada de tranquilidad, aunque no duró mucho, esta fue reemplazada con todo el peso de los últimos días, todos mis miedos, todas aquellas preocupaciones, se me venían encima y simplemente no pude más...

Lloré, no pude resistirlo. Sentí que todo mi mundo se derrumbaba, que yo misma me estaba derrumbando. No aguantaba, ¿Qué demonios sucedía?, ¿Por qué esto me estaba pasando a mí?

- ¿¡Por qué!? -Grité hacia nadie en particular.

No hubo respuesta.

Jael solo estaba parada, con la mirada impasible, aunque con un atisbo de lástima en ellos, pero nada más...

Cada vez que la miraba sentía que una nueva oleada de tristeza se instalaba en mi interior, y no podía evitar comenzar a llorar nuevamente.

Pensé en todos los años que había convivido con Jael, en todas nuestras aventuras, secretos y confidencias compartidas, todo... Todo se había ido a la mierda, en solo un par de días, mi identidad, mi vida, y todo lo demás había dado un vuelco total, y de pronto todo aquello que sabía y que conocía solo era una ilusión.

Un rato después ya no salían lágrimas de mis ojos, sentía como si estuviera vacía, como si ya nada importara, solo quería cerrar los ojos y no volver a despertar. Volver a la oscuridad.

Me puse de pié,  respiré profundamente, traté de recoger los pedacitos de valor, que, de a poco solo se había reducido a un puñado. La miré fijamente a los ojos en busca de algo de confianza, o en busca de aquella aprobación para saber que todo estaría bien, pero no era así...

La observé detenidamente, tenía puestos unos jeans ajustados, una chaqueta negra de cuero -aparentemente estos días todos acostumbraban a usar cuero- y unos converse. Tenía ojeras, su cabello rizado recogido en una cola descuidada, lucía como mi amiga, pero esta de cierta manera no era la misma Jael. Ya no más la Jael divertida y vivaracha, esta Jael lucía más seria y cansada; por lo que me sentí un poco temerosa al preguntarle:

- ¿Qué haces aquí?

-Vine a salvarte el trasero, deberías estar agradecida -Dijo medio en broma, enseñando aquellos hoyuelos que la hacían ver más como la Jael que yo conocía. Ante aquel acto, sentí que era ella de nuevo, pero seguía sintiendo aquella sensación de inseguridad para con ella.

-Gracias -respondí verdaderamente agradecida, si no hubiera sido por ella, probablemente sí hubiera muerto. -Pero... ¿Quiénes eran ellos?, me debes una explicación, ¿sabes lo que se siente que tu vida de un vuelco, así nomás?, de un día para otro, ¿qué comiences a cuestionarte a ti misma que estás loca? ¿¡Ser casi asesinada!?

-Te dije que no hablaras con nadie -Dijo medio reprochándome pero con la voz apacible.

- ¿¡Que!? -Sentí una gran indignación, -¿Cómo te atreves a regañarme? Cuando he sido yo a la que casi asesinan, he sido yo a la que le ha estado pasando toda esta mierda! -Grité

-Lo entiendo, te debo una explicación supongo -apuntó hacia un sofá detrás de mí, el cual no había notado aún.

Tomé asiento, no del todo cómoda, lo único que me importaba era averiguar de una vez por todas que estaba sucediendo.

Jael tomó una larga respiración.

-Bien... -comenzó ella -Pero antes... Quiero que me prometas que, no importa qué, no importa como, pero te vas a mantener tan calmada como sea posible, ¿comprendes?. Si te alteras demasiado, tendrás que averiguar todo por ti misma.

- Entiendo -asentí.

-Bien, te voy a contar una historia; que tiene que ver contigo, me vas a escuchar y a absorber todo, pues necesito que sepas tanto como sea posible, no recordarás todo sino hasta que estés de vuelta

The Key: UnknownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora